Tuesday 27 October 2020

El vestido (legislativo) nuevo del emperador Casado

 El PP reitera su propuesta, bastante nebulosa, de una ley sanitaria que evite la necesidad de utilizar el estado de alarma. No está muy claro cual sería el contenido exacto de esta ley (ni, creo, el PP se ha preocupado de establecerlo), pero, ya con los escasos y contradictorios (Casadianos, lo definiría, si se me permite crear un neologismo) indicadores que tenemos se pueden hacer algunas observaciones.

La primera, parece evidente la inutilidad de esta ley. La constitución ya establece un instrumento para gestionar situaciones de emergencia: el estado de alarma, y la ley orgánica de 1981 establece claramente que una epidemia es una de las situaciones en que hay que declarar un estado de alarma. Ya tenemos un instrumento, con cubertura constitucional, para estas situaciones. ¿para qué nos sirve otro? Parece que lo que quiere Casado es una ley que tenga el mismo contenido del estado de alarma, que permita las mismas medidas que permite el estado de alarma... en definitiva, que sea en todo igual al estado de alarma excepto en el nombre. Quizás Casado debería leer un poco más de Shakespeare: "A rose by any other name would smell as sweet".

La legalidad de esta supuesta ley tampoco está muy clara. Como mínimo, supondría reformar la ley orgánica de 1981, eliminando las epidemias como supuesto para aplicar el estado de alarma. Si no se hace, habrá ambigüedad en la ley: en el caso de epidemia, ¿Qué hay que hacer? ¿Declarar el estado de alarma o el estado de Casadez (se me perdone el estilicidio de neologismos)? También la ley tendría un problema constitucional. No olvidemos que el estado de alarma permite limitar derechos constitucionales, y lo puede hacer sólo porque la misma constitución lo autoriza. La misma constitución que garantiza estos derechos establece en que situaciones se pueden limitar, y estas son el estado de alarma y el estado de emergencia. La ley de Casado reduciría los derechos sin ninguna autorización constitucional. Sería, pues, inconstitucional.

No está muy claro que derechos la ley otorgaría a las comunidades. Los problemas constitucionales serían aquí aún más agudos: los derechos fundamentales están en mano del gobierno de la nación, no de las comunidades. Éste aspecto de la propuesta (nebuloso, como todo el resto) también llama la atención políticamente. El PP, uno de los partidos que quiere reducir el poder de las comunidades, el partido que ha aplicado el Art. 155 para reafirmar el poder del estado central sobre una autonomía, ahora pide otorgar poderes excepcionales a las autonomías, quiere dar a las autonomías el poder delimitar derechos constitucionales sin la cubertura institucional del estado de alarma.

Tampoco es muy claro si el PP quiere extender el uso de su instrumento legislativo a situaciones no de emergencia. Sería otra vez una situación curiosa: el partido que dice defender la libertad permite que se limite la libertad de los españoles más allá de una emergencia.

Ya tenemos un instrumento, mencionado en la constitución, con cubertura constitucional, para gestionar situaciones de emergencia: el estado de alarma. La hipotética ley del PP es una de las dos cosas: o un instrumento inútil, un estado de alarma bajo otro nombre, o un instrumento inconstitucional que limita la libertad y los derechos mucho más allá de lo que permite el estado de alarma. En cualquier caso, una reforma en este sentido supondría una reforma del Título II de la  constitución, algo no razonable en ese momento.

La ley de Casado es el vestido nuevo del emperador: por mucho que los miembros del PP insistan en verla, cualquier niño se dará cuenta que la ley no existe y el emperador anda desnudo.

Thursday 22 October 2020

La moción de censura de VOX.

En la fallida moción de censura que acamanos de vivir, una cosa en particular me ha llamado la atención: lo poco que Santiago Abascal parece haber preparado su intervención. Esta falta de preparación seguramente tiene una explicación racional, y nos hace cuestionar cual ha sido la real motivación de esta moción.

La interpretación que todos dábamos hasta el miércoles era que se trataba de una jugada de la lucha que se ha desencadenado para el liderazgo de la derecha desde que VOX tiene representación en los parlamentos españoles y, sobre todo, desde el derrumbe de Cuidadanos (el otro contendiente a este liderazgo) en las últimas elecciones.

La moción de censura no tenía esperanza de prosperar, pero daba a Abascal una tribuna inédita de donde llegar más allá de sus electores tradicionales. Ahora, Abascal podía hablar todo el tiempo que quería y tenía derecho ilimitado de réplica frente a cualquier ataque que los otros partidos le podían hacer. Lo más razonable parecía ser que Abascal usara esta tribuna para llegar a los electores del PP o, por lo menos, a los del ala derecha del PP y atraerlos hacía VOX.

Por esto, me parece, tenía que articular un proyecto coherente y fundarlo con datos reales sobre España y la situación actual. Abascal no ha hecho nada de todo esto. En sus intervenciones se ha limitado a repetir los viejos tópicos, la vieja retórica vacía y los viejos insultos. No ha aportado nada positivo, no ha articulado ningún proyecto: se ha limitado a valoraciones negativas sobre los demás, casi siempre sin ninguna base factual.  

Austin diría que el discurso de Abascal contiene más performativos que constativos, es decir, muchas declaraciones sin contenido factual y pocas declaraciones de hechos. Cuando Abascal ha declarado algo, casi siempre se ha tratado de un bulo, y con esto ha dado mucho campo a Sánchez (quien, él sí, se ha preparado y ha llegado armado de muchos datos) para demostrar que lo que decía no tenía sentido. Casi todo lo que ha dicho Abascal lo ha dicho sin dar ninguna base factual a sus declaraciones, y en esto ha dejado el campo libre a Sánchez para desenmascarar sus bulos.

Abascal, a pesar del tiempo que tenía para articular un discurso más razonado y del foro que tenía, no ha desviado de la retórica  habitual de VOX. La impresión es que estaba hablando más a los conversos que a electores del PP que podía atraer. Si su plan era aprovechar la debilidad de Casado para desconectar de él la derecha del PP, no parece que su discurso haya sido el más adecuado a su plan. Si su intención era consolidar el electorado actual de VOX por miedo a que se pueda ir al PP, entonces su discurso ha sido ideal. Un discurso sin argumentación racional, sin ninguna base factual, hecho simplemente de retórica, de bulos y de insultos es, según Abascal, lo que sus electores buscan. Abascal considera sus electores personas irracionales que sólo siguen a quien grita más fuerte. Es posible que tenga razón. Pero está claro que ya no hace falta que nadie insulte a los electores de VOX: para esto está ya el Sr. Abascal.

Sunday 11 October 2020

La ciencia no es una bola de cristal

La ciencia no es un conjunto de conocimientos, es un método. Un método que nació en el Siglo XVII, remplazando la observación empírica (empereia) de Aristotle con el experimento en condiciones controladas de Galileo, y que llegó a un alto grado de perfección en los siglos XIX y XX. A pesar de los trabajos de Popper, Feyerabend o Kuhn, no está todavía del todo claro cual sea, efectivamente, el método científico, en que consista el juego entre modelo teórico y experimento, si la flasificabilidad experimental es efectivamente el único criterio que hace que una teoría sea "científica", o si la ciencia nos proporciona verdades o sólo modelos que explican los experimentos. 

Una cosa sabemos: el error en los modelos es una parte esencial de la ciencia. Antes de la entropía estuvo el flogiston, antes de la relatividad el éter cósmico, antes de la mecánica cuántica los átomos de Thomson y Rutherford. La ciencia procede en el medio de errores, hace hipótesis y las corrige.

Esto es cierto sobre todo en medicina, una disciplina a mitad entre ciencia y tecnología a que, al mismo tiempo que intenta comprender el objeto de su estudio, se le pide "arreglarlo" cuando hay algo que no funciona. Muchos de los descubrimientos de la medicina se han hecho y usado antes de entender bien su mecanismo biológico, a través de ensayos clínicos que han demostrado la eficacia de algo incluso cuando no se sabía bien como funcionaba. El caso típico es el de la Aspirina, usada a lo largo de todo el Siglo XX con excelente resultado y cuyo mecanismo biológico se ha descubierto sólo a finales del siglo.

Normalmente estos intentos no se ven. Los errores se descubren en ensayos clínicos o experimentos de laboratorio mucho antes que un método o un medicamento sea anunciado al público, y esto puede dar la impresión que la medicina sea una especie de rulo compresor que aplasta con seguridad los obstáculos que encuentra mientras en realidad la medicina es una más como un persona perdida en una foresta que busca el camino de casa basándose en todos los indicios que la foresta le pueda dar, y equivocándose varias veces antes de encontrar el camino correcto.

Pero vivimos en una situación excepcional, y la medicina se encuentra en el medio de una tormenta perfecta. En enero el sars-cov-2 era un virus completamente desconocido, y la ciencia necesitaba tiempo para estudiarlo y para comprender como se extendía la epidemia. Pero al mismo tiempo la gente estaba muriendo, y era necesario tomar decisiones inmediatas, basadas en la evidencia que teníamos en el momento de la decisión, por parcial o incluso incorrecta que pudiera ser.

De allí los cambios de criterios y de opiniones que muchos acechan a incapacidad y que son simplemente el resultado de la evolución de nuestro conocimientos. Los consejos sobre las mascarillas o la eficacia de la hidroxicloroquina han cambiado no porque alguien había mentido, sino porque los conocimientos han cambiado, y la ciencia (al contrario de la religión) cambia de opinión cuando nuevos conocimientos invalidan las conclusiones a que había llegado.

Decir que alguien se había equivocado en Marzo en la base de los conocimientos de Septiembre no tiene mucho sentido: las decisiones se toman en cualquier momento basándose en lo que se conoce en ese momento. La ciencia es racional, pero no tiene la bola de cristal. 

No sé si estas acusaciones derivan de cierto penchant hacia las teoría conspiratoria o simplemente por la escasa educación científica en nuestro país. Una mezcla de las dos cosas, probablemente. 

Los errores de los médicos y de los científicos son, en esta situación, trágicos y cuestan vidas. Pero no se trata, en la gran mayoría de los casos, ni de mentiras ni de incapacidad: se trata simplemente del método científico en acción. Acusar a los científico de haber dado en Marzo recomendaciones que, con los conocimientos de Septiembre, puede haber resultado equivocadas quiere decir acusarlo de no tener una bola de cristal. Nadie, lamentablemente, la tiene. Que la ciencia la tenga es una creencia difundida (y errónea) debida a una lamentable falta de cultura científica en nuestro país (quien sabe como se enseña, por ejemplo, la física en los institutos sabrá que que hablo) y fomentada por unos medios también, a menudo, falto de cultura científica y que demasiada veces sacrifican el rigor en los altares de la espectaculariad y del tecno-optimismo.

En la vida de todos los niños llega el momento en que se dan cuenta que sus padres no son perfectos ni todopoderosos. Ha llegado el momento en que crezcamos de una vez, en que dejemos de esperar soluciones mágicas y en que nos demos cuenta que la ciencia es una creación humana y no es ni perfecta ni todopoderosa. Se trata, simplemente, del método mejor y más racional que tenemos para enfrentarnos a situaciones como esta.  


Tuesday 6 October 2020

El estilo Gabilondo

Sí, lo confieso, lo admito y lo asumo: me gusta mucho el estilo de Ángel Gabilondo. No puedo decir que estoy completamente de acuerdo con sus ideas politicas, pero aprecio muchísimo su estilo y a él como persona. De hecho, como ideas políticas estoy mucho más cerca de Podemos que del PSOE, pero como estilo y forma de hacer política aprecio más a Gabilondo que a Iglesias. Sé que decir esto en España es casi una blasfemia, pero es así.

No es el único político cuyo estilo aprecio. Ahora mismo puedo pensar en personas con cuyas ideas políticas me identifico mucho más, como Llamazares o, si me apuran, Garzón. Pero Gabilondo, dada la escasa consideración y las muchas criticas que parece tener su manera de hacer política, me parece un buen epítome en que centrarme. Además, el hecho que no pertenezca al partido que voto me ayuda a aislar su manera de hacer política de sus ideas.

Lo encontré y hablé con él, en varias ocasiones en su etapa de rector y siempre fueron conversaciones ineresantes y agradables. Creo que fue un buen rector, un buen presidente de la CRUE y un mediocre Ministro de Educación. Nadie es perfecto.

En el panorama de este tristísimo (por el momento) Siglo XXI, Gabilondo es seguramente una figura atípica. No grita, no insulta. Es capaz de juntar más de cinco parole en una frase con sentido y sin errores. Posee un vocabulario forbito, habla más por argumentos que por eslóganes. En un momento político triste y, se me permita, cutre como este, no me sorprende que no sea un ejemplo para el resto de la clase política.

Se le acusa de inactividad, de no hacerse oír y, efectivamente, es culpable de algo muy serio: habla mucho más en las sedes naturales de la política, los parlamento, que en los medios. Y, cuando habla, habla de una manera que los medios no entienden, por lo menos en un momento como este en que a la primera subordinada cortan el micrófono.

Gabilondo es, sin duda, un político de otros tiempos. Pero, dado el estado actual de la política, dado el ínfimo nivel del debate político, esto me parece más una virtud que un defecto. Así que sí, confieso: me gustaría que en España hubiera más políticos (de mi partido y de otros) que tuvieran la cultura y la urbanidad de Gabilondo.

Thursday 1 October 2020

Hay que investigar la actuaccion del(os) gobierno(s)

Un grupo de científicos ha pedido al gobierno que promueva una comisión de investigación sobre la respuesta de la administración a la crisis de la covid. La comisión debería ser técnica, no política, y su objetivo no sería buscar responsabilidades y asignar culpas, sino ver lo que se hizo bien y lo que se hizo mal, para, en posible crisis futura, aprender y repetir lo primero y evitar lo segundo.

Es una idea buenísima, y el gobierno debería acogerla y repetirla no sólo a novel nacional sino también a nivel de Comunidades Autónomas: deberíamos aprender de las diferencia entre quien lo ha gestionado mejor y quien lo ha hecho peor para evitar repetir los errores en caso en que algo parecido nos llegue en el futuro.

Todos, desde el gobierno central a las comunidades han tenido aciertos y cometido errores. Y si los errores pueden ser inevitables en una situación tan concitada y variable como la que estamos viviendo, también lo es aprender de ellos. Ya he escrito en otra ocasión (aquí) sobre la Comunidad de Madrid (vivo en Madrid, y no conozco bien las actuaciones de otras comunidades), y quiero ahora considerar algunas actuaciones del gobierno central que han tenido éxito negativo.
  1. El gobierno ha declarado el estado de alarma con un retraso de por lo menos dos días. Una declaración de estado de alarma el 11 o, como mucho, el 12 de Marzo nos habría encontrado en una situación epidemiológica mucho más parecida a la de países como Portugal y Grecia, que han tomado medida con más celeridad. Con "situación epidemiológica" me refiero aquí al número de casos detectados y a su distribución en el terrotorio, y no al número de muertos o a la fecha del primer muerto, como he visto hacer en varios periódicos. Las razones de esta elección las he explicado en otro escrito.
  2. El gobierno ha tardado demasiado en conseguir un número suficiente de test. Desde finales de Abril, España es uno de los países que más test hace por millón de habitantes, pero durante Marzo y parte de Abril el número de test fue claramente insuficiente. A finales de Marzo, Alemania hacía cada semana 511 test por cada millón de habitantes, frente a los 321 de España.
  3. El gobierno ha dejado el control de la desescalada demasiado pronto. El 25 de Junio, por ejemplo, Madrid estaba todavía en fase 2 y, una vez tomado el mando de la desescalada, ha pasado muy rápidamente a la fase 3 y luego a la "nueva normalidad". El gobierno debía haber mantenido el estado de alarma hasta que todas las comunidades hubieran vuelto a la normalidad y que la situación estuviera controlada.
  4. El gobierno tenía que haber tomado el control de la situación en Madrid a principios de Septiembre o, como mucho, a la mitad del mes, cuando estaba claro que la situación se estaba descontrolando.

Los americanos dicen que "hindsight is 20/20": siempre se tiene una visión perfecta de las cosas cuando estas han pasado, y es mucho más difícil decidir en el momento lo que hay que hacer, pero estos cuatro puntos me parecen fallos importantes en la acción del gobierno (hay más, sin duda, estos son los que se me ocurren en este momento). No está muy claro cuales han sido las razones de estos fallos, y una investigación seria debería averiguarlo para evitar repetir estos errores. Desde mi punto de vista personal, puedo hacer alguna hipótesis. Se trata de hipótesis mías, basada en lo que he visto y leído, es decir, en información muy parcial y, por tanto, no se le debería dar demasiado peso. Las ofrezco como contribución al debate.

  1. Las medidas sociales que hay que tomar están muy claras: restricciones de aforos, reducción de la movilidad, confinamiento. Decidir en que momento tomarlas es el problema principal. Tomarlas demasiado pronto daña la economía sin una verdadera ventaja epidemiológica; tomarlas demasiado tarde supone agravar la situación de la epidemia y también tener que adoptar medidas más duras. Italia, Francia e Inglaterra se ha encontrado en la misma situación y han cometido el mismo error.

    El 10 de Marzo el gobierno recomendó salir de casa lo menos posible y evitar contactos estrechos y reuniones de muchas personas. Se trata de recomendaciones que tuvieron éxito en Alemania (que nunca tuvo que decretar el confinamiento) pero no mucho en España, donde las terrazas siguieron llenas hasta el 13. El gobierno evidentemente se equivocó cuando valoró la eficacia de las recomendaciones.
  2. Durante todo el mes de Marzo el mercado internacional era muy complicado, y no había capacidad nacional para producir test en grandes cantidades. Países con más poder económico tuvieron la ventaja en este "seller market" muy competitivo, y España se quedó corta. Habría sido oportuno comprar más test en enero y febrero, pero aquí también juega le dificultad de decidir. En enero no estaba claro que la epidemia iba a llegar con tanta fuerza a Europa, y comprar más de lo que se necesita también expone el gobierno a critica. Es suficiente pensar, por ejemplo, a las críticas que se hicieron en su momento cuando el gobierno compró muchas más vacunas para la gripe aviar de lo que era necesario, pensando que la epidemia llegaría a España cuando, al final, no llegó. A veces es "damn if you do, damn if you don't".
  3. Aquí parece que el problema ha sido esencialmente político. El único instrumento legal que el gobierno de España tiene para imponer la desescalada es el estado de alarma, y las votaciones para prorrogar el estado de alarma se hacían cada vez más complicada. En la última el principal partido de la oposición votó en contra, y desde la oposición se gritaba cada vez más en contra del autoritarismo del gobierno, y varias comunidades presionaban para tomar el control de la desescalada. El estado de alarma se hacía cada vez más problemático. Una reforma legislativa relacionada con situaciones de emergencia médica puede ser oportuna en esto. Por otro lado, como opinión personal, siempre he pensado que en España el ejecutivo tiene demasiado poder, por tanto esta reforma debería estar conectada con otras reformas que permitan un mayor control del parlamento al ejecutivo.
  4. Aquí el problema es parecido al del punto 3. Quitar el control de la movilidad y del aforo a la Comunidad de Madrid habría creado una crisis con la oposición. Una intervención en Madrid habría dado material político a la oposición y probablemente habría tenido un coste electoral para el gobierno. Se trata de un coste que el gobierno debería haber sido dispuesto a pagar.

Como he escrito, estos comentarios son personales y tienen la misma validez que un billete de tres Euros. Por esto es importante que una comisión de técnicos, de médicos y epidemiólogos analice las actuaciones del gobierno y de todos los gobiernos autonómicos.

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