Tuesday 6 October 2020

El estilo Gabilondo

Sí, lo confieso, lo admito y lo asumo: me gusta mucho el estilo de Ángel Gabilondo. No puedo decir que estoy completamente de acuerdo con sus ideas politicas, pero aprecio muchísimo su estilo y a él como persona. De hecho, como ideas políticas estoy mucho más cerca de Podemos que del PSOE, pero como estilo y forma de hacer política aprecio más a Gabilondo que a Iglesias. Sé que decir esto en España es casi una blasfemia, pero es así.

No es el único político cuyo estilo aprecio. Ahora mismo puedo pensar en personas con cuyas ideas políticas me identifico mucho más, como Llamazares o, si me apuran, Garzón. Pero Gabilondo, dada la escasa consideración y las muchas criticas que parece tener su manera de hacer política, me parece un buen epítome en que centrarme. Además, el hecho que no pertenezca al partido que voto me ayuda a aislar su manera de hacer política de sus ideas.

Lo encontré y hablé con él, en varias ocasiones en su etapa de rector y siempre fueron conversaciones ineresantes y agradables. Creo que fue un buen rector, un buen presidente de la CRUE y un mediocre Ministro de Educación. Nadie es perfecto.

En el panorama de este tristísimo (por el momento) Siglo XXI, Gabilondo es seguramente una figura atípica. No grita, no insulta. Es capaz de juntar más de cinco parole en una frase con sentido y sin errores. Posee un vocabulario forbito, habla más por argumentos que por eslóganes. En un momento político triste y, se me permita, cutre como este, no me sorprende que no sea un ejemplo para el resto de la clase política.

Se le acusa de inactividad, de no hacerse oír y, efectivamente, es culpable de algo muy serio: habla mucho más en las sedes naturales de la política, los parlamento, que en los medios. Y, cuando habla, habla de una manera que los medios no entienden, por lo menos en un momento como este en que a la primera subordinada cortan el micrófono.

Gabilondo es, sin duda, un político de otros tiempos. Pero, dado el estado actual de la política, dado el ínfimo nivel del debate político, esto me parece más una virtud que un defecto. Así que sí, confieso: me gustaría que en España hubiera más políticos (de mi partido y de otros) que tuvieran la cultura y la urbanidad de Gabilondo.

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