Sunday, 11 April 2021

El rechazo a la vacuna: un "síndrome de irracionalidad inducida"

 Leo en un periódico que un 62% de las personas entre 60 y 69 años han rechazado hoy, 9 de Abril de 2021, vacunarse con la vacuna de AstraZeneca debido al temor de trombo. No sé si la cifra es cierta. Si lo es, se trata de una noticia preocupante en dos planos distintos: el epidemiológico y el social-informativo.

La seguridad de la vacuna de AstraZeneca no ha sido nunca puesta en duda. Los efectos secundarios graves (la trombocitopenia trombótica inmunitaria inducida por vacuna, VITT, desde su nombre en inglés: vaccine-induced immune thrombotic thrombocytopenia) se presentan más o menos en un caso por cada millón de vacunas inyectada. No todos estos casos son debidos a la vacuna, claramente: siempre ha habido casos de este síndrome, por tanto hay un "ruido de fondo" de casos independientes de la vacuna. Aún si todos estos casos fueran debido a la vacuna, se trataría todavía de una vacuna tan segura como la vacuna de la gripe que esa misma franja de persona se pone todos los años.

Esto sin contar el efecto más importante: al inmunidad al sars-cov-2. Las cuentas son fáciles: a día de hoy en España han muerto unas 78000 personas por covid. Sobre una población de 47 millones de habitantes esto significa que una persona tiene un 0.16% de probabilidad de morir por covid. Mucho más si es una persona de más de 60 años, donde la mortalidad es mucho más alta, menos ahora que los contagios se están reduciendo. Asumamos que estos dos efecto se compensan y que una persona de más de 60 años en España, independientemente de lo que haga, tiene un 0.1% de probabilidad de morir por covid. Esto hay que compararlo con el 0.0001% de probabilidad de padecer efectos graves (y por lo menos un orden de magnitud menos de morir por efecto de la vacuna). Esto quiere decir que es 1.000 veces más probable que estas personas mueran de covid que de VITT. Se trata de un cálculo muy aproximado por tanto seamos conservadores y dividamos por 10: una persona tiene 100 veces más probabilidades de morir de covid que de VITT.

Está claro que rechazar la vacuna no tiene ningún sentido, por lo menos si a uno le interesa sobrevivir. Entonces, ¿de dónde viene esta ola de rechazos? Puede parecer un tópico, pero los culpables son los de siempre: la información y la educación.

Hemos dicho que la probabilidad de padecer efectos graves por la vacuna de AstraZeneca no es mucho mayor que la de padecerlos por la vacuna de la gripe. Entonces, ¿por qué se habla tanto de los efectos de una y prácticamente nada de los efecto de la otra? Una diferencia importante son los números absolutos. Se están vacunando millones de personas a un ritmo nunca visto antes; es normal que, con las mismas probabilidades, haya mucho más casos. Y, lamentablemente, los medios de comunicación van más detrás de la "historia" que de la información. El porcentaje no hace noticia, los casos, sí. Y una vez que han empezado, los medios de información no paran. Estos casos generan audiencia, crean todo tipo de hipótesis, más o menos absurdas, que se pueden explotar en muchos programas, más o menos serios, y siguen generando audiencia. Una vez que se ha creado la forma mentis "está pasando algo", cualquier voz racional que intente reconducir el problema a sus términos reales será marcada como "parte de la conspiración", "uno de ellos" y por cada programa que intente dar voz a un científico serio habrá tres que saldrán a decir que "hay algo detrás de todo esto".

 

Hay otro elemento que considerar. Un amigo médico me dice que en Andalucía el porcentaje de personas que han rechazado la vacuna es del 20%. No he tenido la posibilidad de averiguar el dato, pero confío en quien me lo ha dado. No creo que los andaluces sean genéticamente más racionales que los madrileños, por tanto algo externo tiene que intervenir para explicar esta diferencia. Creo que es la actitud de los gobiernos regionales. El gobierno andaluz ha tenido una actitud bastante prudente y racional: ha aplicado medidas (ha llegado a pedir, muy razonablemente, que se prorrogue el estado de alarma), ha cooperado con comunidades y gobierno, y no ha buscado la confrontación. El gobierno de Madrid, desde el principio, se ha dedicado a la descalificación de todo lo que hacía Sanidad y las demás comunidades (recordamos el acuerdo con las dos Castillas, firmado y rechazado al día siguiente), a crear enfrentamiento y confusión. Esta actitud influye en cómo la gente interpreta los cambios en los protocolos debidos a los nuevos datos. En este ambiente de enfrentamiento un cambio perfectamente comprensible desde un punto de vista científico se transforma en un motivo de desconfianza.

Aquí entra en juego la educación. La epidemiología es una ciencia estadística, y es importante comprender conceptos como la probabilidad y el ratio de probabilidades. Cuando intenté explicarlo a un conocido, este se rebeló diciendo "lo que tu quiere es que juguemos a la ruleta rusa con la vacuna". No conseguí que entendiera que, si este es su punto de vista, todos los días jugamos a la ruleta rusa con el virus simplemente saliendo de casa. De hecho, independientemente del virus, todos los días jugamos a la ruleta rusa metiéndonos en un coche o cruzando la calle. Uno puede no creer que todo son probabilidades, pero instintivamente intentará mejorarlas mirando a ambos lados antes de cruzar la calle.

No creo que el problema sea la falta de capacidad de comprensión en la gente. Creo al contrario que casi todos tienen suficiente capacidad para entender los conceptos necesarios a un análisis de la situación epidemiológica. Noam Chomsky una vez observó cómo en EE.UU. personas que dicen no saber nada de matemáticas o incluso de odiar las matemáticas usaban rutinariamente concepto estadísticos muy avanzados cada vez que hablaban de baseball. Si sólo consiguiéramos crear en la gente un interés para la epidemiología igual a lo que los americanos tienen para el baseball, nuestra situación mejoraría muchísimo.

 

Ahora sólo hace falta encontrar la manera de hacerlo...

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