Wednesday 2 October 2013

Como recortar un metro sin que nadie se dé cuenta

Por si alguien entre los (muy escasos) futuros lectores de estas líneas fuera director del metro de alguna gran ciudad europea, aquí tengo un método muy bueno para recortar trenes manteniendo lo que los americanos llaman deniability, es decir la capacidad de decir a la prensa que nada está pasando manteniendo al mismo tiempo una cara razonablemente seria. Os lo ofrezco gratis.

Consideremos una línea de metro de 60Km de longitud y digamos, para simplificar las cuentas, que los trenes viajan en ella a una velocidad de 60 Km/h. La frecuencia es de un tren al minuto. A 60 Km/h los trenes recorren 1 Km en un minuto, por tanto, para mantener la frecuencia, en la línea habrá un tren cada quilómetro. En total, en cada momento, habrá 60 trenes en la línea.

Ahora reducimos la velocidad de los trenes a 30 Km/h. Para recorrer un quilómetro los trenes tardan ahora 2 minutos por tanto si mantenemos la distancia de un quilómetro entre los trenes, su frecuencia se reducirá a un tren cada dos minutos. Habrá protestas, sin duda, pero no usted no se preocupe: podrá aparecer frente a la prensa y decir, sin mentir, que el número de trenes no se ha reducido. Y tendrá razón: en cualquier momento en la línea hay 60 trenes, exactamente como antes, un tren por cada quilómetro. El tiempo de espera ha aumentado a causa de la menor velocidad, claro, pero usted, como buen político, sabe muy bien como dar las vueltas a las cosas citando sólo los datos que le interesa citar.

Ahora deje pasar un año o algo más, para dar a la gente el tiempo de acostumbrarse a los nuevos tiempos de espera. La gente, usted lo sabe bien, tiene la memoria corta, y no habrá que esperar demasiado. Digamos un año y medio, para estar seguro.

Tras año y medio, haga que los trenes vuelvan a su velocidad normal, 60 Km/h, pero reduzca su número a la mitad. Ahora hay sólo 30 trenes en la línea al mismo tiempo, a una distancia de dos Km el uno del otro: a 60 Km/h los trenes tardarán dos minutos en recorrer los dos Km, por tanto el tiempo de espera será lo mismo: dos minutos. Es improbable que alguien proteste, pero, si alguien lo hace, usted podrá declarar a la prensa que se trata de una mentira: el tiempo de espera medio es exactamente el mismo que el año pasado: dos minutos.

Así habrá conseguido lo que quería: recortar a la mitad el número de trenes pudiendo siempre declarar, sin mentir, que en realidad no ha cambiado nada, y que no se está recortando nada.

Tenía pensado vender este plan a la comunidad y el ayuntamiento de Madrid, que gestionan sistemas de transporte de tamaño considerable. Pero me he dado cuenta que el año pasado la comunidad declaró que había reducido el número de trenes en un mero 10%, mientras el tiempo de espera medio se ha más que duplicado. También me he dado cuenta que en cierto tramos de la red diseñados por velocidad de unos 110 Km/h los trenes viajan ahora a 30-40 Km/h.

He llegado tarde: ya han descubierto el truco antes que yo. De hecho, ahora estoy incluso un poco preocupado: ¿no será que al final me van a denunciar por haberles robado la idea?

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