Friday 27 December 2013

Un 2013 de pesadilla

En pocos días dejaremos el año 2013. Aquí, en el mundo real, no lo echaremos de menos. Cuando empezó, hace justo un año, parecía casi imposible que las cosas pudieran ir peor que en el annus horribilis, 2012, pero lo hemos conseguido: en el mundo real, prácticamente todo ha empeorado.

En el mundo fuera de la realidad, ese oasis de áticos en Marbella y vacaciones en resort de lujo donde vive, alejada de la realidad de cada día, nuestra élite política y económica, en el mundo de la gente que no ha cogido un Metro en su vida, las cosas han ido bastante mejor.

En el mundo fuera de la realidad, el Ministro Montoro ve señales de recuperación, las proyecciones del Gobierno prevén un débil aumento del PIB, lo que autoriza al Ministro a declarar, en términos categóricos, que la recesión ya ha terminado. En el mundo fuera de la realidad, el paro ha aumentado en octubre, pero menos de cuanto lo hizo en 2012 cosa que, según nuestra Ministra de Trabajo (que no ha trabajado un día en su vida), demuestra que la reforma laboral está funcionando. Todo los que gracias a ellas tienen un trabajo más inseguro y un sueldo más miserable agradecen su buen funcionamiento.

En el mundo fuera de la realidad la justicia es justa, castiga a los malos y defiende a los buenos. La política respeta y ayuda el trabajo de los jueces sin interferir ni intimidar. Es cierto que a veces a los políticos se le borran unos discos duro de manera un tanto sospechosa, pero, en fin, nadie es perfecto. Pero, tranquilos: por lo menos los ciudadanos que quieran manifestarse cerca del congreso, turbando así el derecho de los políticos a tomarse en paz un gin-tonic (que además le sale muy barato), serán castigados sin piedad.

En el mundo fuera de la realidad se ha racionalizado el gasto en educación y sanidad, pero sin perjudicar a nadie: se han salvado las becas Erasmus (en realidad es Europa quien lo ha impuesto al gobierno pero, en el mundo fuera de la realidad, ¿a quién le interesan estas pequeñeces?), y si los hijos de los pobres no podrán ir a la universidad, pues, probablemente es que no lo merecen: si son pobres, ¿por algo será, no?

En el mundo fuera de la realidad ha habido sacrificios, pero necesarios y repartido con sentido de justicia entre todos los españoles.

En el mundo real, el mundo en que vive la gran mayoría de nosotros, el año no podía ser más trágico.

En el mundo real, los indicadores macroeconómicos carecen de sentido si sólo se traducen en más riqueza para pocos y más pobreza para los demás. En el mundo real, nos enfrentamos a un futuro parecido a India, donde hay un crecimiento del 5% y la mitad de la población que vive con menos de un Euro al día. En el mundo real la impresión es que se está sacrificando a la gente en el altar de la macroeconomía: lo que debía ser un instrumento para servirnos se ha transformado en nuestro amo.

En el mundo real el paro baja sólo porque ahora llaman trabajo lo que antes se llamaba explotación. Más del 90% de los nuevos contratos son temporales, suponen un sueldo tercermundista y condiciones vejatorias. Si ya era una vergüenza que en un país europeo se considerara “sueldo” unos 700 Euros al mes, lo es aún más que en 2013 el sueldo medio haya bajado un 0.2%. Sin embargo, no a todos les ha ido mal: el sueldo medio de los consejeros de las grandes empresas ha subido un 7%. El hecho que su sueldo lo fijen ellos mismos puede tener algo que ver con esto.

En el mundo real, la justicia no es tan igual para la Infanta Cristina, cuyas facturas se han mágicamente transformado en auténticas, para corruptos como Fabra o Díaz Ferrán, condenados a penas sospechosamente bajas, o para los Mossos d’Esquadra condenados por torturas a un detenido e indultados por el gobierno. Todavía no sabemos si el ex-alcalde de Torrevieja Hernández Mateo irá a la cárcel. Parece poco probable: el 85% de sus compañeros de partido en las Cortes Valencianas han pedido al gobierno que le indulte. En el mundo real, “para todos” es un término muy relativo.

En el mundo real, la racionalización del gasto se parece mucho a unos recortes brutales. Son los misterios de la semántica. En el mundo real, los niños de Madrid tienen que pagar tres Euros para comer en la escuela la comida que se llevan de casa (más o menos lo que pagan los diputados para un menú completo). En el mundo real los médicos tienen cada día menos recursos y más trabajo, la privatización del servicio de análisis ha empeorado la calidad de las muestras, y ya casi no se hacen mamografías preventivas a las mujeres. En el mundo real la autonomía universitaria ya es sólo un recuerdo, la ciega burocracia impera y destruye; los mejores científicos huyen de un país suicida que ha estrangulado su propia ciencia. Menos mal que por lo menos cada día hay más dinero para los futbolistas.

En el mundo real, el 50% más pobre de España ha tenido que pagar una crisis que no ha provocado con sacrificios injustos, mientras el 10% más rico se hacía más rico: España es el país de Europa donde más ha crecido la brecha salarial. Aumenta el número de pobres y el número de millonarios, se ha multiplicado por 10 el número de personas en los comedores sociales, y ha subido la venta de coches de lujo. Para unos pocos, la crisis está siendo un negocio redondo.

En el mundo dorado del Sr. Botín, Presidente del Banco Santander, a España le llueve dinero de todos los lados. Debe tratarse de una lluvia muy localizada, porque por aquí no ha llegado ni siquiera una gota.

Thursday 5 December 2013

Campus de excelencia internacional (a certificaión nacional)

El "Don Quijote" es una obra única en la historia de la literatura. Se trata no sólo de la primera novela en sentido moderno, anticipando en más de un siglo el birth of the novel inglés, sino también de una de las obras clave para entender la modernidad, el poder y la soledad del hombre moderno puesto frente a un mundo que finalmente está en sus manos, en que él es el único actor, donde no espera, así como lo hacía en la edad media, que Dios le resolviera y le revelara el sentido de la vida. La muerte de Dios, que Nietzsche anunciará 250 años más tarde, empieza aquí.

Todo el Quijote es una declaración de problematicidad de la relación entre realidad y ficción, y el primer ejemplo el lector lo encuentra en las primeras páginas de la novela, allí donde se trata de dar un nombre al protagonista. Es el mismo protagonista que se pone nombre: "en este pensamiento duró ocho días, y al cabo se vino a llamar Don Quijote." Tenemos la sensación de que algo no marcha: el personaje de una novela no puede ir contándonos como se llama, no puede decidir él mismo su propio nombre. Por mucho que él nos cuente, sabemos que en realidad se llama Alonso Quijano. Pero, un momento... ¿en realidad? ¿en que realidad? El hidalgo Quijano es también un personaje, y no es más real que Don Quijote. ¿O sí? ¿Es Don Quijote, por ser irreal incluso en la novela, menos real que Quijano? ¿Es el siglo XVII de Quijano más real que el siglo XII de Don Quijote? Cervantes (¿real? ¿es real Cervantes? Ya nos hemos perdido) nos complica aún más las cosas diciendo que incluso sobre el nombre Quijano hay discordancia en las "fuentes":

Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada, que en esto hay alguna diferencia entre los autores que deste caso escriben, aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quejana.

Pero aquí también nos encontramos frente a un espejismo: los autores que debaten sobre el "verdadero" nombre de Don Quijote no son más reales que él.

Cuando Alonso Quijano se autoproclama el caballero andante Don Quijote, entendemos que nos encontramos frente a un desdoblamiento de la realidad: crearse un nombre por uno mismo supone crear una realidad ficticia. Nuestro nombre verdadero es, siempre, el nombre que nos ponen los demás, nunca él que nos ponemos nosotros (por esto no encontramos nada extraño cuando Sancho nombra a Don Quijote el Caballero de la Triste Figura).

Estas observaciones sobre los distintos niveles de realidad en la modernidad no son, lo confieso, muy originales. Se han hecho muchas veces, hasta llegar, ya en la postmodernidad, a afirmaciones lapidarias como "la guerra del golfo no tuvo lugar" (Baudrillard) o irónicas como que la falsa Main Street, America de Disneyland existe para que la gente crea que Los Angeles es real (Eco).

Pero me acuerdo de estas consideraciones cada mañana cuando, llegando a la universidad, veo en la fachada del edificio del departamento carteles proclamando que la UAM es "Campus de excelencia internacional". Se trata de un reconocimiento internacional muy peculiar, en cuanto lo ha otorgado el Ministerio español a universidades españolas. Ningún organismo internacional ha participado en la decisión, ninguna universidad de otros países ha sido candidata.

El mundo del deporte hace ironía sobre la World Series del baseball americano: los americanos añaden un par de equipos canadienses a la liga nacional y así crean la World series. La universidad española los ha superado: no hemos necesitado ni siquiera un par de universidades portuguesas para proclamar la excelencia internacional.

Esta excelencia autoproclamada suena tan false como el título de Don Quijote y por el mismo motivo: con una autoproclamación no se consigue un título, se crea una realidad alternativa, esquizofrénica, en que este título existe. La verdadera excelencia internacional no es la que nos damos nosotros, sino la que se reconoce internacionalmente y, así como "en realidad" Don Quijote era el pobre hidalgo Alonso Quijano, así en realidad la universidad española no tiene ningún campus entre los primeros 200 del mundo (y sólo 3 entre el 200 y el 300), y su calidad va cayendo en picado.

Pero hay otro nivel de realidad: el nuestro, el en que ni siquiera Alonso Quijano es real, en que, a pesar de Disneyland, no conseguimos considerar Los Angeles como completamente real.

Los Campus de excelencia son la Disneyland de la universidad española: nos quieren convencer que una universidad todavía existe mientras que, desde por lo menos la implantación de la reforma de Bolonia, la universidad libre ha desaparecido.

Blog Archive