Thursday 13 October 2011

¿Socialdemocracia o Neoliberismo?

A parte las polémicas, un poco estériles, que caracterizan toda campaña electoral en la era de la televisión (máxime en la era de la televisión basura), el próximo 20 de Noviembre los electores deberán decidir entre dos modelos de desarrollo social. Con un poco de simplificación podemos caracterizar estos dos modelos como el Socialdemócrata y el Neoliberal. Con aún más simplificación podríamos decir que habrá que elegir entre una sociedad con fuerte carácter social y servicios públicos y una con énfasis en el sector privado y estado reducido. O, para simplificar una vez más, entre un gobierno con alto ingreso y uno con bajos gastos.

Claramente, en todo caso habrá que hacer cambios y ajustes relacionados con la situación actual, pero la base en que se insertarán estos cambios será una de las dos: la Socialdemócrata o la Neoliberal.

Para elegir nuevas alternativas no es mala idea echar un vistazo al pasado. Al fin y al cabo, como escribió Edmund Burke "those who don't know history are destined to repeat it." Y si miramos a como estos dos modelos han funcionado en el pasado, no cabe duda que el Socialdemócrata gana por KO técnico.

Falta no hace (no debería) recordar que fue el New Deal, un plan de inspiración casi Socialista que sacó EE.UU. de la última crisis comparable con la actual, la de 1929.
Tras la segunda guerra mundial, Europa fue, grosso modo, socialdemócrata desde 1948 hasta la década de los '80, y neoliberal después (España, en esto, es un caso aparte, a causa de la dictadura). En este periodo hubo quizás el incremento más grande en nivel de vida que se recuerde en la historia de Europa. La esperanza de vida aumentó de diez años, la educación hizo un salto impresionante, se impuso el acceso universal a la universidad y a la sanidad. En 1948 Europa era un continente pobre, con alta tasa de analfabetismo, y una presencia importante de enfermedades de infección. En 1985, tras 40 años de Socialdemocracia, Europa tenía la calidad de vida más alta del mundo.

En los mismos EE.UU. en los años '50, una de sus épocas de mayor prosperidad y desarrollo económico, los impuestos para las clases más pudientes llegaban al 65%.
Tampoco parece cierto que la bajada de impuestos sea necesaria para fomentar la inversión y el desarrollo económico: España y Grecia tienen una presión fiscal muy por debajo de la media Europea, Finlandia y Suecia muy por encima. A pesar de esto la industria se ha desarrollado y sigue invirtiendo mucho más en estos últimos dos países que en España o Grecia. Hay factores culturales mucho más importantes que los impuestos y. Si estos factores son presentes, las inversiones existirán independientemente de la presión fiscal. Si no son presentes, impuestos bajos resultarán simplemente en un desperdicio, en cuanto las clases adineradas no usarán el dinero para inversiones productivas. Esto es cierto sobre todo en España, país que nunca tuvo una burguesía emprendedora y donde muchas de las grandes fortunas están relacionadas con la antigua aristocracia terrera, y son improductivas.

El neoliberalismo ha sido, prácticamente siempre, un fracaso social. Incluso en EE.UU., el país en que se ha creado y en que se daban las mejores condiciones culturales y económicas para su éxito, la revolución neoliberal ha aumentado la pobreza, reducido la calidad de vida, reducido el acceso a la sanidad y a la universidad. La carga de trabajo y la inseguridad que el neoliberalismo ha supuesto para las clases pobres ha sido mencionada como causa determinante de la disgregación social que los EE.UU. viven desde los años ’80. El neoliberalismo empobrece la gente y destruye la sociedad.

En el mundo, el neoliberalismo ha creado un sistema en que el 1% más rico posee más riqueza que el 90% más pobre, en que un tercio de la población mundial vive en la pobreza. Claro, el neoliberalismo no ha inventado el hambre en el mundo, pero es cierto que desde 1980 el problema ha empeorado notablemente.

La elección parece ser entre un sistema que ha funcionado, que ha conseguido frenar la codicia de los mercado y hacer sí que trabajaran para el bien común, y un sistema que se ha basado en esa codicia, generando pobreza y desigualdad.
La única ventaja (importante) que tiene el sistema neoliberal es un aparato notable de propaganda. Como dijo un editorialista del New York Times: "El sistema ha convencido a los pobre que en realidad son ricos que están pasando una mala racha".

Lamentablemente, en la era de la televisión, la propaganda lo es todo, y por esto es muy probable que el sistema de la codicia y de la pobreza gane las elecciones en Noviembre.

Tuesday 4 October 2011

¿Democracia?

El gobierno central y las administraciones locales justifican los recortes diciéndonos que no hay alternativa, que hay que recortar para generar confianza en los mercados. Es una explicación importante porque, en cierto sentido, nos dice sobre nuestra situación política más que los recortes mismos.

Notamos que los recortes no se justifican por ser gastos inútiles. Ni siquiera la Sra. Aguirre o la Sr.a De Cospedal los justifican así, mucho menos el gobierno central. No se están recortando gastos que no sirven para nada (medida que, incluso en tiempos de crisis, tendría cierto sentido). No: se están recortando el gasto sanitario y el gasto en educación, que cierto inútiles no son, el primero teniendo que ver con nuestra salud, el segundo con nuestro futuro.

El el afán de recortar, se olvidan incluso los problemas económicos de España: muchos economistas y muchos institutos internacionales advierten que los recortes deprimirán la economía, impedirán la recuperación y, al contrario, generarán recesión. Además, en un momento en que todos los políticos reconocen que el problema principal de España es el paro, hay que notar que sólo los recortes en Madrid y Castilla La Mancha han generado casi 10.000 parados. Si esta es la manera con que las administraciones piensan resolver el problema más importante de España (según su misma admisión), no la entiendo.

En ciertas administraciones de derecha, los recortes y el ataque al estado de bienestar tienen una justificación ideológica, no cabe duda. Pero preocupa más la justificación del Presidente del Gobierno para los recorte que el impuso: "No podemos hacer otra cosas". El problema verdadero es que creo que Zapatero tenga razón.
Si por un lado la elección de que recortar es a menudo política (sanidad y educación para el PP), la decisión de recortar ya no está en mano de los políticos. Los mercados financiero, que tienen a los estados en su poder a través del control de la deuda, imponen y disponen. Hay que hacer recortes no porque pensamos, políticamente, que son útiles, no porque los Españoles han decidido que se trata de una medida necesaria para salir de la crisis. Hay que recortar, simple y llanamente, porque los mercados financiero lo quieren, y tienen el poder para imponer lo que quieren.

Si esto es cierto, entonces ya es tarde para luchar para defender nuestra democracia: ya la hemos perdido. En una democracia el poder está en el pueblo, pero si la justificación que nos ofrecen para los recortes es cierta (y yo creo que lo es), el pueblo ya no tiene el poder. Vivimos en un régimen de oligarquía económica, en que los bancos de inversión, las agencias de calificación, y organismos no-democráticos como el FMI tienen el poder decisiones, y la política (es decir, indirectamente, el pueblo) solo puede obedecer.

Thursday 1 September 2011

La Europa de los mercados

La intervención puntual del BCE y la baja de la prima de riesgo Española no cambian una situación que muchos expertos y periódicos han venido denunciando desde hace varias semanas.

La situación insostenible de una Europa de los mercados, sin una coherencia política, una Europa
que en los últimos veinte años ha desviado de sus mejores intenciones para convertirse en un mecanismo perfecto para los especuladores, en una entidad con una moneda única pero sin una política económica única.

Se ha dicho muchas veces que es necesario volver a una Europa en que la política prime sobre los mercados. Lo lejos que estamos de esta Europa lo revela la facilidad con que se está vaciando el
tratado político más emblematico de la Europa "de los ciudadanos", él de Shenghen sobre la libre
circulación, mientras que las clausolas del tratado de Maastricht que han contribuido a la
debilidad de los gobiernos frente a los especuladores no se ponen en discusión.

Economistas, intelectuales, periodistas y el movimiento 15-M han debatido en varios foros la
necesidad de recuperar del primato de la política, y se trata sin duda del debate más apasionante e importante de este otoño electoral. Pero, por el momento, la política parece desintersarse
del problema, sobre todo los hombres que se enfrentarán a las urnas para gobernar España.

Estamos entre el Sr. Rajoy, que habla sólo de recuperar la confianza de los mercados (sin decir como, e ignorando lo volátil y rapaz que es tal confianza: si les damos algo, los mercados siempre pedirán más), y un Sr. Rubalcaba que dice y no dice, pero que al final parece dispuesto a implementar sin discutirlo el plan de austeridad que los mercados exigen, y aprueba la reforma de la costitución. Los políticos, parece, prefieren hablar de otras cosas.

Un desarrollo separado fuera de Europa ya no es viable: el proceso de integración económica es prácticamente irreversible. Si no consegue fomentar una via política a la unidad Europea que la defenda del poder de los mercado, España tendrá que recitar, con mucha amargura, las palabras de
Ovidio: nec sine te nec tecum vivere possum. Pero no se tratará de amor, sino de pobreza.

Sunday 21 August 2011

El Papa en Madrid

Tengo suerte: no soy creyente. Tengo suerte porque, de esta manera, no tengo mucho que quejarme por la visita del Papa en Madrid: justo el escándalo del gasto público, del descuento innombrable para el uso del transporte público (si fuera un turista "normal"... ¡oh, como me enfadaría!), los descuentos fiscales a los patrocinadores, el uso de centros públicos (mientras que los participantes a otros eventos tienen que pagarse el hotel).

Ningún problema, naturalmente, con la JMJ en si: me parece fenomenal que jóvenes de todo el mundo se encuentren para celebrar su fe. Pero, como dice un lema de la manifestación laica, no con mis impuestos, please.
Pero si fuera católico, entonces sí que me cabrearía. Me enfadaría viendo que como guia espiritual llega rodeado de una escenografía digna de Lady Gaga, de que se parece más a una estrella del Rock que al cura que debería ser, de que mis principios espirituales se están usando para montar un vulgar espectáculo mediático. (Quizás también pensaría que es raro ver tantas banderas nacionales para celebrar una iglesia que se define católica---es decir: universal; pero, ¿quien sería yo para juzgar a los demás?).

Pensaría que se está usando mucha arrogancia y mucho dinero para propagar una religión basada en la humildad y en la pobreza. Pensaría que las personas que, dentro de la iglesia, viven de verdad los ideales cristianos acogiendo a emarginados, ayudando a drogadictos, han sido una y ora vez discriminados por la misma iglesia. Me indignaría que el Papa discrimine a los Cristianos de verdad.

Jesús pasó su vida entre los pobres y los excluidos, la terminó ejecutado entre dos ladrones, y me indignaría que su vicario en tierra se encuentre tan bien con un poder arrogante, y tan mal con los pobres a quien ni se acercará.

Pensaría que hace 2.000 años el Papa habría estado del lado del Sinedrio, y que habría gritado crucifige.
Si fuera católico pensaría que el gigantismo de la organización de esta visita, cuando hay en España personas que buscan comida en la basura de los supermercados, ridiculizaría los fundamentos de mi religión.

Pero, afortunadamente, no soy creyente, gracias a Dios.

Monday 1 August 2011

Addendum a Telefónica

Un pequeño addendum a mis consideraciones sobre la empresa Telefónica, de que hablaba en el último artículo. Este año los beneficios de la empresa han sido de 3.162 millones de euros, un 16,3% menos que en el mismo periodo del año anterior.

Buena parte de la responsabilidad de este calo se debe a la depreciación de la participación de Telefónica en Telecom Italia (353 millones de pérdida); una participación que, sin duda, fue decidida a los niveles más altos de la empresa: los mismos niveles que este año se han compensado con 450 millones de premios.

Así funcionan las cosas en el nuevo capitalismo especulativo. El antiguo capitalismo (el capitalismo industrial) se fundaba en la cultura del riesgo: las decisiones correctas se ven premiadas con el éxito, mientras que las decisiones equivocadas se pagan.

En el capitalismo especulativo las cosas no funcionan así, evidentemente: el trabajo de los empleados se castiga con el despido, mientras que las decisiones que han costado a la empresa 350 millones se compensan con premios millonarios.

Dos observaciones se imponen: cualquier sistema económico que si base en esta ética de la prevaricación merece desaparecer, y cualquier sistema legal donde este comportamento sea legal necesita reformas urgentes.

Tuesday 12 July 2011

Los mitos de la nueva economía

La derecha económica española (PP, PSOE, y algunos partidos menores en número de votos pero no en representación) nos sigue proponiendo el mito industrial del capitalismo, según el cual los ciudadano tienen que sacrificarse por el bien de la economía, es decir, por el bien de las empresas. Se trata de un viejo mito, que en algún momento hasta ha funcionado relativamente bien. El mito nos dice que un país tiene que ayudar sobre todo a las empresas (y, por supuesto, a los empresarios), ya que cuando las empresas ganan dinero, crean puestos de trabajo, con los puestos de trabajos hay sueldos, y con los sueldos hay impuestos, comercio, y todos los servicios públicos que vienen con ello. Si la industria gana, todos ganan.

Se trata de un mito de los viejos tiempo, de cuando el capitalismo era industrial y su principal objetivo era la producción. El mito, lamentablemente, se ha vuelto patas arriba con el cambio del capitalismo industrial (basado en la producción) al capitalismo financiero (basado en la especulación). El nuevo capitalismo ya no necesita compartir nada, y ya no es cierto que cuando las empresas ganan dinero crean puestos de trabajo.

El caso más reciente en España es el de la empresa de telecomunicaciones Telefónica. El año pasado, en el medio de la crisis, Telefónica ha aumentado su rentabilidad. Para congratularse del buen trabajo hecho, los altos cargos de la empresa se han asignado bonuses por 450 millones de Euro. Al principio del año, la empresa anunció su intención de despedir a 5000 personas pero, ya que las cosas les van también y que le sobra dinero para los bonuses, la empresa ha cambiado idea: ahora va a despedir 8000.

El mito del bien de la empresa conectado con el bien de los trabajadores ya se ha derrumbado en el capitalismo especulativo. Las empresas, la producción y la satisfacción de necesidades ya no son la base de la economía. El capitalismo especulativo, que genera ganancias enormes sin producir riqueza, está en control, dirige el desarrollo economico y establece las políticas económicas y, cada día más, sociales.

La economía era (debería ser) una disciplina que estudia como satisfacer, a través de la producción, cierto tipo de necesidades materiales de las personas. Ya es otra cosa. Ya la economía no tiene nada que ver con las necesidades, sino de un juego abstracto que sólo tiene que ver con ciertos nñumeros almacenados en los ordenadores de los banco. Ya no tiene que ver ni con el dinero, ya que, desde que en 1973 el dólar se desvinculó del oro, el dinero es un concepto abstracto, sin conexión cierta con ningún tipo de riqueza.

La economía se ha transformado de instrumento en dueño, y hemos llegado al absurdo de que se nos pide renunciar a nuestras necesidades por el bien del instrumento que debía servir para satisfacerlas. Es como si compraramos un martillo para colgar un cuadro, y luego nos dijeran que no podemos colgar el cuadro para no rayar el martillo. Y lo peor es que lo creemos.

Monday 23 May 2011

Las redes sociales, acampadas en la Puerta del Sol

No hay duda que las manifestaciones del 15 de Mayo han sido un éxito rotundo. Se han tenido manifestaciones en 50 ciudades de España, llegando a reunir 15.000 personas en Barcelona y 20.000 en Madrid. Se trata también de una dramática demostración del poder de movilización de los nuevos medios de interacción social. Las redes sociales, también, han sido los grandes ganadores del 15 de Mayo y los propulsores del movimiento que, en el momento en que se escriben estas notas, sigue acampado en la Puerta del Sol de Madrid.

Sin embargo, la misma ocasión que ha puesto en luz el poder de las redes, también nos alerta sobre sus posible limitaciones y ambigüedades, aspecto que hay que estudiar y entender si queremos transformar la red en un verdadero instrumento de progreso social.

Las redes sociales han demostrado su capacidad para coagular una generica insatisfacción en un movimiento real y activo, pero no es todavía claro como usar la red para elaborar el discurso político de este movimiento. Notamos, por ejemplo, que el movimiento del 15 Mayo proclama su desconfianza en el voto. Se trata de un planteamiento radical frente a una de las bases del estado liberal y de una sugerencia de nuevas formas de representación ciudadana. Un planteamiento de esta magnitud debe ser seguido por una elaboración teórica y política adecuada. ¿Cual será la contribución de las redees sociales en esta elaboración? ¿Que organizaciones de red son las más adecuada para favorecerla? Se trata de problemas abiertos que el movimiento ha planteado y que la red debe resolver.

Por el momento, parece, los medios de comunicación tradicional siguen teniendo la ventaja, por lo menos fuera del movimiento.

El lunes 16 los medios tradicionales, que ya no podían ignorar el éxito de la manifestación, resaltaron de manera prácticamente unánime la naturaleza no política del movimiento. Se trata de una afirmación por lo menos ambigua (es cierto que el movimiento se centra en temas económicos muy específicos, pero ¿como se puede afirmar, en esta situación, que cuestionar el papel de los banco y de las organizaciones financieras no constituye una acción política?) que el movimiento debe encontrar la manera de contrastar. Pero, ¿es suficiente contrastarla en las redes sociales? Los canales de extrae derecha (Intereconomía, VEO7) han intentado reducir el movimiento a una banal maniobra electoral insinuando que detrás de los manifestantes está el PSOE. Se trata de una mala interpretación interesada y vulgar, pero, ¿como contrastarla de una manera que llegue a quien ha sido sujeto a ella? Se trata, por un lado, de problemas políticos para el movimiento y, por el otro, de un problema semiótico nuevo para las redes sociales: como extender su código a las personas que, hasta ahora, han permanecido fuera de ellas. No todas las personas que esperan un cambio político tienen una conexión ADSL.

La importancia que todavía tienen los medios de comunicación tradicional (y la urgencia de quitarle el monopolio simbólico) es revelada por otro detalle. En la noche de martes a miércoles, para desalojar la Puerta del Sol de Madrid, la policía esperó que fueran las 5 de la madrugada. No se trataba simplemente de esperar el momento en que los acampados estaban más vulnerables (en todos los regímenes, los arrestos políticos se hacen a primera hora de la mañana), sino de esperar el momento en que no estuvieran los periodista y las cameras de la televisión. A pesar del poder de coagulación que las redes sociales han demostrado, todavía vivimos en la sociedad de Baudrillard, donde lo que no aparece en televisión no existe. Se trata de un problema que, en algún momento, el movimiento tendrá que resolver.

También hay que destacar que las redes sociales, así como están organizadas hoy, juegan un papel de alguna manera ambiguo frente a los movimientos progresistas. No podemos olvidar que la mayoría de las redes sociales se apoyan en sitios web como facebook o tuenti, controlados por grandes empresas. Se trata de organizaciones emblemáticas de la misma lógica neoliberista en contra de la cual protestan los manifestantes del 15 de Mayo. Y los recientes escándalos sobre el abuso de datos de usuarios por parte de facebook y la fabricación de información para dañar a google demuestran que no se trata de corporaciones al margen del sistema, sino de empresas que encarnan y usan todo el peso del poder económico propio del neoliberalismo.

Hay por tanto una contradicción de base en el uso de las redes sociales por medio de organizaciones progresistas: estamos combatiendo al capitalismo global usando armas en mano del mismo capitalismo global.

El capitalismo global pone la economía por encima de la política, y no duda en proporcionar servicios a movimientos políticamente anticapitalistas. Pero sería un error leer esta disponibilidad como una vocación al suicidio. El capitalismo ha demostrado muchas veces que sabe como defenderse, y no es claro lo que podría pasar si en algún momento estos movimientos progresista se hicieran bastante fuertes como para amenazar la posición económica de empresas como facebook.

Para que las redes sociales sigan funcionando como coagulante de movimientos progresistas, es imperativo que se cree una red fuera del alcance de las grandes empresas, posiblemente una red social de tipo perito-peer, sin servidores centrales y, por tanto, sin puntos vulnerables.

Se trata de una tarea tecnológica, cierto. Pero en este momento el desarrollo de esto tipo de red es quizás la ayuda más grande que la tecnología puede prestar al cambio político.

Tuesday 19 April 2011

Una carcajada os informará

Los usuarios de internet han seguido con gran atención la entrevista del cómico Andreu Buenafuente a la ministra de Cultura Ángeles Gonzales-Sinde. La ministra, que ha dado nombre (quizás injustamente) a la impopular (esto sí, justamente) ley sobre las descargas ilegales, no es precisamente una de las favoritas para ganar el título de "miss popularidad" entre los usuarios de internet (los llamados internáutas). Tras la entrevista, este colectivo ha reprochado a Buenafuente una excesiva amabilidad con quien es, y esto es poco decir, un ministro muy "e-controvertido".
No soy un partidario de la ley Sinde, ni mucho menos. Me parece un instrumento de la arrogancia de las empresas que controlan los derechos de propiedad intelectual (por cierto, derechos que las empresas se niegan rotundamente a considerar como derechos naturales de los autores), que intentan continuar con una normativa de tipo industrial que les favorece en una época post-industrial en que su modelo de negocio carece completamente de sentido. Una ley absurda y anacrónica que defiende intereses particulares por encima del interés público y de los cambios sociales y tecnológicos.
A pesar de todo esto, la protesta de los internáutas me parece un poco absurda y muy preocupante.
Absurda porque, pues, Buenafente es un cómico, alguien que hace un programa en la linea general del "buenrollismo" y que siempre, en sus entrevista, se ocupa más de sacar una sonrisa que una controversia. Se trata de un programa de entretenimiento, y no de un reportaje.

Justamente por esto la protesta me parece preocupante. (Mejor dicho: me parece preocupante que existan las condiciones en que semejante protesta se pueda plantear.) la protesta señala, temo, que ya nos hemos hecho con la idea que el periodismo ha muerto, que los programas "de información" no nos van a informar y que no podemos esperar nada de los telediarios y de los reportajes sino pseudo-información al servicio de los intereses comerciales. La basura ha invadido todo el espacio de la televisión "seria", la presión sobre los periodistas y la manipulación de las noticias ha vaciado de contenidos fiables el periodismo que tradicionalmente nos informaba.

La comedia es la única esperanza que nos queda. Ya que su objetivo es sólo hacernos reír, tenemos la esperanza de que las presiones y las manipulaciones la haya dejado relativamente libre, y que allí, en el ámbito de lo cómico, se puedan decir cosas que el periodismo ya no se atreve a decir.
La decepción para la entrevista "blanda" de Buenafuente es una señal de las expectativas que les usuarios de internet tenían sobre su programa y estas, a la vez, son votos de desconfianza hacia el periodismo.
El problema es que internet podría tener razón. Hace uno años en EE.UU. se intentó determinar el grado de cocimiento de los asuntos políticos y sociales en grupos de personas que usaban la televisión como medio principal de información. Se estudiaron dos grupos: uno de "usuarios" de telediarios y programas tradicionales de información, el otro de programas satíricos como el "Jon Stewart Show" (un programa en el estilo de "El intermedio" pero más duro y enfadado). Resultó que el público de los programas satíricos era mucho más informado del publico de los telediarios, mucho más al día de los asuntos políticos.
Con la crisis del periodismo y la expansión de la televisión basura que lo ha prácticamente englobado, la televisión satírica parece ser el último foro donde se puedan presentar y debatir los asuntos públicos. Buenafuente o El Gran Wyoming tendrán que asumir una responsabilidad frente a la sociedad que nunca habrían imaginado.
EL futuro de la información está en las manos de los cómicos y de los payasos.
Si consideramos que los dictadores, los presidentes de grandes empresas y los banqueros raramente tienen sentido del humor, pues, hay manos peores.

(P.D. El título es una paráfrasis del eslógan "Una risata vi seppellirà" ("Una carcajada os sepultará"), uno de los más famosos del movimiento del 1968 en Italia.)

Thursday 24 March 2011

La arquirtectura del castigo

La Universidad Autónoma de Madrid ha construido, justo frente a la estación de Cercanías del Campus, un quiosco de informaciones. Se trata de una estructura geométrica irregular de de líneas rectas, ángulos agudos y protuberancias, de un diseño que parece haber sido olvidado en un cajón en 1985 y sólo ahora descubierto. Más que la forma inquietan, de este quiosco, el material, la textura y el color.La estructura es maciza, de metal gris-casi-negro, con una textura mate y porciones hechas con una red de malla metálica muy cerrada. Hasta las ventanas están, cuando se cierran, tapadas con esta mallas. Por color y detalles, la construcción recuerda, de manera inquietante, algo que podría encontrarse dentro de una cárcel de máxima seguridad.

Todo esto es ejemplo de una costumbre que no se limita a la Universidad Autónoma y ni siquiera a España, sino que parece típica de muchos países latinos. Parece que se hace un esfuerzo especial y consciente para transformar cada ambiente de trabajo en un entorno extremadamente desagradable.
Desde las oficinas con pintura amarilla hasta la máquina del café que muchas empresas instalan para que sus empleados no visiten un Café en condiciones, las empresas (y, en medida aún mayor, la administración pública) se esfuerzan en transformar nuestro entorno de trabajo, si no en un castigo, por lo menos en algo que se le parece bastante.

En la Universidad de California tenía la costumbre, siempre que tenía que hacer un trabajo durante el cual no quería ser molestado, de instalarme en uno de los muchos Cafés del Campus. En la Autónoma he tenido que abandonar esta costumbre (con mucho dolor y cierto perjuicio de mi productividad) porque no hay café: sólo hay cafetería ruidosas y poco acogedoras. Una pena. (Los colegas tampoco ayudan: cuando comento que me gustaría trabajar en el entorno de un Café acogedor, me miran como a un bicho raro.)

Las razones de este afán latino hacia entornos de trabajo desagradables no son muy claras. Se trata quizás de una herencia Católica. Según la moral Católica, estamos en la Tierra para sufrir y para expiar pecados, y todo lo agradable, todo los que nos gusta, debe mirarse con sospecha. El diablo nos espera detrás de cada placer. Esta, por lo menos, era la posición de la mayoría Católica en los siglos pasados. Hoy en día esta posición no puede mantenerse en su forma más estricta porque choca con las exigencias del mercado. El mercado necesita convencernos de que consumir es divertido y que comprar es una actividad éticamente positiva (no es por casualidad que el mercado no lo han inventado los Católicos sino los Protestantes y que, como escribía Weber, el capitalismo sólo podía originarse dentro de la ética Protestante). Hasta los Católicos han tenido que resignarse a la idea que, en ciertas ocasiones, un ilusorio disfrute éticamente positivo pueda resultar útil y tenga que ser promovido. Pero el disfrute no puede ser un fin en si mismo, y si el consumo se transforma en un disfrute es necesario, para compensar, que el trabajo se transforme en una tortura, y que se usen todos los medios arquitectónicos que tengamos para reforzar la idea de que trabajamos para sufrir y que si no estamos sufriendo, es que no estamos trabajando bien.

Tuesday 8 February 2011

Viva el mercado. Sin competencia, of course.

Para resolver la crisis causada por los mercados, la retórica de los mercado propone una sola solución: más mercado. Como si para reparar una pierna fracturada la mejor receta fueran un par de golpes más de martillo.

En realidad, el recurso al mercado es a menudo un truco retórico, una cortina de humo; lo que se pide de verdad es más privado y menos público. Se trata de dos cosas bien diferentes.
Lo vemos de manera muy evidente en el caso de las privatizaciones. Los mercado han exigido privatizaciones y el gobierno, que como muchos gobierno ya no tiene la posibilidad de oponerse a los mercados, ha decidido privatizar parte de AENA y parte de la Lotería del Estado. Se trata, como todas las privatizaciones del mismo tipo que se están llevando a cabo en Europa, de monstruos sin ningún sentido, no sólo desde el punto de vista social, sino tampoco desde el punto de vista económico capitalista.

El capitalismo postula, para su funcionamiento, mecanismos de mercado, y el mercado se basa en la libre competición y la competencia. Pero, ¿como puede haber competencia en una empresa como AENA que, por su misma naturaleza, trabaja en régimen de monopolio? Hay actividades que, por su misma naturaleza, escapan a los mecanismos de mercado, algo que Adam Smith, uno de los padres del capitalismo moderno, sabía muy bien, pero que sus descendientes, muy oportunamente, parecen haber olvidado.

La razón oficial para privatizar empresas monopolistas o, peor, servicios públicos es el ahorro. Supuestamente, una gestión privada haría estos servicios menos caros para la colectividad. pero hay que analizar atentamente los flujo de dinero que se producen. Por un lado, los empleados de las empresas privatizadas verían disminuir sus sueldos y sus servicios sociales (y no estamos hablando aquí de situaciones de escándalo como la de los controladores aéreos, sino de empleado con un sueldo medio). Algunos de ellos perderían el trabajo sin más, como efecto de la "racionalización". Estos ahorros, en buena parte, irían para generar un útil para la empresa, para genera dividendos para sus accionista, y para que la cotización de las acciones suba. En práctica, buena parte del dinero que se quitaría de los bolsillos de los trabajadores de las empresas privatizadas, terminaría en los bolsillos de los accionistas. Se trata, pues de una operación de redistribución de riqueza en sentido vertical, una operación que, al final, termina concentrando más riqueza donde ya había y eliminándola donde ya había poca. En fin, una perfecta operación de capitalismo neoliberal.

Con las privatizaciones de servicios públicos que operan en régimen de monopolio (ni podrían operar de otra manera) nos llevamos lo peor de los dos mundos. No tendremos ninguna de las ventajas que derivan del sistema de libre competencia, y todavía tendremos que pagar para que las empresas privadas distribuyan un útil a sus accionistas.

Horkheimer llamaba "capitalismo de estado" el régimen pseudo-comunista de Stalin, opinando que todo lo que había hecho era remplazar un gran número de capitalistas que operaban en régimen de libre competencia con uno solo: el estado. Podríamos decir que algo parecido está pasando con el neoliberismo y sus operaciones de concentración de riqueza. Un comunismo privado que todos nosotros seremos llamados a pagar.

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