Monday 22 October 2018

¿Cargarse la democracia para defenderla?

ISIS es, sin duda, un fenómeno inédito en el panorama del terrorismo internacional, que presenta nuevos problemas y nuevos desafíos. Esta vez no se trata simplemente de una organización terrorista, por extensiva y organizada que sea, sino de una entidad casi-estatal que, a pesar de no ser reconocida internacionalmente, controla un territorio, actúa como poder de facto en este territorio, y controla recursos y financiación. En este sentido, ISIS representa un salto calitativo incluso frente a organizaciones muy fuertes y extendidas como Al-Qaeda que, a pesar de su extensión, no cesaba de ser una red undereground de terroristas.

La territorialidad de ISIS proporciona, si no un mandato legal, por lo menos una legitimación parcial de acciones militares. Al contrario de las organizaciones terroristas anteriores, en que las acciones militares no tnían razón de existir por falta de objetivos, en este caso existen objetivos militares en un teerrotorio controlado por la organización. Se trataría, pues, de acciones de guerra. No una guerra tradicional entre estados que se reconocen mutuamente, pero algo muy parecido.

Lo que hay que preguntarse, por tanto, no es tanto la legitimidad de una acción militar cuanto su eficacia. Todo el mundo descarta una invasión y el envío de tropas en el terreno, y me parece una decisión correcta. La idea que una potencia militar fuerte con un ejercito tecnológicamente avanzado pueda fácilmente derrotar unos rebeldes menos avanzados es lo que animó a los Americano a entrar en Vietnam y a los Rusos a entrar en Afghanistan. Los resultados, los hemos visto.

Incluso cuando la invasión resulta en un éxito militar, como fue el caso de Irak en 2003, las consecuencias son a menudo desastrosas y van en la deirección opuesta a lo que se buscaba. El mismo Blair admitió hace poco que las causas de la situación en Oriente Medio en 2015 hay que buscarlas en la invasión de Irak en 2003. Ya hemos creado bastante problemas con intervenciones en el terreno: parece que por fin los estados occidentales están aprendiendo la prudencia, y están aprendiendo d elos errores del pasado.

Quedan los bombardeos que, todos lo admiten, tienen una eficacia limitada. ISIS no tiene gtrands centros nevrálgicos, no tiene ciudades industrializadas. Se trata de un estado difundido, desperdiciado, por tanto difícil de golpear. La alternativa de intentar destruir las vias de comunicación, por que pasa el petróleo que financia la organización, es buena. Habrá que ver si es también eficaz. Seguramente no destruirá ISIS, pero quizás conseguirá contenerlo y dar tiempo a las fuerzas moderadas de oriente medio de organizarse.

Otra cuestión son las medidas de emergencia, como la propuesta de Hollande de reformar la constitución para dar más poder al ejecutivo. Hay que rechazar estas medidas antidemocráticas firmemente, por inútiles y represivas. Cualquier policía con experiencia de antiterrorismo confirmará que las medidas de securidad públicas (las que se ven en la calle) no sirven contra una organización con medios y dinero: ellos tienen el contro, ya que ellos saben donde, cuando, y como van a atacar. Simplemente estudiarán las medidas irán alrededor de ellas. Incluso las acciones policiales como las que se están llevando a cabo en estos días, por útiles y necesarias que sean, no constituyen una solucción del problema, en cuanto son exclusivamente reactivas: se desarrollan después de un atentado y, si por un lado permite la necesaria aplicación de la justicia, por el otro no consiguen evitar atentados.

Absurda también la idea de cerrar las fronteras: la mayoría de los terroristas habían nacido en Francia y tenían nacionalidad francesa. Se trata de un ejemplo de "legislación en caliente" que cualquier estado racional debería evitar, pero que los políticos ven cada vez más necesaria como medio para responder a la presión de la opinión publica que pide "algo, ya, sea lo que sea". Se trata de una dinámica nefasta que los terroristas conocen y explotan.

Las armas más eficaces contra las células terroristas son el espionaje y la infiltración. Así se han conseguido la mayoría de los éxitos. Hay que parar los atentados ants de que se pongan en marcha, si no, ninguna medida de seguridad los parará.

Las medidas autoritarias sólo otorgarán más fuerz a a los terroristas. ISIS considera como una victoria la declaración del estado de emrgncia en Francia y la propusta de cambio a la constitución. Tienen razón: es una victoria del terrorismo. Nos están obligando a renunciar a los principios que proclamamos defendre, nos están obligando a transformar nuestros estados que ahora s parecen un poco más al suyo. No debemos caer en la trampa: la democracia se defiende manteniendo y extndiendo la democracia, y no reduciendola. Los americanos tienen un refrán: fighting for peace is like fucking for virginity. Creo que cargarse los principios de la democracia para defender la democracia está en la misma línea.

Monday 1 October 2018

Sánchez, la tesis y la universidad

Malos tiempos para el prestigio de las universidades españolas: un prestigio que en realidad, internacionalmente no ha sido nunca espectacular. Pero si hasta ahora internacionalmente estábamos asentados en una más o menos respetable mediocridad, ahora las cosas están empeorando hasta en el interior. Los casos del Master fraudulento de la (ex) Presidenta de la Comunidad de Madrid Cifuentes, de la (ex) Ministra de Sanidad Montón y del Presidente del Partido Popular Casado han llenado los periódicos este año. Hay que notar que, de los tres cargos mencionados, sólo dos son “ex”: el Sr. Casado no ha dimitido y ahora que el tribunal supremo no permite que se impute (Casado, en cuanto diputado, es aforado), no parece probable que lo vaya a hacer.

Casado se ha sentido probablemente acorralado, y en ciertas circunstancias la mejor forma de defensa es el ataque. Muy inteligentemente alguien le aconsejó (probablemente) echar dudas sobre la tesis doctoral del Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, algo facilitado por el hecho que la tesis de Sánchez, pese a haber sido calificada con la máxima nota, no es precisamente material de premio Nobel. Una tesis digna, esto sí, pero nada que quede en la historia de la economía política.

Algunos periódicos han cogido la ocasión y han acusado a Sánchez de plagio con, en realidad, muy pocos elementos dado que, cuando aparecieron las primeras noticias, la tesis se podía consultar sólo en papel en la biblioteca de la universidad y por tanto no se podía analizar usando los programas informáticos que normalmente se usan hoy. A los dos días, Sánchez publicó la tesis en Internet, junto con los resultados de dos programas informáticos que excluyeron el plagio. A este punto el argumento se transformó en una cacofonía, con dos líneas principales.

Por un lado, la oposición sigue disparando mientras se retira. Desde el antiguo “Sánchez no hizo la tesis”, pasando por el “plagio evidente”, se ha llegado a sostener de todo: se han cuestionado los estándares académicos sobre lo que constituye un plagio, se han creado nuevos, hasta de ha reinventado la definición de “falso positivo”. Fuera del plagio, se ha cuestionado el tribunal, se ha hablado de autoplagio (¡!) por los artículos científicos que Sánchez ha publicado durante el doctorado, se ha cuestionado la calidad de la tesis. Se ha hecho todo excepto, por el momento, criticar el color de la portada de la tesis.

Por otro lado, se ha hecho esto en el mejor estilo latino: todo el mundo habla de casos de que no sabe mucho, y quien menos sabe, más habla, y más alto. No recuerdo, por ejemplo, muchos artículos en que un profesor de universidad que dirige tesis doctorales fuera invitado para explicar cuáles son los criterios académicos de plagio, que quieren decir efectivamente valores como “13%” o “21%” que el programa produce, o porque se sospecha plagio (y se hace una verificación manual) sólo cuando el valor supera el 25%.

Lo importante no es saber, ni intentar saber: lo importante es publicar cualquier cosa que venda periódicos y publicidad. Esta falta crónica de rigor es una constante en el periodismo español, un tema muy serio y muy interesante que pero no podemos profundizar aquí. Me preocupa, aquí, sobre todo el desprestigio de la universidad. Herida de su propia mano, responsable de haber permitido la creación de un instituto chapucero que regala Master a políticos, la universidad tiene que hacer su propio mea culpa. Pero el ataque indiscriminado a sectores, como el doctorado, que necesitan ser potenciados y apreciados, un ataque motivado por lo peor de la política y el comercio, hace mucho daño, más de lo que la universidad se merece.

El doctorado en España es el gran olvidado del mundo académico, un doctorado débil, con un prestigio y unas posibilidades de salidas laborales de los candidatos mucho más limitadas que en otros países. Necesita recursos, necesita respeto y, sobre todo, necesita autonomía. Existe el riesgo que bajo la presión de los escándalos (los de verdad y los fabricados) se acabe con la solución de siempre: más controles, más normas y más burocracia. La universidad española tiene una reputación internacional muy baja. Buena parte del problema está en el corsé de normas a menudo inútiles que le impiden trabajar. Añadir más burocracia sería el contrario de una solución. Yo apuesto que es justo lo que se va a hacer.

Friday 14 September 2018

Y Sánchez publicó la tesis

Sobre el tema de la tesis de Pedro Sanchez, Presidente del gobierno, la oposición me está dando la impresión de un ejercito que sigue disparando a pesar de que se está retirando. Veamos un poco la evolución de las cosas:
  • Se sostiene que Sánchez no ha hecho la tesis dado que no se puede consultar. Sánchez autoriza su consulta en la biblioteca.
  • Se sostiene que la tesis la hizo Ordoñez. Ordoñez desmiente.
  • Se sostiene que Sánchezs, si no tiene nada que esconder, derbería hacer pública la tesis. Sánchez la hace pública.
  • Se sostiene que ha plagiado. Los programas informáticos verifican que no.
  • Se duda sobre la calidad del tribubal, dado que Sánchez conocía sus miembros. Resulta que esta es la praxis para doctorados en todas las universidades del mundo.
Ahora sólo espero a que Ciudadanos critique el color de la portada de la tesis. Es lo único que le queda.

Friday 24 August 2018

Sacar a Franco

El gobierno de Pedro Sánchez ha aprobado hoy (escribo el 24 de Agosto) un decreto ley que permite exhumar el cuerpo del dictador Francisco Franco de la tumba-mausoleo que tiene en el complejo del Valle de los Caídos, cerca de Madrid.

Prima facie, parece una medida con que casi todo el mundo (a parte una minoría de nostálgicos) debería estar de acuerdo. El año pasado una proposición no de ley con que se instaba el (entonces) gobierno Rajoy a proceder a la exhumación fue aprobada con los votos positivos de todos los partidos con la excepción del PP que se abstuvo. Nadie votó en contra.

Por otro lado, ahora que la medida tiene posibilidades de llevarse a cabo, las cosas han cambiado bastante. Ciudadanos y el Partido Popular se han manifestado en contra de la medida: C’s ha declarado que se abstendrá, mientras el PP no sólo votará en contra, sino que amenaza de recurrir el decreto ley.

El argumento del PP es una obra maestra de duplicidad política. Su argumento principal es que el recurso al instrumento del Decreto Ley por parte del gobierno es ilegítimo en cuanto la constitución reserva este instrumento para asuntos “urgentes”, y la exhumación no reviste, sigue el PP, carácter de urgencia.

El partido olvida que el gobierno Rajoy (con mayoría del PP) hizo, entre 2012 y 2018, un uso tan masivo y abusivo del Decreto Ley que el Tribunal Constitucional dictó contra ese gobierno dos sentencias de inconstitucionalidad. Una para la amnistía fiscal y una, más general, para el uso abusivo que el gobierno hacía de los decretos ley. Parece que para el PP no valen las mismas normas que para los demás partidos, un punto de vista a que ya nos tienen acostumbrados.

La oposición de Ciudadanos parece más oportunista. Hace un año, cuando se produjo la votación en el congreso, el PSOE estaba en su momento más débil, y cada nueva encuesta revelaba una pérdida importante de votos. En esa situación, asumir una posición “de izquierdas” sobre un asunto simbólico como la exhumación de Franco podía servir a Ciudadanos para captar parte del voto que se iba del PSOE. Ahora la situación ha cambiado: las encuestas presentan un PSOE fuerte (que esta fuerza sea real y no un efecto “luna de miel” queda por ver) y un PP débil que además, con la llegada de Casado, se ha desplazado a la derecha. Se ha abierto así un espacio político a la derecha de Ciudadanos en que es posible que el partido pueda conseguir votos; un espacio, en este momento, mucho más prometedor que el espacio a la izquierda entre Ciudadanos y el PSOE. En esta situación, tomar posiciones demasiado “de izquierda” puede no ser rentable para el partido de Rivera.

A esto hay que añadir que el año pasado, con Rajoy en el gobierno, la proposición no de ley era nada más que un gesto simbólico, sin consecuencias prácticas (la probabilidad que un gobierno del PP saque al dictador del mausoleo es prácticamente nula) y, por tanto, sin coste político. Ahora que se trata efectivamente de exhumar a Franco, ahora que sí se puede hacer, el coste político en un país como España, con una derecha muy anclada al pasado, puede ser relevante, y ni el PP ni C’s, en el medio de una lucha por la hegemonía de la derecha, quieren arriegarse a pagarlo.

Wednesday 4 April 2018

Cristina Cifuente o: como conseguir un Master

El caso del Master de Cristina Cifuentes está llenando en estos días las portadas de los periódicos. Las acusaciones de haber obtenido un trato de favor son muy insistentes, y se basan principalmente en tres puntos:
  1. Una asignatura “fantasma” en que Cifuentes resultaba no evaluada y que, dos años después, se convierte mágicamente en aprobada con 7.5 a manos de un funcionario de otro departamento que modifica el acta.
  2. Irregularidades en la defensa del Trabajo de Fin de Master (TFM), que ni Cifuentes ni la Universidad han producido por el momento, y que parece no haber sido presentado. Cifuentes ha presentado un acta de la defensa, pero resulta que dos de las tres firmas son falsas, y parece que el acta ha sido fabricada después que la noticia del Master saliera en los periódicos.
  3. Duda sobre su asistencia. El Master que cursó Cifuentes tiene asistencia obligatoria, pero Cifuentes se matriculó (fuera de plazo, y ya esto es irregular) en Diciembre, cuando ya las clases estaban acabando. Además, sus compañeros de cursos no recuerdan haberla visto a clase ni en los exámenes. Cifuentes era, entonces, un político muy conocido, y delegada del gobierno en Madrid, haciendo poco probable que su presencia (de haberse producido) pasara tan inobservada.

Todavía no hay datos para saber con seguridad si Cifuentes ha conseguido el Master regularmente o no. Hay muchas cosas que no cuadran y sobre que ni Cifuentes ni la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) han dado explicaciones razonables. De hecho, cada nueva explicación empeora las cosas y crea más contradicciones.

Aquí algunas cosas que, creo, Cifuentes y la URJC deberían aclarar:
  1. En una asignatura de Master hay entre 10 y 20 alumnos y casi nadie sale no evaluado. Es muy poco probable que el profesor no se hubiera dado cuenta de que en 2012 Cifuentes resultara no evaluada. Esto aun asumiendo el hecho, poro probable, que un profesor no note que una de sus alumnas es la delegada del gobierno.
  2. En el momento de traspasar las notas al acta el sistema informático (se llama Sigma, todas las universidades de Madrid lo usan) avisa si hay estudiantes sin calificar: el profesor tiene que confirmar los no calificados uno por uno antes de poder traspasar las notas al acta. Imposible que el profesor de una clase con 20 alumnos se le hubiera escapado.
  3. El estudiante recibe un email con su nota. En este caso doy a Cifuentes el beneficio de la duda: en ese momento era delegada del gobierno, por tanto muy ocupada, y es posible que el email se le haya escapado.
  4. La nota fue subsanada por una funcionaria administrativa dos años después. Esto es imposible: desde que se cierran las actas para cambiar una nota es necesaria una petición por escrito del profesor de la asignatura, firmada por el mismo profesor.
  5. Para defender el trabajo de fin de Master es necesario certificar que se han aprobado todas las asignaturas, por tanto el fallo debería haber sido subsanado antes de la defensa, y no después, como pasó.
  6. La URJC no quiere enseñar el trabajo de Cifuentes por protección de datos. Esto es absurdo: el TFM es un trabajo público, que se guarda en la biblioteca de la universidad y que debería estar abierto al público.
  7. La URJC dice que el trabajo de destruyó en 2016, cuatro años después de la defensa, así como permite la ley. Esto es falso: lo que se destruye tras cuatro años son los exámenes de las asignaturas, un TFM no se destruye, dado que una copia queda en la biblioteca.
  8. Todavía no hay explicación por la matrícula de Cifuentes, que resulta en fecha 21 de Diciembre, cuando el plazo ya estaba cerrado y las clases de ese semestre casi terminada: ¿cómo pudo Cifuentes cumplir con la asistencia obligatoria de ese Master?
  9. De hecho, sus compañeros de curso no recuerdan que haya asistido a ninguna clase ni que se haya presentado a los exámenes. ¿Se le dio un trato de favor?
  10. La URJC defiende que el acta habría aparecido sin sello ni registro porque se envió a secretaría por correo ordinario y se debió de traspapelar.. Esto es imposible: las actas las entrega el secretario del tribunal personalmente en secretaría.
  11. Cifuentes sostiene en un tweet: “El correo electrónico es evidencia más que suficiente acerca de dónde partió la solicitud: del propio profesor de la asignatura, que ha declarado que antes de hacerlo comprobó el examen y la nota que había obtenido: un 7,5”. Esto es imposible: las modificaciones de actas no se pueden hacer por correo electrónico: el docente debe presentar una petición en papel, firmada, en secretaría.

Me parece que este asunto del Master es preocupante en cuanto demuestra que cierta costumbre a la impunidad que pensábamos estaba desapareciendo de la escena es, en realidad, más común de lo que pensábamos.

No conozco personalmente a la Sra. Cifuentes, pero por sus actos y su trayectoria política hasta ahora no dudo que es una persona muy inteligente, seguramente una persona capaz de sacarse un Master sin recorrer a trucos.

Cuando se sacó el Master era Presidenta del gobierno, un trabajo que ocupa mucho tiempo y con horarios irregulares. Otra persona quizás habría elegido un Master no presencial, como los (muy buenos y muy bien considerados) de la UNED. O, simplemente, otra persona habría tenido la humildad de reconocer que en ese momento tenía demasiadas cosas que hacer para cargarse con el trabajo de un Master y lo habría dejado para otro momento.

Pero un político no. En España un político ha crecido con la idea de que cualquier deseo suyo tenga que realizarse, que nadie le puede decir que NO. Por tanto se ha apuntado a un Master presencial (en una universidad "amiga"... otro concepto típicamente político, de mentalidad de cosca) y ha maniobrado para aprobar las asignaturas sin ir a clase ni presentarse a los exámenes (esto es lo que sostienen sus compañeros de Master), haciendo trampas con las actas y trampas muy chapuceras con el TFM.

Todo con la idea de que la impunidad esté garantizada.

No culpo a Cifuentes especialmente: ella ha tenido la mala suerte de que la han pillado. Se trata de una costumbre muy difundida, algo que los políticos absorben durante toda su carrera y que al final puede causar la caída hasta de personas inteligentes y, creo, sustancialmente honestas como Cifuentes.

La idea de que cada deseo de un político deba automáticamente verificarse, de que ninguna puerta tiene que quedarse cerrada es uno de los motores de la corrupción y de muchos males de este país. El hecho que Cifuentes, por lo que parece, ha caído en ello debería hacernos más vigilantes frente a las acciones de todos los políticos.

Friday 16 March 2018

Chueca ha Muerto (el barrio, no el compositor)

En la calle Barbieri, en Chueca, había hasta hace un par de años una droguería donde iba a comprar jabón, champú y material de limpieza, y que cerró cuando su dueño se jubiló.

La tienda tenía una fachada apreciable: una vieja fachada de madera, con un rótulo con caracteres racionalistas; una de esas fachadas de los años ’30 o ’40 del siglo XX, antaño muy comunes en las ciudades europeas. Sin ningún valor artístico, era uno de esos detalles que representan la historia de un barrio, que lo anclan a su pasado, que hacen de él algo más que un lugar anónimo en que vivir.

El fondo fue vendido, y la fachada de madera ha sido destruida, remplazada por la imagen corporativa de una empresa, una imagen de-localizada, igual en todo el mundo, sin historia y sin raíces en el barrio, una imagen que dice que podríamos estar en cualquier lugar: en Madrid, pero también en Paris o en Berlón. Algo anónimo, sin vida. Han destruido algo único para crear algo ordinario.

No es el único cambio en esta dirección. Hace años, el mercado de San Antón (que necesitaba desesperadamente una reforma) fue derribado y transformado en una pijada para turistas. Los habitantes del barrio ya no tienen mercado (a menos que no le interese comprar queso francés a precio de oro o hamburguesas “de siseño”). lAs tiendas donde la gente del barrio compraba han desaparecido: sólo quedan restaurantes, bares, y cadenas multinacionales.

Chueca está muriendo. El barrio se está transformando en otro lugar anónimo, con el mismo aspecto, las mismas tiendas, los mismos turistas que en todas las ciudades turísticas del mundo. Chueca ya no es un barrio para vivir, sino una Disneylandia vulgar y anónima para turistas que viajan buscando en otra ciudad una copia de lo que ya tienen en la suya.

Thursday 8 February 2018

1989: el capitalismo se quita la máscara

El año 1989 representa un momento fundamental en la historia del capitalismo moderno y de su relación con la tecnología: es el año en que, con la caída final del imperio comunista de la URSS, el capitalismo pudo dejar de fingir, pudo por fin revelar su naturaleza anti-humanista y utilizar sin limitaciones los instrumentos tecnológicos a su disposición para empezar la destrucción del hombre solidario y político que constituía el ideal de la modernidad desde la ilustración. Es el año en que el materialismo y el egoísmo empiezan sus rápida subida en la escala de los valores sociales.

Desde la mitad del siglo XIX hasta el final de la guerra fría y sobre todo tras la segunda guerra mundial, el capitalismo occidental fue fuertemente condicionado por el miedo al comunismo, por la posibilidad de una revolución obrera en los países occidentales. Incluso cuando fue claro que el estado soviético (que de soviético no tenía nada desde 1920) se había transformado en un régimen conservador hasta el inmovilismo y que por tanto su experimento hacia el comunismo había fracasado, incluso entonces el miedo permanecía. Había en el mundo países y movimientos que, muchas veces sin adherir al comunismo centralista soviético, buscaban alternativas al capitalismo, desde la Yugoslavia de Tito hasta el Chile de Allende o la Checoslovaquia de Dubceck.

La respuesta del capitalismo fue doble. Por un lado, en las naciones periféricas, represión brutal y apoyo a dictaduras "amigas" (Pinochet, Videla, Trujillo, Marcos, Noriega, Rezha Palhavi,...), por el otro, el uso de Europa como un escaparate para crear una narrativa alternativa al comunismo, para demostrar que el capitalismo era el aliado natural de la democracia representativa, abierto a experiencias sociales nueva (pero no demasiado fuera de la norma, sobre todo, que no pusieran en entredicho los fundamentos del capitalismo) y, sobre todo, que los obreros, la clase dominante en la vision estalinista y post-estalinista de la sociedad, vivían mejor en los países capitalistas que en la URSS.

La preparación del escaparate anti-comunista tenía dos aspectos: uno económico (el capitalismo como garantía de bienestar de la clase obrera) y uno político (el capitalismo aliado de la democracia burguesa que garantiza la representación política y sindical de la clase obrera). El compromiso entre política y economía resultó en los "treinta gloriosos" (la expresión es de A. Badiou), los años entre 1945 y 1975 caracterizado por la creación del estado de bienestar y por un aumento vertiginoso de la calidad de vida en la Europa occidental democrática (es decir, con la excepción de España, Portugal y Grecia).

Con la implosión de la URSS bajo el peso de sus propias contradicciones, el capitalismo ya no necesita su escaparate, y su verdadera naturaleza y objetivos pudieron revelarse. En los últimos 30 años la economía ha roto su compromiso con la política y ha reducido cada vez más su espacio de acción hasta transformarse en la ideología hegemónica. El estado de bienestar ha sido eliminado o transformado en un negocio gestionado con criterios de rentabilidad; el gasto público se ha convertido de una función esencial (que es necesario financiar con impuestos progresivos) en un "problema estructural"; la educación ha sido sometida a una gestión de tipo industrial, transformándola de instrumento al servicio de las personas a una empresa para la producción de "recursos humanos", entrenados y dóciles; los derechos civiles y políticos han sido erosionados; las relaciones laborales han vuelto a un estado previo a 1917: unas relaciones desiguales entre quien detiene el poder económico y quien está sometido a él.

Pasado el miedo al comunismo, el capitalismo ha podido revelar su faceta más auténtica, al de un sistema anti-humanista en que las personas son instrumentos sometidos al objetivo primario: el bien del sistema económico. La economía, creada como instrumento al servicio de las personas, se ha transformado en un tirano que las personas deben servir.

El liberalismo político, nacido de la ilustración, es una disciplina humanista: a pesar de la universalidad y abstracción de su racionalidad, se trata de una racionalidad humana. Sus derechos son derechos de individuos en carne y hueso, y su mito del progreso se refiere a un progreso social y humano, un progreso de las personas en cuanto actores políticos de su sociedad. No es así en el caso del liberalismo económico. Se trata en este caso de una disciplina que tiene como objeto el buen funcionamiento de un sistema (a saber, el sistema económico) no tanto como instrumento para el bienestar social, sino como fin en si mismo. El bienestar social está subordinado a las exigencias del sistema. La perdida de derechos, la precarización del trabajo, el traslado de la producción a países donde esta se realiza en condiciones de esclavitud sustancial, todo esto se pone en marcha porque es bueno para el sistema (y para la elite que lo controla, claro está). Que sea malo para las personas que, supuestamente, el sistema económico debería servir, esto poco importa.

La victoria aplastante del capitalismo ha supuesto cambios mucho más profundos que la dominación de la economía y la vuelta a relaciones laborales típicas del siglo XIX. Por un lado, supone un intento muy claro de acabar con el hombre en cuanto "animal político", de devolverlo a un estado de natura donde cualquier forma de organización solidaria es eliminada. El individuo ideal del siglo XXI es un individuo centrado en si mismo, un "homo oeconomicus" que busca su propia ventaja material y que entra en relaciones de solidaridad (parcial y limitada en el tiempo) sólo cuando esto sea útil para su propio beneficio. Es el hombre competidor para el cual los otros sólo representan posible obstáculos o recursos para sus fines privados. La esfera de lo privado era considerada por los Griegos la esfera de lo banal, de las funciones inferiores del hombres (la palabra con que se indicaba esta esfera, ιδιος, es la raíz de nuestra palabra "idiota"); la actividad propia del hombre libre era la actividad política. La ideología neoliberal visa a invertir esta situación, a enjaular a las personas en la esfera de lo privado, destruyendo la esfera de lo político.

El prototipo de este nuevo individuo es la persona con el "smartphone", sorda y ciega a lo que sucede a su alrededor: sorda porque sus oídos están tapados por auriculares, ciega porque su mirada es capturada por la pantalla. Se trata de una persona que está en el espacio común sin estar verdaderamente allí, del ejemplo más claro de como el individuo del siglo XXI ya ha perdido el sentido de la acción común. El espacio "cyber" en que este individuo no es un espacio político. El narcisismo del "selfie" ha remplazado la mirada dirigida al mundo y a sus problemas.

El primato de la economía, evidente en el capitalismo post-1989, aspira por tanto a un objetivo muy ambicioso: deshacer 250 años de cultura política, devolver el individuo a un estado de natura, eliminar el espacio político y remplazarlo con el tecnicismo económico, un espacio en que no hay libertad de acción en cuanto el comportamiento adecuado se determina con medios técnicos con la certidumbre de un teorema matemático. EL individuo ideal del neoliberismo es un individuo a quien intentar ser libre de las imposiciones de las economía debe parecer tan absurdo como intentar no respetar el teorema de Pitagora.

Un segundo aspecto de la victoria del capitalismo es el triunfo del materialismo y la progresiva desaparición de lo que Marx llamaba la "superestructura". Las únicas funciones primarias admitidas por el capitalismo moderno son la producción y el consumo. Cualquier manifestación humana debe justificarse en términos de incremento de la producción o del consumo. Nada tiene valor que no tenga valor de mercado.

Cualquier valor que no sea cuantificable en términos de dinero es condenado a desaparecer. La cultural sobrevive sólo en uno "star system" cultural, la cultura de los "best sellers", de las subastas millonaria de cuadros de "famosos", de conciertos de masa, de música enlatada. La cultura sobrevive sólo en la medida en que ha sabido convertirse en mercado. La religión, por otro lado, es condenada a una batalla de contención en que las únicas partes vitales son los fundamentalismos. Las religiones tradicionales consiguen sobrevivir sólo librando una batalla absurda contra la laicidad (olvidando el enemigo común, el materialismo del conmsumo). Esta radicalización de la religión se caracteriza en Europa por un resurgir de los aspectos ritualisticos y tradicional del Cristianismo tras la vocación popular y solidaria del Concilio Vaticano II durante los "treinta gloriosos". En Oriente Medio, como sabemos, el fundamentalismo se ha unido a la luchas para el mantenimiento de la identidad cultural, con consecuencias mucho más trágicas.

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