Wednesday 4 April 2018

Cristina Cifuente o: como conseguir un Master

El caso del Master de Cristina Cifuentes está llenando en estos días las portadas de los periódicos. Las acusaciones de haber obtenido un trato de favor son muy insistentes, y se basan principalmente en tres puntos:
  1. Una asignatura “fantasma” en que Cifuentes resultaba no evaluada y que, dos años después, se convierte mágicamente en aprobada con 7.5 a manos de un funcionario de otro departamento que modifica el acta.
  2. Irregularidades en la defensa del Trabajo de Fin de Master (TFM), que ni Cifuentes ni la Universidad han producido por el momento, y que parece no haber sido presentado. Cifuentes ha presentado un acta de la defensa, pero resulta que dos de las tres firmas son falsas, y parece que el acta ha sido fabricada después que la noticia del Master saliera en los periódicos.
  3. Duda sobre su asistencia. El Master que cursó Cifuentes tiene asistencia obligatoria, pero Cifuentes se matriculó (fuera de plazo, y ya esto es irregular) en Diciembre, cuando ya las clases estaban acabando. Además, sus compañeros de cursos no recuerdan haberla visto a clase ni en los exámenes. Cifuentes era, entonces, un político muy conocido, y delegada del gobierno en Madrid, haciendo poco probable que su presencia (de haberse producido) pasara tan inobservada.

Todavía no hay datos para saber con seguridad si Cifuentes ha conseguido el Master regularmente o no. Hay muchas cosas que no cuadran y sobre que ni Cifuentes ni la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) han dado explicaciones razonables. De hecho, cada nueva explicación empeora las cosas y crea más contradicciones.

Aquí algunas cosas que, creo, Cifuentes y la URJC deberían aclarar:
  1. En una asignatura de Master hay entre 10 y 20 alumnos y casi nadie sale no evaluado. Es muy poco probable que el profesor no se hubiera dado cuenta de que en 2012 Cifuentes resultara no evaluada. Esto aun asumiendo el hecho, poro probable, que un profesor no note que una de sus alumnas es la delegada del gobierno.
  2. En el momento de traspasar las notas al acta el sistema informático (se llama Sigma, todas las universidades de Madrid lo usan) avisa si hay estudiantes sin calificar: el profesor tiene que confirmar los no calificados uno por uno antes de poder traspasar las notas al acta. Imposible que el profesor de una clase con 20 alumnos se le hubiera escapado.
  3. El estudiante recibe un email con su nota. En este caso doy a Cifuentes el beneficio de la duda: en ese momento era delegada del gobierno, por tanto muy ocupada, y es posible que el email se le haya escapado.
  4. La nota fue subsanada por una funcionaria administrativa dos años después. Esto es imposible: desde que se cierran las actas para cambiar una nota es necesaria una petición por escrito del profesor de la asignatura, firmada por el mismo profesor.
  5. Para defender el trabajo de fin de Master es necesario certificar que se han aprobado todas las asignaturas, por tanto el fallo debería haber sido subsanado antes de la defensa, y no después, como pasó.
  6. La URJC no quiere enseñar el trabajo de Cifuentes por protección de datos. Esto es absurdo: el TFM es un trabajo público, que se guarda en la biblioteca de la universidad y que debería estar abierto al público.
  7. La URJC dice que el trabajo de destruyó en 2016, cuatro años después de la defensa, así como permite la ley. Esto es falso: lo que se destruye tras cuatro años son los exámenes de las asignaturas, un TFM no se destruye, dado que una copia queda en la biblioteca.
  8. Todavía no hay explicación por la matrícula de Cifuentes, que resulta en fecha 21 de Diciembre, cuando el plazo ya estaba cerrado y las clases de ese semestre casi terminada: ¿cómo pudo Cifuentes cumplir con la asistencia obligatoria de ese Master?
  9. De hecho, sus compañeros de curso no recuerdan que haya asistido a ninguna clase ni que se haya presentado a los exámenes. ¿Se le dio un trato de favor?
  10. La URJC defiende que el acta habría aparecido sin sello ni registro porque se envió a secretaría por correo ordinario y se debió de traspapelar.. Esto es imposible: las actas las entrega el secretario del tribunal personalmente en secretaría.
  11. Cifuentes sostiene en un tweet: “El correo electrónico es evidencia más que suficiente acerca de dónde partió la solicitud: del propio profesor de la asignatura, que ha declarado que antes de hacerlo comprobó el examen y la nota que había obtenido: un 7,5”. Esto es imposible: las modificaciones de actas no se pueden hacer por correo electrónico: el docente debe presentar una petición en papel, firmada, en secretaría.

Me parece que este asunto del Master es preocupante en cuanto demuestra que cierta costumbre a la impunidad que pensábamos estaba desapareciendo de la escena es, en realidad, más común de lo que pensábamos.

No conozco personalmente a la Sra. Cifuentes, pero por sus actos y su trayectoria política hasta ahora no dudo que es una persona muy inteligente, seguramente una persona capaz de sacarse un Master sin recorrer a trucos.

Cuando se sacó el Master era Presidenta del gobierno, un trabajo que ocupa mucho tiempo y con horarios irregulares. Otra persona quizás habría elegido un Master no presencial, como los (muy buenos y muy bien considerados) de la UNED. O, simplemente, otra persona habría tenido la humildad de reconocer que en ese momento tenía demasiadas cosas que hacer para cargarse con el trabajo de un Master y lo habría dejado para otro momento.

Pero un político no. En España un político ha crecido con la idea de que cualquier deseo suyo tenga que realizarse, que nadie le puede decir que NO. Por tanto se ha apuntado a un Master presencial (en una universidad "amiga"... otro concepto típicamente político, de mentalidad de cosca) y ha maniobrado para aprobar las asignaturas sin ir a clase ni presentarse a los exámenes (esto es lo que sostienen sus compañeros de Master), haciendo trampas con las actas y trampas muy chapuceras con el TFM.

Todo con la idea de que la impunidad esté garantizada.

No culpo a Cifuentes especialmente: ella ha tenido la mala suerte de que la han pillado. Se trata de una costumbre muy difundida, algo que los políticos absorben durante toda su carrera y que al final puede causar la caída hasta de personas inteligentes y, creo, sustancialmente honestas como Cifuentes.

La idea de que cada deseo de un político deba automáticamente verificarse, de que ninguna puerta tiene que quedarse cerrada es uno de los motores de la corrupción y de muchos males de este país. El hecho que Cifuentes, por lo que parece, ha caído en ello debería hacernos más vigilantes frente a las acciones de todos los políticos.

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