Wednesday, 13 May 2020

¿Por qué las noticias falsas se propagan tanto?

El fenómeno de la propagación de noticias falsas en las redes sociales es bien conocido y ha sido muy estudiado. La crisis epidemiológica que ha caracterizado esta primera mitad de 2020 lo ha puesto en evidencia como nada desde por lo menos las elecciones presidenciales en EE.UU. en 2016, y a un nivel mucho más global. La crisis es grave (y por esto captura la atención), mundial (captura la atención de mucha gente), tiene debajo fenómenos complejos (lo que hace más fácil crear ruido y desinformación) y fuera de la esfera de la competencia de la mayoría (lo que hace más fácil "vender" argumentos engañoso basados en un mal entendido "sentido común") y tiene una vertiente política (lo que hace que propagar desinformación sea útil a muchas personas).

Un tema complejo, en que los argumentos simples no funcionan y fuera de la experiencia de mucha gente facilita, sin duda, la proliferación de bulos y rumores, pero muchas veces sorprende la facilidad y la velocidad con que estos argumentos se propagan. ¿Por qué es tan fácil propagar falsedades?

Acabo de leer un artículo muy interesante que apareció en la revista Science hace un par de años (S. Vosoughi et al. Science 359, 1146—51). En él se analizan rumores generados y reenviados por más de 3 millones de usuarios de twitter en un periodo de varios años. Se usan varias agencias de verificación de noticias para separar las noticias verdaderas de las falsas, y varios tipos de análisis basadas en grafos para analizar la viralidad y la difusión de las noticias. Los resultados son sorprendentes: las noticias falsas son reenviadas más veces, y se difunden a más usuarios y a mayor velocidad que las verdaderas. Estos resultados no dependen de la estructura de la red social, sino del comportamiento de los individuos que la componen, y la presencia o ausencia de bot no cambia los resultados. Los usuarios de redes sociales, simplemente, se fijan y difunden noticias falsas más que las reales. Otro artículo, esto de 2020, analiza un fenómeno relacionado: la importancia de las "echo chambers", grupos de personas interconectadas de opiniones parecidas que se reenvían los rumores y los amplifican (Daejin et al. NatureScientific reports, 10(1), 2020). Curiosamente, parece que estas cámara de resonancia son más comunes entre los usuarios conservadores que entre los progresistas (A. Boutyline, R. Willer, Political Psychology, 38(3),2017 supone que la necesidad de certezas es más fuerte entre conservadores, y esto explica su preferencia por grupos con las mismas opiniones).

Es un comportamiento curioso. A todos nos gusta pensar que somos personas generalmente racionales, y que tendencialmente creemos la verdad más que las mentiras. En realidad, hay que reconocerlo, somos menos racionales de lo que nos gustaría pensar. Todos tenemos una historia, y un marco ideológico en que encajamos cada vez las noticias que nos llegan, formulando juicios sobre ellas para que se adapten a nuestro marco ideológico. No somos autómatas, esto no, y nuestro marco puede cambiar a medidas que los hechos lo invalidan, pero se trata de una operación lenta y que nos cuesta. En general, tenemos la tendencia a leer y difundir más las noticias que se adecuan a nuestro marco, que lo confirman.

Y aquí está la gran ventaja de las noticias falsas frente a la verdad. Los hechos reales son lo que son, y no los puedo cambiar. Si un hecho real contradice mis ideas y mis presupuestos, quien lo cuenta no puede hacer mucho para que yo lo acepte y lo difunda. Pero cuando una persona crea un rumor o una noticia falsa, la crea expresamente para que las personas de cierta ideología la difundan. La crea a medida de sus presupuestos, la crea de manera tal que confirme su marco ideológico y, a menudo, para que identifique un enemigo preciso en el campo ideológico opuesto.

Porque esta es otra característica de los seres humanos: nos gustan las explicaciones sencillas y claras, sobre todo las explicaciones que identifican un culpable para las cosas que no nos gustan. Tener un culpable es satisfactorio: las cosas no van mal por causas complejas, interconectadas, difíciles de entender y que no tienen una solución clara. No: nos gusta pensar que las cosas van mal porque una persona (o un grupo de personas) están haciendo algo mal, ya sea por incompetencia o por deshonestidad. Un análisis serio de una situación en una sociedad tan compleja como la nuestra, rara vez encontrará un culpable preciso, y por tanto nos dejará insatisfechos. Pero una noticia falsa no tendrá problemas en identificar un culpable y asignarle la responsabilidad de todos los problemas.

Quien ha leído "1984" de Orwell reconocerá en esto la función que el Partido asigna a Immanuel Goldstein. Quien no lo ha leído, sólo tendrá que pensar a eventos de las últimas décadas, desde la invasión de Panamá a la guerra del Golfo para encontrar muchos ejemplos.

No es fácil escapar al circulo vicioso de las noticias falsas. Pero, en una situación como la que vivimos y en las muchas que viviremos en el futuro, es esencial. Hay que tener mucho cuidado en lo que aceptamos e difundimos. Internet causa el problema, pero también puede ofrecer soluciones: gracias a Internet hoy tenemos acceso a las fuentes primaria en que se basan las noticias (las verdaderas, por lo menos). Tendríamos que desarrollar la costumbre de averiguar antes de creer. Tenemos acceso a informes, leyes, decretos, todos desde nuestro ordenador. Deberíamos tener, siempre, la costumbre de averiguar. Si no antes de leer, por lo menos siempre antes de difundir. Y siempre, siempre, desconfiar de las noticias que nos dicen que nuestra parte política tiene toda la razón y que la culpa de los problemas es de los adversario o, peor, del líder adversario.

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