Monday 16 November 2015

Tropezar dos veces en la misma austeridad

El 20 de Diciembre los españoles elegirán un nuevo parlamento, que decidirá quién los gobernará en los próximos cuatro años. Si las encuestas son de fiar, existe la posibilidad real que el Partido Popular consiga bastante votos para que, con la ayuda de su alter ego Ciudadanos, siga en el poder, y nos gobierne en los próximos cuatro años.

Se trata de un resultado bastante sorprendente. Para la mayoría de los españoles el gobierno Rajoy ha sido nefasto, pero incluso que los tremendos años de Aznar, en que se pusieron las bases de la burbuja inmobiliaria y de la economía del ladrillo, que tan desastrosamente se desmoronó en 2008. Para muchos, el gobierno Rajoy ha supuesto la pérdida del estado de bienestar (37% más en gasto sanitario de las familias), una precarización del trabajo (el 92% de los nuevos contratos son temporales, el 50% de una semana o menos), la ruptura del pacto social que asociaba el trabajo a la salida de la pobreza (el 23% de los que acuden a comedores sociales tienen trabajo, pero esto no les permite salir de la pobreza).

Se trata del gobierno que más promesas ha incumplido. Recordemos las principales:
  1. La promesa: no abarataré el despido.
    La realidad: la reforma laboral ha abaratado y simplificado el despido improcedente.
  2. La promesa: subir el IVA en el medio de una crisis es de malos gobernantes.
    La realidad: subida del IVA en el primer año de gobierno.
  3. La promesa: sanidad, educación y dependencia son líneas rojas infranqueables y no se tocarán.
    La realidad: recortes del 30% en sanidad, del 20% en educación, del 80% en dependencia.
  4. La promesa: No haré una amnistía fiscal.
    La realidad: se hizo en el primer año de gobierno.
  5. La promesa: Ni un Euro de los españoles para rescatar el sistema financiero.
    La realidad: rescate de 40.000 millones a los seis meses de gobierno, la mitad de ellos ya se consideran perdidos.
  6. La promesa: crearemos 3.5 millones de puestos de trabajo.
    La realidad: el número de afiliados a la seguridad social y el número de horas trabajadas see han reducido respeto a 2011.
La justificación política del gobierno para estos incumplimientos pasa por echar la responsabilidad a la “herencia recibida” (pero véase 7. La promesa; no me quejaré de la herencia recibida). Habría bastante que escribir sobre la herencia que dejó Zapatero y sobre la que nos deja Rajoy. Pero admitamos, por amor al debate, que el Sr. Rajoy tenga razón. A pesar de que el déficit “escondido” de 2011 derivaba en gran parte de las comunidades autónomas; a pesar de que en muchas de ellas el PP gobernada desde Mayo de 2011; a pesar, por tanto, de que cuando el PP hacía estas promesas conocía muy bien la situación económica real y por tanto sabía muy bien si iba a mantener sus promesas o no. A pesar de todo esto, supongamos que el Sr. Rajoy tuviera razón, que se encontró frente a una situación económica imprevista y que por tanto se vio obligado a imponer sacrificios.

Aun así, dos consideraciones hacen la actuación de su gobierno injustificable.

La primera. Un gobernante que anuncia sacrificios, por justificados que sean, no lo hace con alegría. Todos recordamos la infame sesión del congreso en que Rajoy anunció sus recortes más duros. Todos recordamos que, por cada recorte que Rajoy anunciaba, por cada sacrificio que imponía a los españoles, todo el grupo popular aplaudía, como si de una victoria se tratara. Cada recorte, un aplauso, hasta el plusquaminfame (permítanme el neologismo) “que se jodan” de Andrea Fabra.

La segunda. Si hay que repartir sacrificios, hay que repartirlo entre todos, con justicia. La justicia es un concepto primario, difícil que fundar sobre otros conceptos (Derrida decía que es quizás el único concepto que no se puede deconstruir), pero, personalmente, considero el siguiente un criterio justo: los que han tenido más privilegios y dinero cuando las cosas iban bien, deberían hacer más sacrificios cuando las cosas van mal.

Si hay que pedir sacrificios, me parece más justo pedirlos a quien tiene mucho, ya que unos cuantos sacrificios no supondrán una reducción muy grande de su calidad de vida, mientras que imponer sacrificios a quien ya tiene problemas para llegar a final de mes supone hundirlo en la pobreza.

¿Es esto lo que ha pasado en España en los últimos cuatro años? Pues, no. Los trabajadores han hecho muchos sacrificios: han perdido buena parte de su estado de bienestar, buena parte de sus derechos laborales, y su sueldo se ha reducido mediamente un 18%. Los minusválidos dependientes y sus familias han perdido prácticamente toda su ayuda, generando situaciones trágicas de exclusión social, y los parados de larga duración han perdido sus prestaciones. Hay 3 millones de niños en riesgo de pobreza, y la pobreza energética deja a 1 millón de personas con problemas para calentarse en invierno, sin que haya ninguna medida para ayudarlos.

Al otro lado de la escala, las cosas han ido de otra manera. La venta de artículos de lujo no ha parado de crecer, los grandes patrimonios han aumentado un 18% y los sueldos de los altos cargos de las grandes empresas un 10%. Los banqueros que han llevado sus bancos a la quiebra y al rescate han sido despedidos con finiquitos de millones.

España es el país de la UE donde más ha aumentado la desigualdad. Los que han causado la crisis financiera han salido ganando de ella, y los que la han subido han pagado con su dinero este privilegio de los más ricos.

Esta ha sido la política económica del gobierno Rajoy. Para una persona racional puede parecer una política muy negativa, sobre todo considerando que ya desde 2012 muchos economistas advertían qua la austeridad no funcionaba, que su único resultado sería trasladar a la economía real la crisis del sistema financiero. Cosa que, puntualmente, se ha verificado. Por otro lado, hay un 28% de los electores que, según las encuestas consideran esta política tan buena que quieren cuatro años más de ella.

Spain is different.

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