Sunday 20 June 2010

Quien paga la crisis, y quien no.

Soy un profesor universitario. No soy rico, ni mucho menos, pero reconozco que tengo un sueldo razonable que me permite vivir dignamente con mis escasas necesidades, y que, al fin y al cabo, la crisis no ha cambiado prácticamente mi estilo de vida. Ahora el gobierno me baja el sueldo. Si este dinero puede servir para ayudar a alguna familia en el paro, a alguien por quien esta crisis ha supuesto una bajada importante en la calidad de vida, pues, bien venga la bajada de sueldo. He vivido aquí y disfrutado cuando las cosas iban bien, me parece justo hacer lo que puedo para ayudar ahora que van mal.
Vivo en una sociedad, mi vida se cruza con la de los demás, y no me parece un escándalo que se me pida hacer algo para echar un cable a quien se encuentra, y no por su culpa, en una situación difícil.

Lo que me parece un escándalo, lo que no acepto y que me indigna profundamente, es que a los que tienen rentas muy altas no se les pida un sacrificio correspondiente, y que no se haga nada para desmantelar el sistema económico responsable de la crisis financiera.
Me indigna que a un vicepresidente de una gran empresa, que gana diez veces mi sueldo, no se le obligue a un sacrificio diez veces mayor a través de una subida importante del IRPF. Me indigna que a un alto cargo de un banco, que quizás con sus especulaciones ha contribuido a causar esta crisis, no se le obligue a pagar todo lo que ha ganado con sus especulaciones, no se haga responsable del daño que ha causado.
El capitalismo clásico se basa en la ética del riesgo personal, pero en el neoliberalismo el riesgo personal de quien controla el capital ha desaparecido: se apuesta con la vida de quien no tiene poder económico. El asunto es quien controla el sistema económico nunca pagará sus errores, y por el momento este asunto se está revelando cierto.

Esta incapacidad de pedir cuenta a los responsable del desastre económico me parece típica de un gobierno que, por lo menos en el plan económico, de izquierdas ya no tiene nada (si nunca lo ha tenido) y de una Europa que se está revelando cada día más una Europa sólo de los mercados y de los capitales, y no de las personas.

Entiendo que golpear las rentas altas y las rentas de capital sería sobre todo un gesto simbólico que poco haría para las cuentas del estado, pero a veces los símbolos son importantes, sobre todo en un momento en que todos estamos haciendo sacrificios.
Entiendo que es difícil golpear a quien tiene un control absoluto sobre la economía y puede dejarnos en una situación peor de la en que nos encontramos. Pero el error fue dejar que la falta de control publico sobre la economía llegara a este punto. Una razón más para desmantelar, una vez por toda, el injusto y éticamente fracasado sistema neoliberal.

Wednesday 2 June 2010

El FMI y la muerte del paciente

El FMI, tras un atento análisis de la situación de los Bancos en España, ha emitido su receta: necesitamos más mercado. El diagnóstico no sorprende. Desde su fundación, en todo país, en todas situaciones económicas y sociales, por diferentes que fueran, en todo tipo de crisis, el FMI siempre ha recetado el mismo remedio: más mercado. El FMI es como un médico que conoce un sólo medicamento. Mercado, mercado, mercado. Un elixir, una verdadera piedra filosofal.

La historia de los últimos cuarenta años ha demostrado que se trata de una receta para el desastre. Las recetas del FMI han reducido al hambre Africa, han reducido al desastre las economías de América Latina, han favorecido el mercado sin reglas, dando una contribución notable a la crisis que estamos viviendo. El próximo objetivo, al parecer, son las economías Europeas. ¿La solución para una crisis provocada por los excesos del mercado? Más mercado, of course. Joseph Stiglitz, ex vicepresidente del Banco Mundial, ex asesor económico de varios presidentes de EE.UU., premio Nobel de Economía 2001, en su libro Globalization and its Discontents, es tajante: "Las políticas del FMI, basadas en parte en el anticuado presupuesto de que los mercados generaban por sí mismos resultados eficientes, bloqueaban las intervenciones deseables de los Gobiernos en los mercados"; "[El FMI], fundado en la creencia de que los mercados funcionan muchas veces mal, ahora proclama la supremacía del mercado con fervor ideológico".

Lo que necesitamos no es más mercado, sino menos. Necesitamos una vuelta al primado de la política entendida como respuesta a las necesidades de las persona, y no como servicio al mercado todopoderoso. Necesitamos una economía al servicio de la gente y de sus vidas, no una economía que se transforma en un imperativo al que hay que sacrificar nuestro bienestar.

Necesitamos políticos que les puedan decir a los señores del FMI lo que pueden hacer con sus recetas. Y, sobre todo, necesitamos desmantelar un sistema neoliberal donde los gobiernos no tienen otra elección que seguir el FMI por encima de las necesidades de sus ciudadanos, porque la misma gente que nos dice como deberíamos actuar son los que controlan el mercado financiero y que al final, salen ganando de la implementación de estas recetas. Como el médico que al mismo tiempo produce un medicamento muy caro, y que receta su medicamento por cualquier tipo de enfermedad. Y si el paciente muere, pues, habrá más.

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