Friday 17 October 2014

¿Quien dijo que la crisis era culpa nuestra?

Recientemente, la cancillera alemana Angela Merkel ha vuelto a declarar que todos los países deben cumplir el pacto de estabilidad o, en lenguaje más plano, que todos los países deben continuar con la austeridad y los recortes.

Se trata de una prueba más, si falta hacía, que en esta etapa del neoliberismo hemos entrado en el mundo del surreal. La austeridad ha causado la ruina social de Grecia, Portugal y España. Ya sabemos que no funciona, ya sabemos que la doctrina de la austeridad se basa en una teoría económica que se ha demostrado errónea, un artículo de 2010 de Carmen Reinhart and Kenneth Rogoff (Growth in Time of Debt, National Bureau of Economic Research working paper 15639) que contenía hipótesis dudosas y errores de cálculo. Pero Merkel, y Europa con ella, insiste en su rumbo.


De hecho, toda la crisis empezada en 2008 es un ejemplo se surrealismo. Se trata de una crisis financiera y del neoliberismo, una crisis provocada por la incapacidad y la codicia del capitalismo global. Se trata de una crisis que ha puesto en tela de juicio, una vez para todas, la supuesta racionalidad de los mercados.

Pero el capitalismo neoliberista está usando esta crisis para terminar su eliminación del estado de bienestar, para usar dinero público para sus negocios privados. Los que han causado la crisis están dando recetas sobre cómo salir. En un país como España donde el Estado tenía una deuda del 80% del PIB y los bancos tenían una del 250% del PIB son los bancos que están dictando las medidas para salir de la crisis.

Christian Laval y sus colegas, en su libro La nouvelle école capitaliste notan este absurdo: Si es cierto que el mercado ha sido brutalmente destituido de su lugar de gran fetiche, nunca antes los mercados y en particular los mercados financieros han tenido tanto poder frente a los gobiernos. Tras la fase de salvación de los bancos [con dinero público], calificada erróneamente como "vuelta al Keyesismo", la crisis ha sido un estímulo potente de las reformas neoliberales, y un acelerador de las injusticias sociales.

El neoliberismo ha conseguido convertir sus fracasos en medidas para reforzarse, ha conseguido convencernos que sus errores eran errores del Estado, y que el problema no era du deuda, sino la deuda del estado. La culpa es nuestra: los especuladores lo han dicho y repetido desde sus foros, y nosotros lo hemos creído. Pues, nos han mentido: no es el estado que ha vivido por encima de nuestras posibilidades, son ellos.



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