Tuesday 19 June 2007

Elecciones

Como socialista de toda la vida (y, un socialista muy de izquierda), los resultados de las elecciones municipales y autonómicas del 27 de mayo en España no me han sentado del todo bien. Nada de dramático. Gastronómicamente no se equivaldrían a una seria indigestión con viaje a urgencia. Más bien a una comida con demasiado ajo que has digerido bien pero que el día después de deja un cierto amargo en la boca.

Es cierto que quizá la mayoría de votos que ha recibido el Partido Popular (el mayor partido de derecha en España, para lectores no españoles) puede no implicar una victoria de su línea política nacional: el resultado nacional se debe en gran parte a la derrota socialista en Madrid, y que esta se debe, por la mayor parte, a la personalidad de los candidatos populares (y a la completa falta de personalidad y plan político de los candidatos socialistas). Sobre todo en el caso del alcalde Gallardón, la gente parece haber votado el alcalde más que el partido. Por lo menos, conozco a gente cercana a las posiciones del PSOE que, en estas elecciones, han votado al candidato popular a la alcaldía.

Aún si no consideramos demasiado los resultados de Madrid, la observación queda que el Partido Popular no ha perdido de forma espectacular. Es raro. En los últimos tres años el Partido Popular ha recurrido a todos medios para defender la hipótesis que el atentado en Madrid del 11 de Marzo de 2004 era obra de ETA o, por lo menos, que se había llevado a cabo con la cooperación de ETA. El proceso a los imputados ha demostrado que, por un lado, esta teoría no tiene ningún respaldo en las pruebas y, por el otro, testigos han dejado entender que en los primeros días después del atentado (con los Populares al gobierno) hubo presión política para buscar esta conexión. La campaña electoral de los Populares se ha centrado sobre todo en el tema del terrorismo, acusando repetidamente al gobierno por una política antiterrorista que es, más o menos, la misma que los Populares seguían cuando estaban en el gobierno, eso sí, con el apoyo de la oposición Socialistas: el gobierno de los Populares hizo una política muy activa de acercamiento de presos al país Vasco incluso en una temporada en que ETA seguía matando en atentados. Rajoy sabe muy bien, aún si no lo dice, que si un día llegará al poder y se darán las condiciones como en 2006, empezará a negociar con ETA, como lo hicieron Aznar y Zapatero, simplemente porque no hacerlo sería criminal.

Uno podría pensar que estas contradicciones, estas teorías de conspiración inexistentes, hubieran resultado en un castigo electoral, si no desastroso, por lo menos sensible. Así no ocurrió, y merece la pena preguntarse el porque.

Me imagino que habrá un gran número de personas, culturalmente y políticamente de derecha, que ven en los Populares su único referente posible. Quiero decir: con mis ideas muy de izquierda creo que yo nunca podría votar a un partido de derecha, y me imagino que habrá mucha gente que piensa como yo al revés: que nunca votaría a un partido de izquierda, hagan lo que hagan los populares. Es una gran ventaja para los Populares porque, mientras a izquierda hay dos partidos principales (el PSOE y Izquierda Unida) que pueden perder votos izquierdistas el uno en favor del otro, a derecha el único referente nacional es el Partido Popular, y una persona de derecha no tiene muchas alternativas: votar a los Populares o no votar.

Pero esto no llega a explicar todo: hay gente, genéricamente de centro, que sí cambia su voto de un partido a otro: si no la hubiera, el resultado de las elecciones sólo cambiaría con el cambio generacional. Esta gente no ha desertado el Partido Popular, a pesar de una política pre-electoral sin muchas bases racionales. En algunos casos la razón puede ser la desinformación. Por lo menos, esto es el caso de una señora que he oído entrevistar y que ha declarado, con dos co..., que el proceso del 11-M había definitivamente desmontado la teoría del PSOE (sic!) según la cual ETA era la responsable del atentado. Con esta gente, claramente, no se puede hacer mucho. Pero tampoco esto lo explica todo.

La solución puede ser mucho mas sencilla y preocupante. El tipo de política que tiene éxito depende, en buena parte, de los medios de comunicaciones que prevalen en una sociedad: hay una forma política típica de los periódicos, una de los libros, una de la radio, y una de la televisión. Políticamente, España ha entrado en todo en la época de la televisión y en televisión se hace política al estilo Americano: con más acusaciones que propuestas (y muy poco importa que las acusaciones tengan sentido o menos), con retórica vacía, con afirmaciones sin substancia (se afirma algo en el telediario de las 21 y se desmiente en él de las 8). El importante es atacar. La gente, sobrecargada de estímulos, recordará las acusaciones, y olvidará, por complicadas y poco mediáticas, las argumentaciones de la otra parte. Las afirmaciones
que quedan y que cuentan son breves y de gran efecto retórico. Que no tengan ninguna base real no es un problema, más bien una ventaja: el adversario se envolverá en una telaraña intentando contraatacar algo que no tiene sentido. El absurdo como figura retórica válida: es la política del sound bite.


Hace años que los Americanos no tienen una campaña electoral donde se hable de propuestas políticas, que están acostumbrados a candidatos que nunca hablan de si mismos, sino, siempre y sólo, de sus adversarios (en negativo, por supuesto).
Era sólo una cuestión de tiempo antes que la dominación televisiva sobre la vida social llegase al mismo punto en España. Somos, por fin, un país moderno.

Monday 11 June 2007

¿Internet en casa?

Hace unos días, en ocasión del día mundial de internet, varios periódicos han lamentado el estado actual de la red en España: el acceso es demasiado caro, y la conexión es lenta. Más allá de la indudable existencia de estos fenómenos (y, quizás más serio aún, un servicio técnico de una lentitud típicamente latina), estos artículos cometen el pecado (muy común hoy en día, pero no por esto más excusable) de considerar el uso de la tecnología informática o electrónica como un valor absoluto, una variable independiente; de considerar la tecnología como un fin y no como un medio para alcanzar fines, sociales y culturales, que la trascienden.

Es decir, se asume que por el simple hecho de que una técnica exista su uso es un deber social y la falta de uso un problema que la sociedad debe solucionar. Todo esto sin tener en cuenta las costumbres y la cultura de una sociedad. La tecnología ya no se estudia en relación a la cultura en que se introduce, sino como un absoluto cuya adopción entusiasta y rápida es imprescindible: el imperativo tecnológico viene antes de cualquier otro tipo de consideración.

Esta es, creo, una manera incorrecta de operar. Más correcto, frente a una nueva maquina o dispositivo, sería empezar planteándonos el problema de su relación con la cultura y el estilo de vida españoles. El éxito de la telefonía móvil demuestra que una tecnología que se percibe como un reforzador de ciertas costumbres culturales es adoptada masiva y rápidamente.

En el caso de internet puede ser (no lo sé: el problema no se ha investigado mucho) que su presencia en casa no tenga una conexión tan directa con nuestra cultura, que se basa mucho en la interacción personal. España tiene (¿tenía?) una fuerte tradición de vida en la calle que, en cierta medida, va en dirección contraria a la difusión en las casas de un instrumento como internet que puede favorecer el aislamiento. Entre la calle y el http en casa, muchos españoles parecen preferir la calle. Muchos prefieren la vida real de su barrio a la alienación de second life.
Si este es el caso (y, repito, no lo sé), contrariamente a lo que nos impulsan los tecno-entusiastas es bien que la penetración de la red en el hogar sea lenta y superficial: no somos nosotros que debemos adaptarnos a la tecnología, sino ella a nuestro estilo de vida y, en caso de conflicto, la tecnología debe ceder el paso. La tecnología debe ser un instrumento para realizar más completamente nuestros ideales, nuestras aspiraciones y nuestra cultura, no debe ser una cama de Procuste en que tenemos que adaptar nuestra vida.

Muchas aplicaciones útiles de la red no necesitan su presencia masiva en nuestras casas, sino un buen acceso público en bibliotecas, centros culturales, cafés internet y, por supuesto, lugares de trabajo. El uso de aplicaciones internet que nos resultan útiles ya se está expandiendo y, con una mayor confianza en la red fomentada por la familiaridad, se expandirán aún más.
Pero, al final, si a los españoles le gusta más comprar billetes de avión en la agencia de viaje, ¿porque no? La tecnología debe darnos oportunidades y no quitarnos las que tenemos.
Para que la red sea útil no necesitamos crear una generación de reclusos incapaces de relaciones sociales sanas.

Las cosas, por cierto, no van bien. Las empresas ven un gran mercado en los individuos aislados que puede comprar de todo pulsando un botón y hasta la Real Academia Española, en su redacción propuesta para el término, avisa que «internet» debería escribirse con mayúscula. Como el nombre de Dios.

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