Monday 19 September 2022

La vigencia de Marx

Una de las criticas más comunes que se mueven hoy en día al pensamiento de Marx es que ya no es actual en el mundo contemporáneo. La sociedad en que vivimos, así va el argumento, es muy diferente de la sociedad inglesa de la revolución industrial de la mitad del Siglo XIX, y los problemas y los actores sociales de que habla Marx, o no existen, o se han resuelto, o han cambiado tanto que el análisis de Marx ya no vale. Quiero dedicar unas cuantas líneas a exponer porque no creo que las cosas estén así.

Hay que diferenciar entre Marx y el Marxismo. El Marxismo moderno, entendiendo con eso las corrientes filosóficas y sociológicas que derivan de las ideas de Marx es un movimiento muy actual y muy relevante. Una lectura no casual de Eagleton, Zizek o Jameson debería ser suficiente a despejar cualquier duda en materia. Tampoco es correcto descartar el marxismo sólo porque su origen está en una filosofía del Siglo XIX. Sería como descartar el capitalismo simplemente porque deriva de una filosofía del Siglo XVII y de una sociedad mercantil que ya no existe. Las corrientes filosóficas evolucionan con los tiempos y las circunstancias (algo, dicho sea por inciso, coherente con lo que Marx llama la dialéctica) y, si es cierto que Carnap se puede definir un empirista, su empirismo poco tiene que ver con la filosofía empírica de Locke de que deriva o, incluso, con Hume.

Pero en este caso no me interesan tanto los marxistas moderno cuanto el mismo Marx. ¿Cuánto de la filosofía y de la política de Marx queda actual a día de hoy y cuanto se puede considerar perdido en las nieblas del Siglo XIX?

 

Una de las criticas más comunes que se mueven a Marx, desde el punto de vista del Siglo XXI, es su insistencia con el problema del proletariado y de la lucha de clase. Se argumenta que el panorama económico y social ha cambiado mucho (en parte gracias a Marx y a los marxistas, pero esto casi nunca se menciona) y que por tanto hablar hoy de proletariado y de lucha de clase es anclarse a un pasado que ya no existe. Si por "proletario" entendemos sólo el obrero Europeo en mono azul sucio de aceite que trabaja alrededor de un aparato mecánico con varillas y poleas, la consideración tiene su parte de verdad. Pero se trata de una simplificación muy burda.

Por un lado, el mismo Marx previó un declive de los obreros tradicionales y un aumento de los trabajos no manuales, los que los americanos llaman "white collar jobs". Pero, que haya siempre menos gente trabajando con un mono manchado de aceite no quiere decir que la estructura de clases haya desaparecido. La clase social no la determina el mono ni el aceite, sino la posición de una persona en la estructura productiva, y las diferencias en esto no han desaparecido. Al contrario. Marx considera la clase media como esas personas "a mitad entre los trabajadores por un lado y los capitalistas por el otro", pero la difusión de la tecnología de la información está proletarizando a los profesionales, y la precarización del trabajo está proletarizando a la clase media. No es el mono azul que hace el obrero, sino la alienación de los frutos de su trabajo debido a su falta de control sobre el proceso productivo: la distinción entre un trabajador de los servicios (enfermero, cartero, reportero, enseñante,...) y un obrero es, en cuanto a sueldo, control y condiciones, nula. Lo dice claramente John Gray: "las clases media están redescubriendo las condiciones de inseguridad económica sin patrimonio que afectaban al proletariado del Siglo XIX".

Por debajo de esta clase media proletarizada está la enorme población de las chabolas al margen de las grandes metrópolis mundiales, el sector social en más rápido crecimiento en el mundo actual. Si el proletariado se ha reducido en nuestras ciudades, esto no implica que se haya reducido a nivel mundial. Se ha simplemente desplazado a países donde la desigualdad y la injusticia es superior a todo lo que Marx ha descrito: un mexicano de los más rico tiene más dinero que los 8 millones de mexicanos más pobres juntos. Las situaciones descritas por Marx no han desaparecido: Guadong y Shanghai son el equivalente del Manchester del Siglo XIX.

Culturalmente, las diferencias de clase se mimetizan con la uniformidad de los comportamientos superficiales. Los multimillonarios llevan vaqueros y zapatillas de deporte, y ven películas de acción. La figura clásica del burgués, con un estilo refinado y amante de la alta cultura (claramente separada de la cultura obrera) ha desaparecido. Pero esto no significa que la desigualdad haya desaparecido: ha simplemente perdido su faceta cultural. Como nota Terry Eagleton: "no debe sorprendernos que el capitalismo avanzado genere la ilusión de la ausencia de clases. Esta no es sólo una fachada detrás de la cual el sistema esconde su verdadera desigualdad: es la naturaleza misma de la bestia" (T. Eagleton, Why Marx Was Right).

Si Marx fija su atención en la clase proletaria no es porque quiere que esta domine: Marx escribe claramente en Der Bürgerkrieg in Frankreich que si los proletarios se limitaran a tomar control de la maquinaria del estado burgués y usarla para sus fines, la revolución habría fracasado. La dictadura del proletariado, de que tan a menudo se acusa Marx, no es el fin, es una fase transitoria que él teme será inevitable y que tiene que acabar lo más pronto posible para ceder el paso a la sociedad sin clases. No puede haber la dictadura de una clase social en una sociedad sin clases.  Si Marx se fija en el proletariado no es porque esta clase es mejor o más virtuosa, sino porque sus necesidades son universales; el proletariado "tiene carácter universal porque su sufrimiento es universal, y no pide una solución particular porque el mal que se le hace no es un mal particular, sino un mal general. Hay que formar una esfera de la sociedad que no exige un estatus tradicional, sino simplemente un estatus humano [...] que es, en breve, una pérdida total de humanidad y que se puede salvar sólo a través de la salvación completa de la humanidad" (Marx, Contribution to the critique of Hegel's philosophy of right).


Esta universalidad nos lleva a otro argumento que se una a menudo para demostrar la falta de vigencia de Marx: los movimientos radicales más interesantes del Siglo XX, desde el feminismo al post-colonialismo o el ecologismo han tenido lugar fuera del marxismo.

Consideremos, por ejemplo, el feminismo. Por un lado es cierto que muchos partidos marxistas (sobre todo los partidos comunistas) del Siglo XX han considerado que el feminismo, así como las otras luchas de minorías, era una distracción de la única lucha que podía cambiar las condiciones: la lucha de clase. Por otro lado, sobre todo en la primera mitad del Siglo XX, el movimiento comunista era el único ambiente en que las cuestiones de género eran debatidas seriamente, el único en que mujeres podían (con mucha dificultad) llegar a posiciones de responsabilidad. Aún hoy la relación entre feminismo (y su critica del patriarcado) y marxismo (y su critica del capitalismo) es crucial. Observa Eagleton: "en principio no hay nada en la naturaleza del capitalismo que necesite la subyugación de la mujer. Pero las dos historias, la del patriarcado y la de la sociedad de clases, están en la práctica tan estrictamente enlazadas que es difícil imaginar la eliminación de una sin que haya grandes ondas de choque golpeando la otra" (T. Eagleton, op. cit.).


Una critica parecida se hace en relación con el movimiento ecologista, uno de los más fuertes de esta primera parte del Siglo XXI. Por razones obvia, Marx no se ocupa mucho de plástico no reciclable, calentamiento global o almacenamiento de residuos nucleares: muchos de los problemas medioambientales de hoy surgen con la tecnología del Siglo XX, e incluso los que se originan el el Siglo XIX (las emisiones se CO2, por ejemplo) han sido identificados sólo en el Siglo XX.

 Aún así, Marx no cae en la trampa del simplista "dominio sobre la naturaleza" en que cae mucha de la filosofía del progreso ilustrado o, por lo menos, la matiza. En el Grundisse critica que con el capitalismo la naturaleza se ha transformado en un objeto con un fin utilitario, y habla de acumulación de basura, destrucción de forestas y contaminación de ríos. También escribe: "hasta una sociedad entera, una nación, o asta todas las sociedades unidas no son los propietarios del globo. Sólo son sus usufructuarios, como boni patres familias tienen el deber de pasarlo a las generaciones siguientes en condiciones mejores de como lo han encontrado" (The Capital, Vol. 3).

Engels añade: "de ninguna manera reinamos sobre la naturaleza como un conquistador sobre un pueblo extranjero, como alguien que está fuera de la naturaleza---nosotros, carne, sangre y mente, pertenecemos a la naturaleza, existimos en el medio de ella, y todo nuestro control sobre ella consiste en que tenemos, sobre otros seres, la ventaja de conocer sus leyes y aplicarlas correctamente" (F. Engels, The Dialectics of Nature).

Dentro de los obvios límites de su tiempo, de su situación social y de su fe ilustrada en el progreso, Marx se ocupa de la relación entre el hombre, sus fuerzas de producción y la naturaleza, "la eterna naturaleza [que] impone sus condiciones a la existencia humana", una visión que contrasta con la represión post-moderna de lo natural, que la post-modernidad intenta disolver en la cultura.

 

Finalmente, el aspecto quizás más actual de Marx es su agudo análisis del capitalismo. Tanto es así que estas palabras del Manifiesto del Partido Comunista podrían haber sido escritas hoy:

 

La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios, destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se desmoronan, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es un problema vital para todas las naciones civilizadas por industrias que ya no transforman como ya antes las materias primas del país, sino las traídas de los climas más lejanos, y cuyos productos encuentran salidas no sólo dentro de las fronteras sino en todas las partes del mundo. 

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