Sunday 16 July 2023

Como hacer bien las cosas y (quizás) perder las elecciones

La última legislatura ha sido caracterizada por una situación tan compleja que resulta inédita, y la acción del gobierno ha sido claramente determinada en gran parte por esta situación. El gobierno de coalición tomó posesión en enero de 2020, y a finales de Febrero se declaró la emergencia por coronavirus. El año 2020, y buena parte de 2021, fueron dominados por las medidas que fueron tomadas para enfrentarse a la emergencia sanitaria. Más o menos todos los gobiernos de Europa han tomado las mismas medidas, pero España tuvo el problema añadido de una caída muy grande del PIB, debida a nuestra dependencia del turismo y a la crisis del turismo internacional, que no se recuperó hasta 2022.

En 2021 otros problemas se añadieron, desde la borrasca Filomena a principio del año hasta el volcán de La Palma. En 2022 la rápida recuperación de la economía mundial causó una crisis de suministro que causó un primer aumento de la inflación, situación empeorada por la guerra en Ucrania y el consecuente aumento de la energía.

Decir que han sido años complicado es poco.

A pesar de esto, las previsiones catastrofistas (y, a menudo, interesadas) de las casandras locales no se han cumplido. Al contrario, hay muchas señales positivas. la inflación en España es de las más bajas de la Union Europeas, gracias, en parte, a la excepción Ibérica y a nuestra fuerte producción de energía renovable. Seguimos siendo el país con el paro más alto de Europa pero, si en 2018 el paro en España estaba 15 puntos por encima de la media Europea, hoy está 6 puntos. El número de afiliados a la seguridad social es el más alto de la serie histórica y, para citar un datos objetivo, en el primer trimestre de 2023 (un trimestre normalmente malo para la economía española, especialmente si, como este año, la semana santa cae en abril), el número de horas trabajadas ha sido de 660.000, el mejor dato de todos los semestre desde 2008. Y todo esto en una situación de inflación que, normalmente, destruye empleo.

Las empresas no siempre han ayudado: a pesar de las ganancias record de 2022, en España los sueldos en el sector privado han perdido poder adquisitivo. De hecho, España es al país donde los trabajadores han perdido más poder adquisitivo de Europa. Por otro lado, en los últimos años se han alcanzado muchos acuerdos con las partes sociales, cosa que no sucedía desde 2012, y se puede esperar que el reciente acuerdo de subida de sueldo ayude a paliar el problema.

Se han aprobado leyes importantes, desde la ley de eutanasia, a la ley de cadena alimentaria, la ley start-up, la ley de violencia de género, etc.

Cualquier gobierno que, en Europa, hubiera conseguido esto en unos años tan difíciles, ganaría las elecciones por goleada. Pero en España la situación es tan incierta que es posible que en Noviembre la derecha vuelva al poder. Algo que en el resto de Europa resulta difícil de comprender.

 

Se trata, indudablemente, de un efecto de muchas causas, pero una muy importante parece ser lo que llamo el "efecto Baudrillard": la desconexión entre la realidad y la percepción de la realidad. Su famoso "La guerre du golfe n'a pas eu lieu" sostiene, esencialmente, que nuestro acceso a la realidad es siempre mediado. ¿Qué hemos visto de la guerra del golfo (Baudrillard escribe en los años '90 y se refiere a la primera)? Un misil que destruye una chimenea. Esta es nuestra imagen de la guerra, una imagen estéril que no se corresponde al horror de la guerra real.

Nuestro acceso a la realidad política de un país es mediado por la prensa, la televisión, las redes sociales. Y sabemos muy bien que en este momento estos instrumento muchas veces distorsionan la realidad más que reflejarla.

Hay varias maneras de distorsionar la realidad. Una, muy sencilla y banal es la difusión de bulos, es decir, la difusión a sabiendas de noticias falsas. El ejemplo paradigmático de esto es el informe PISA sobre la financiación de Venezuela a Pablo Iglesias y a Podemos. La fuerza de estos bulos está en que, sorprendentemente, siguen funcionando incluso después que se demuestra su falsedad. Todavía hoy hay gente convencida que Venezuela financió a Podemos, a pesar de haber demostrado la falsedad de las acusaciones.

En esto ayuda un fenómeno que podríamos llamar la "modulación" de las noticias. Muy sencillamente: la noticia del informe PISA sale en primera página a toda página, mientras la noticia de su falsedad sale a página 15 en una columna (o el equivalente para las versiones electrónicas y televisivas).

En otras ocasiones se recurre a un mixto de falsedad y ocultación. Cuando se habla del paro, la derecha muchas veces introduce el tema de los fijos discontinuos, insinuando que estos contratos invalidan las cifras del paro. Se trata de ocultación: el paro se mide, desde siempre, como el número de personas que buscan trabajo. De la misma manera que se habla ahora se habría podido decir, hacia 2014-2016, que parte de la "bajada del paro" de esa época se debía a las personas que se iban del país o que, no teniendo ya prestaciones, renunciaban a inscribirse en las listas. Notamos que cuando se dan estas noticias no se usan nunca cifras. De hecho, la cifra del número de horas trabajadas desmiente estos bulos. A veces estos bulos se apoyan con declaraciones claramente falsas, como la que la UE conoce las cifras reales del paro y ha desmentido el gobierno. En realidad, un ojo a los datos de la UE revelan que las cifras que da para el paro en España son las misma que da el gobierno.

Si ocultar es difícil, otro recurso muy utilizado es hablar de otra cosa. Es fácil darse cuenta que en su discurso público el PP no dice esencialmente nada. Todo se reduce a descalificaciones personales sobre varios miembros del gobierno, a hablar de "eliminar el Sanchismo", o a insultos genéricos a la izquierda. Si todo falla, siempre hay el atout de ETA. El punto álgido de esta situación la encontramos en Madrid, donde la Presidente de la comunidad no habla prácticamente nunca de Madrid, no presenta un plan, una visión de la ciudad, no presenta un programa. En su lugar, fomenta el enfrentamiento y habla más del gobierno de España que de su comunidad.

Esta estrategia no sería posible sin la participación, más o menos consciente, de los medios de comunicación. A veces se trata de una colaboración consciente, dictada por intereses más o menos ocultos, como es el caso de la presentadora de un programa muy conocido que ha hablado mucho del problema de la "ocupación", magnificándolo mucho más allá de su impacto real, criticando la ley de vivienda como una ley "comunista", y que resultó ser propietaria de decenas de pisos turísticos. A veces se trata simplemente del mecanismo de la televisión unido a una preocupante ganas de "morbo" por parte de la gente: el enfrentamiento "vende" más que el debate inteligente.

Quizás este es el verdadero problema: mucha gente ya no quiere ver un debate racional e inteligente, prefiere el grito y el enfrentamiento. Se prefiere quien presenta un culpable a quien analiza problemas complejos. Se prefiere la acusación sencilla al análisis seria de los datos. El problema, como a menudo sucede, es cultural. Hasta que nuestra cultura cambie, hasta que nos hagamos más preparado a analizar las cosas y a enfrentarnos a argumentos complejos y no emocionales, la estrategia de la derecha seguirá funcionando.

 

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