Monday 16 November 2015

Tropezar dos veces en la misma austeridad

El 20 de Diciembre los españoles elegirán un nuevo parlamento, que decidirá quién los gobernará en los próximos cuatro años. Si las encuestas son de fiar, existe la posibilidad real que el Partido Popular consiga bastante votos para que, con la ayuda de su alter ego Ciudadanos, siga en el poder, y nos gobierne en los próximos cuatro años.

Se trata de un resultado bastante sorprendente. Para la mayoría de los españoles el gobierno Rajoy ha sido nefasto, pero incluso que los tremendos años de Aznar, en que se pusieron las bases de la burbuja inmobiliaria y de la economía del ladrillo, que tan desastrosamente se desmoronó en 2008. Para muchos, el gobierno Rajoy ha supuesto la pérdida del estado de bienestar (37% más en gasto sanitario de las familias), una precarización del trabajo (el 92% de los nuevos contratos son temporales, el 50% de una semana o menos), la ruptura del pacto social que asociaba el trabajo a la salida de la pobreza (el 23% de los que acuden a comedores sociales tienen trabajo, pero esto no les permite salir de la pobreza).

Se trata del gobierno que más promesas ha incumplido. Recordemos las principales:
  1. La promesa: no abarataré el despido.
    La realidad: la reforma laboral ha abaratado y simplificado el despido improcedente.
  2. La promesa: subir el IVA en el medio de una crisis es de malos gobernantes.
    La realidad: subida del IVA en el primer año de gobierno.
  3. La promesa: sanidad, educación y dependencia son líneas rojas infranqueables y no se tocarán.
    La realidad: recortes del 30% en sanidad, del 20% en educación, del 80% en dependencia.
  4. La promesa: No haré una amnistía fiscal.
    La realidad: se hizo en el primer año de gobierno.
  5. La promesa: Ni un Euro de los españoles para rescatar el sistema financiero.
    La realidad: rescate de 40.000 millones a los seis meses de gobierno, la mitad de ellos ya se consideran perdidos.
  6. La promesa: crearemos 3.5 millones de puestos de trabajo.
    La realidad: el número de afiliados a la seguridad social y el número de horas trabajadas see han reducido respeto a 2011.
La justificación política del gobierno para estos incumplimientos pasa por echar la responsabilidad a la “herencia recibida” (pero véase 7. La promesa; no me quejaré de la herencia recibida). Habría bastante que escribir sobre la herencia que dejó Zapatero y sobre la que nos deja Rajoy. Pero admitamos, por amor al debate, que el Sr. Rajoy tenga razón. A pesar de que el déficit “escondido” de 2011 derivaba en gran parte de las comunidades autónomas; a pesar de que en muchas de ellas el PP gobernada desde Mayo de 2011; a pesar, por tanto, de que cuando el PP hacía estas promesas conocía muy bien la situación económica real y por tanto sabía muy bien si iba a mantener sus promesas o no. A pesar de todo esto, supongamos que el Sr. Rajoy tuviera razón, que se encontró frente a una situación económica imprevista y que por tanto se vio obligado a imponer sacrificios.

Aun así, dos consideraciones hacen la actuación de su gobierno injustificable.

La primera. Un gobernante que anuncia sacrificios, por justificados que sean, no lo hace con alegría. Todos recordamos la infame sesión del congreso en que Rajoy anunció sus recortes más duros. Todos recordamos que, por cada recorte que Rajoy anunciaba, por cada sacrificio que imponía a los españoles, todo el grupo popular aplaudía, como si de una victoria se tratara. Cada recorte, un aplauso, hasta el plusquaminfame (permítanme el neologismo) “que se jodan” de Andrea Fabra.

La segunda. Si hay que repartir sacrificios, hay que repartirlo entre todos, con justicia. La justicia es un concepto primario, difícil que fundar sobre otros conceptos (Derrida decía que es quizás el único concepto que no se puede deconstruir), pero, personalmente, considero el siguiente un criterio justo: los que han tenido más privilegios y dinero cuando las cosas iban bien, deberían hacer más sacrificios cuando las cosas van mal.

Si hay que pedir sacrificios, me parece más justo pedirlos a quien tiene mucho, ya que unos cuantos sacrificios no supondrán una reducción muy grande de su calidad de vida, mientras que imponer sacrificios a quien ya tiene problemas para llegar a final de mes supone hundirlo en la pobreza.

¿Es esto lo que ha pasado en España en los últimos cuatro años? Pues, no. Los trabajadores han hecho muchos sacrificios: han perdido buena parte de su estado de bienestar, buena parte de sus derechos laborales, y su sueldo se ha reducido mediamente un 18%. Los minusválidos dependientes y sus familias han perdido prácticamente toda su ayuda, generando situaciones trágicas de exclusión social, y los parados de larga duración han perdido sus prestaciones. Hay 3 millones de niños en riesgo de pobreza, y la pobreza energética deja a 1 millón de personas con problemas para calentarse en invierno, sin que haya ninguna medida para ayudarlos.

Al otro lado de la escala, las cosas han ido de otra manera. La venta de artículos de lujo no ha parado de crecer, los grandes patrimonios han aumentado un 18% y los sueldos de los altos cargos de las grandes empresas un 10%. Los banqueros que han llevado sus bancos a la quiebra y al rescate han sido despedidos con finiquitos de millones.

España es el país de la UE donde más ha aumentado la desigualdad. Los que han causado la crisis financiera han salido ganando de ella, y los que la han subido han pagado con su dinero este privilegio de los más ricos.

Esta ha sido la política económica del gobierno Rajoy. Para una persona racional puede parecer una política muy negativa, sobre todo considerando que ya desde 2012 muchos economistas advertían qua la austeridad no funcionaba, que su único resultado sería trasladar a la economía real la crisis del sistema financiero. Cosa que, puntualmente, se ha verificado. Por otro lado, hay un 28% de los electores que, según las encuestas consideran esta política tan buena que quieren cuatro años más de ella.

Spain is different.

Thursday 24 September 2015

¿Por qué el PP hace campaña por la independencia de Cataluña?

La campaña electoral del PP de cara a las elecciones autonómicas en cataluña, el próximo 27 de Septiembre es, por lo menos, curiosa. La última decisión poco comprensible es enviar el Ministro de Asunto Exteriore a un debate electoral, dando la clara impresión que el PP ya considera Cataluña como un estado soberano. Por un lado, la elección de Margallo tiene sentido, en cuanto nadie, en la primera línea del PP, quiere "mojarse" demasiado en cataluña tan cerca de las elecciones generales, pero no puedo creer que en la segunda línea no se encontrara a nadie que enviara un mensaje menos ambiguo que el Sr. Margallo.

En ralidad, toda la campaña del PP suena rara. Moragas, el director de campaña, es demasiado inteligente como para no darse cuenta que con esta campaña el PP está creando más independentistas que nunca antes, que cada previsión catastrofista sobre el futuro de Cataluña aumenta el efecto "nosotros-contra-el-mundo" y crea 10.000 independentistas más.

¿Por qué el PP en Cataluña está haciendo campaña en favor de Mas?

La respuesta, creo, está en al cercanía con las generales, y en el hecho que hoy en cataluña es un partido marginal. Moraga lo sabe, y creo que se está dando cuenta que es inútil intentar remontar en cataluña, que para el PP cataluña está perdida, por lo menos en el corto plazo. La campaña del PP en cataluña, en realidad, se dirige al resto de España: en cataluña el PP está haciendo campaña pensando en Madrid, proponiéndose como defensor de la unidad nacional en los lugares donde cree que est emensaje colará más.

Esto explica también porque el PP confunde a menudo entre los independentistas y fuerzas qu eindependentistas no son, tales como el PSOE o Podemos. Un catalán sabe perefectamente, por ejemplo, que Podemos no apoya activamente el independentismo: por cuanto partes de Podemos puedan estar en favor de la consulta, Podemos, como partido, no quiere la independencia de cataluña. Mezclar Podemos o el PSOE con el independentismo no es un mensaje que el PP envía a cataluña, sino un mensaje que envía al resto de España.

Espero, por el bien de España (con o sin Cataluña), que el mensaje no cuele.

Wednesday 23 September 2015

El móvil en el metro

Tengo una propuesta muy económica y sencilla para mejorar la calidad del servicio del Metro de Madrid: eliminar por completo a cubertura del móvil, el wi-fi, y cualquier forma de conexión inalámbrica.

Las ventajas de tal solución son tan evidentes que podría parecer inútil recordarlas, pero quizás no esté completamente fuera de lugar hacerlo, sobre todo para los más jóvenes, los inexpertos y las personas menos preocupadas con los verdaderos problemas de la red de metro.

La primera ventaja es evidente: el viajero de metro no se encontraría casi obligado a enterarse (a causa del volumen de concierto Rock con que la mayoría de los españoles hablan por móvil) de los eventos, extremadamente poco interesantes, de la vida privada de los demás. Que la novia de Pablo se haya liado con Carlos es quizás un hecho muy interesante para Pablo, Carlos y la novia, pero es poco probable que la vida de los demás viajeros de la línea 10 se vea negativamente afectada por la ignorancia de este hecho. La eliminación de la cubertura no resuelve completamente el problema, en cuanto deja abierta la posibilidad de conversaciones a dos sobre temas íntimos y privados que, como es costumbre en España, se desarrollan con el tono de voz de un leñador que grita “timber”; pero la experiencia enseña que estas conversaciones no son tan frecuentes como las del móvil, nada más por la necesidad de reunir a dos personas en el mismo espacio físico.

La eliminación de estas conversaciones tendrá también efectos benéficos sobre el sistema nervioso de los pasajeros, estresados hasta la paranoia por la recurrencia de la “despedida española”. La situación es casi paradigmática: tras media hora de conversación a un nivel de decibelios cerca del umbral del dolor, la persona con el móvil por fin dice “vale... venga... un besito”, señal universal de fin de conversación. El pobre pasajero ya empieza a relajarse y a saborear el descanso de sus pobres oídos cuando, tras unos segundos de silencio, la conversación sigue: “Por cierto... ¿y tu madre?” La conversación sigue desde este punto, siempre más cerca del umbral del dolor y, diez minutos después la escena se repite: “vale... venga... un besito...(unos segundos)... ¿Cómo? ¿Y Alejandro que dice de todo eso?” El ciclo se puede repetir entre cuatro y ocho veces y cuando, por fin, la conversación termina (a menudo simplemente porque se acaba la batería del móvil), el pobre oyente involuntario queda reducido a una masa de nervios informe y temblante.

Pero, como bien sabemos, el móvil ya no es sólo (ni principalmente) conversación. Buena parte de las personas lo usa para dialogar a través de textos, una actividad que no genera ruido (el ruido que sale de los auriculares de los que escuchan música no se puede, lamentablemente, eliminar eliminando la cubertura). Sin embargo, en este caso, también la eliminación del servicio resultaría en varias ventajas. La más importante es quizás el considerable aumento de la seguridad de las estaciones, consecuencia de la desaparición de las multitudes que andan sin mirar adonde van, con la mirada fija en la pantalla del móvil. La cantidad de accidentes, a veces fatales, que se podrían evitar, es motivo suficiente para interrumpir el servicio en toda la red de metro. Si añadimos la ventaja de no tener que ver las hordas de zombies deambulando por las estaciones con la mirada fija en una pantallita, sin darse cuenta de lo que los rodea, pues, el caso a favor de la eliminación de la señal se hace irresistible.

Finalmente, sin un móvil que los captura y aísla, es posible que la gente empiece a mirarse un poco a los ojos y (¡ojalá!) a sonreírse, una cosa que Madrid necesita desesperadamente.

Thursday 3 September 2015

España sale de la crisis. Los españoles no.

El producto interior bruto (PIB) español acumula varios meses de crecimiento, y el gobierno presume. El Presidente del Gobierno, Sr. Rajoy, es tajante: gracias a las reformas de su gobierno, España está saliendo de la crisis. Lo que el Sr. Rajoy omite de su discurso es que, si España está saliendo de la crisis, los españoles no. De hecho, los españoles se están hundiendo en la crisis más que nunca.

España ha conseguido mejorar su macroeconomía empeorando su microeconomía o, para decirlo de otra manera, ha “salido” de la crisis abaratando el trabajo y, consecuentemente, empobreciendo el país. El gobierno intenta vendernos la salida de la crisis aplicando uno de los teoremas del capitalismo Keynesiano: si hay crecimiento, aumenta el bienestar general. Sin embargo, en la economía neoliberal este teorema ya no funciona: es posible conseguir crecimiento a costa del bienestar general, así como demuestran países como Bangladesh o India, o incluso países ricos como EE.UU., que sigue creciendo y donde al mismo tiempo están aumentando la pobreza y la desigualdad.

En la España del crecimiento, los sueldos se han reducido un 13% desde la entrada en vigor de la reforma laboral en 2012. Al mismo tiempo los sueldos de los altos cargos han aumentado un 10%. Con el crecimiento del PIB, las cosas no mejorarán: se prevé un crecimiento superior al 3%, pero el acuerdo entre patronal y sindicatos limita en los próximos años el crecimiento de los sueldos al 1% (es un límite máximo: no hay límite mínimo, y se prevé que la subida real será de un 0.5%). Por lo menos dos tercios del crecimiento no se repartirá entre la mayoría de los españoles.

La creación de empleo, de que el gobierno también presume, es en buena parte un espejismo. El número de horas trabajadas sigue siendo muy inferior a lo que era en 2011, y se “crea” empleo simplemente remplazando un trabajo de 40 horas semanales con dos de 10--el abaratamiento del despido y el alto desempleo hacen fácil para las empresas chantajear los trabajadores con contratos de 10 horas para que en realidad trabajen 40. Para el gobierno, se ha creado un puesto de trabajo; para los trabajadores se han perdido 20 horas de sueldo semanal.

El pacto social en que se ha fundado el bienestar europeo garantizaba que tener un trabajo suponía salir de la pobreza. Este pacto se ha roto: por primera vez en la España de la democracia hay trabajadores pobres: casi el 25% de las personas que acuden a comedores sociales tienen trabajo: se trata de las personas que han pagado con su bienestar el crecimiento macroeconómico y el enriquecimiento de unos pocos.

Unas consideraciones a parte la merece el papel del sistema financiero español. En 2012 la UE, como seguía haciendo desde un par de años, presionó para un rescate, y el recién elegido gobierno Rajoy aceptó. El dinero del rescate fue dirigido principalmente a las cajas de ahorro, pero el mismo ministro de economía Luis de Guindos admitió que una quiebra de las cajas habría tenido consecuencias muy serias para todos los bancos y que se trataba en realidad de un rescate a todo el sistema financiero español.

A pesar de lo que declaró el Presidente del Gobierno, no se trató de un préstamo de la UE a las cajas, sino de un préstamo a España que el gobierno deberá devolver, independientemente de que los bancos devuelvan el dinero o no. Con el rescate (y, otra vez, a pesar de las declaraciones contrarias del Presidente del Gobierno) vino la imposición de las medidas de austeridad que tanto han empeorado las condiciones de vida de los españoles. Lo que no vino fue alguna imposición a los bancos: el sistema financiero recibió 40.000 millones que los españoles tendrán que pagar, sin ninguna obligación de usar este dinero para reactivar el crédito, acabar con los desahucios o usar de alguna manera el dinero para el bienestar de la mayoría.

De los 40.000 millones del rescate, el gobierno ya considera perdida más de la mitad: por lo menos 20.000 millones que nosotros tendremos que pagar a la UE pero que los bancos no pagarán. Al mismo tiempo, gracias a este influjo, el sistema financiero se ha recuperado y en el primer trimestre de 2015 los bancos han aumentado sus ganancias un 62%. Se trata, lamentablemente, de ganancias de especulación que nosotros hemos pagado pero que no nos beneficiarán: los bancos siguen desahuciando y la riqueza sigue concentrándose.

El caso de los bancos sigue el mismo patrón que el resto de la política de austeridad: salvar los préstamos mejorando la macroeconomía, y mejorar la macroeconomía empobreciendo a la gente y abaratando el trabajo. Si vemos la economía no como un fin, sino como un medio para que las personas vivan mejor, entonces nos encontramos en la situación absurda en que se ha sacrificado el fin por el bien del medio.

El gobierno presume que los mercados financieros y las agencias de rating ven España como un ejemplo a seguir, que tienen confianza en nosotros y que la prima de riesgo baja. La cosa no nos sorprende: salvar a los especuladores empobreciendo a los trabajadores es el plan de los especuladores, y España lo está ejecutando a la perfección. No es raro que los especuladores, los mismos que han causado la crisis, aplaudan a un gobierno que no se la hace pagar a ellos.

Nos están dando la enhorabuena por un suicidio social bien ejecutado.

Friday 10 July 2015

¿Está bajando el paro?

Últimamente, el gobierno español está presumiendo mucho de la bajada del paro en España. Incluso sostiene que, por primera vez, hay menos parado que cuando el anterior gobierno dejó el cargo. No parece un gran resultado para un gobierno que ganó las elecciones con la promesa de crear 3 millones de puestos de trabajo, pero cero (los trabajos que ha creado a lo largo de la legislatura) es mejor que nada, y la gente no tiene mucha memoria. O, por lo menos, así lo espera el gobierno.

Pero, a pesar de esta alegría del gobierno por haber vuelto al mismo paro de cuando llegó en el poder, hay que tomar estas declaraciones con cautela, ya que a veces se hacen comparaciones que no tienen sentido. Hay que analizar bien lo que quiere decir "bajada del paro" para no dejarnos engañar interpretando mal los resultados.

Consideremos este ejemplo: una empresa tiene un empleado que trabaja a tiempo completo, 40 horas por semana, a 10 Euros por horas, ganando, por tanto, 400 Euros por semana.

La empresa lo despide y contrata a dos personas, 10 horas por semana cada una, 100 Euros por semana. (Dejemos de un lado el hecho que, gracias al despido barato y al paro, la persona contratada a 10 horas por semana es en realidad obligada a trabajar 40.)

¿Que interpretación podemos dar a este cambio? Lo que dice el gobierno es que se ha creado un puesto de trabajo: antes trabajaba una persona, ahora trabajan dos. La "creación de puesto de trabajo" es en buena medida de este tipo.

Sin embargo, desde el punto de vista de los trabajadores se han perdido 20 horas semanales y 200 Euros de sueldo: en el grupo de los trabajadores antes entraban 400 Euros semanales, ahora sólo entran 200. Desde el punto de vista social, antes había una persona que ganaba bien y un pobre, mientras ahora hay dos pobres.

Existe una medida muy sencilla para ver si la creación de trabajo es real o es debida a este fenómeno: el número de horas trabajadas que se cotizan a la seguridad social. Y este número no ha parado de descender. Es decir: en España no se crea trabajo: se destruyen horas trabajadas y la bajada del paro es una consecuencia de la mayor pobreza de los trabajadores que se reparten menos dinero entre un número más alto de personas.

El Sr. Rajoy nos dice que la economía crece a un ritmo del 3%, pero los sueldos de los trabajadores siguen, en media, bajando, y el acuerdo entre patronal y sindicatos prevé que en los próximos años los sueldos crecerán como mucho un 1%.

Si los sueldos no crecen y el número de horas trabajadas tampoco, ¿quien se está quedando con los beneficios del crecimiento?

Thursday 30 April 2015

La "mejora" de la impresora

Hace poco menos de un año, el departamento donde trabajo cambió el sistema de impresoras en red, las que la mayoría de nosotros usa (o, por lo menos, usaba) para los trabajos de impresión más “pesados”. Cuando llegué en el departamento, hace unos nueve años, teníamos una impresora muy grande, muy recia y con pocas funciones. Gestionada directamente por el departamento, la impresora no hacía muchas cosas, pero tenía las dos características que todos buscábamos: imprimía a una velocidad muy alta y no se estropeaba nunca. Era ideal para los documentos de muchas páginas que se imprimían allí y, por lo que recuerdo, todo el mundo estaba muy satisfecho con ella. Yo seguramente lo estaba.

Pero en un ambiente altamente tecnológico es muy raro que algo tan bueno dure, el imperativo a cambiar y a tener lo último de lo último arrasa la sabiduría del “if it ain’t broke, don’t fix it”: en la época de la obsesión tecnológica las cosas que funcionan se arreglan hasta que dejen de funcionar. Por tanto el departamento empezó a instalar una serie de impresoras, cada una con más “features” inútil y cada una más lenta y complicada de usar.

El año pasado la universidad, cediendo a una Zeitgeist infame, decidió, como toda buena institución neoliberal, privatizar el servicio de impresión y la empresa ganadora, como toda buena empresa, decidió que sabía mucho mejor que nosotros lo que necesitábamos.

Desde entinces, el procedimiento para imprimir un documento, que antes consistía simplemente en pulsar el botón “print” en el programa oportuno e ir a recoger los papeles impreso, se ha transformado en algo bastante más complejo.

Tras enviar el documento, se espera un tiempo y aparece una ventana de Internet Explorer en que hay que poner la dirección de correo de la persona que va a imprimir el documento. Normalmente esta persona soy yo, por tanto pongo mi dirección de correo. Ahora tengo que ir a una impresora del departamento, introducir mi tarjeta de la universidad y elegir en una lista de trabajos los que efectivamente quiero imprimir (normalmente: todos). Por fin, la impresora se pone a trabajar. Si el trabajo es pequeño, me quedo allí esperando que la impresora termine, si no me voy a mi despacho y vuelvo en unos minutos. Se trata de un procedimiento complejo, lento y molesto. Por ejemplo, muchas veces envío un documento a imprimir y sigo inmediatamente trabajando en otra cosa. La aparición de la ventana de Explorer, en foreground interrumpe mi trabajo de manera repentina y muy molesta. Esto sin contar, naturalmente, el doble paseo hacia la impresora, por buendo que pueda ser para mi salud.

Alguien me explicó las grandes ventajas de este sistema: puedo enviar un documento a la cola de impresión de otro usuario y puedo imprimir mis trabajos en cualquier impresora del departamento, sin tener que decidir donde hasta el momento de imprimir. La cuestión que ha preguntado es si de verdad necesito estas funciones.

Pues, no.

Rara vez necesito que otra persona imprima mis documentos, y en esos casos lo más sencillo es enviarlo por email, y no me cuesta nada decidir donde imprimir un documento en el momento en que doy el comando de impresión. Desde mi punto de vista, el cambio se reduce en la introducción de un mecanismo de uso complicado y un empeoramiento de la única característica que me interesaba (la velocidad de impresión) a cambio de unas funciones que nunca he pedido y que no necesito.

Es natural preguntarse cómo sea posible que se tomen estas decisiones. Todos los manuales de diseño ponen en su primera página que cuando se diseña un sistema, de cualquier tipo, hay que empezar hablando con los usuarios, para conocer sus necesidades reales. Sin embargo ni a mi ni a mis colegas nadie nos ha preguntado nada. ¿Cómo hay que leer esta falta, muy grave en una empresa de servicios?

Hay, creo, tres componentes.

La primera es la que podríamos llamar "arrogancia tevnológica" o, incluso, "autismo tecnológico". Es normal en ciertos campos que se diseñe sin hablar con los usuario, acumulando una serie de efunciones más o menos inútiles que los diseñadores consideran "cool" y que el marketing consideran buenas para aparecer en la publicidad del producto. Lo que realmente necesitan los usuarios no es especialmente importante.

La segunda componente es el "nivel" en que se negocian estas cosas en muchas organizaciones, especialmente en España. Los proyectos de cierto tamaño no se discuten con los usuarios finales, simples ejecutores que sólo tienen que obedecer, sino con cargos gestores altos o intermedios. Se trata, en España por lo menos, de gente que a menudo tiene muy poco contacto con los problemas reales de los dependientes que tendrán que usar el sistema.

La tercera consideración se refiere especificamente a la universidad, y está relacionada con la segunda. Nadie ha preguntado nada a mi o a mis colegas porque en la nueva estructura de la universidad neoliberal ya no contamos nada, ya somos simples ejecutores que sólo tienen que obedecer. Las decisiones, incluso las decisiones académicas y de investigación ya no las toman los profesores y los investigadores, sino estructuras burocráticas rígidas que responden a necesidades económicas y políticas más que académicas. No nos preguntan nada porque la universidad ya no nos pertenece, porque somos simples apéndices ejecutivas de un sistema fuera de nuestro control. La universidad se ha transformado en una organización muy parecida a la industria, controlada por gestores que se basan en criterios de (no muy bien definida) "productividad". Los profesores se han conveertido en proletariado intelectual, sin poder decisional y sin voz.

Cada ocasión es buena para recordarnos cual es nuestro lugar real--incluso la instalación de una nueva impresora.

Tuesday 3 March 2015

¿Que se esconde detrás de la "reducción del paro"?

El gobierno de España nos está vendiendo desde hace meses la bajada del paro. Se trata de una bajada en buena parte aparente, dado que el número de afiliados a la seguridad social no ha crecido de manera correspondiente: buena parte de la bajada del paro se debe a gente que se va de España o a personas que ya no tienen prestaciones y ya no se apuntan en las listas del INEM. La creación neta de empleo durante el gobierno Rajoy es negativa. Por otro lado es cierto: en el último año ha habido creación neta de empleo.

También que analizar de qué tipo de empleo estamos hablando: cuando se hacen comparaciones, hay que hacerlas en condiciones homogéneas, esto lo sabe cualquier científico: you don't compare apples with organges.

¿Que se consideraba "trabajo" antes de la llegada de Rajoy? La gran mayoría de los trabajos eran a tiempo completo con contrato indefinido, con todos los derechos laborales, con vacaciones pagadas, con los días de enfermedad. Se trataba de trabajos de verdad.

¿Qué es hoy un trabajo? Dos ejemplos (reales, lamentablemente): una panadería ofrece trabajar 9 horas al día, siete días a la semana, con contrato semanal, sin vacaciones, sin días de enfermedad pagados, todo por 500 Euros al mes. Un bar ofrece un contrato de fin de semana, pide trabajar 12 horas al día pagando un total de 40 Euro para los dos días.

Estos son los "trabajos" que hacen bajar el paro. El papa declaró hace unos días:

"Hay quien ofrece 11 horas de trabajo al día por 600 euros al mes. Y si no te gusta, pues te dicen que te vayas a casa. Esto es lo que pasa en este mundo, donde si tú no aceptas otro aceptará. El hambre hace que se acepten también trabajos en negro, como todo el personal doméstico. ¿Cuántos de ellos tienen garantizada la pensión?"

Estoy de acuerdo con él: esto no es trabajo digno.

Rajoy ha conseguido romper el pacto fundamental del trabajo en Europa: tener trabajo suponía salir de la pobreza. Gracias a Usted esto ya no es así, el 23% de las personas que acuden a comedores sociales tienen, oficialmente, trabajo: tienen trabajo pero no ganan bastante dinero para vivir. Esto no es trabajo, esto es explotación.

Rajoy ha conseguido perder puestos de trabajo y ha hecho posible que se despidiera una persona que trabajaba 40 horas por semana, remplazándola con dos con contratos de 10 horas por semana que se obligan a trabajar las mismas 40 horas cada uno.

El sueldo de los trabajadores ha bajado un 20%, y las grandes fortunas han subido un 18%.

Tacito critica la pax romana con las famosas palabras solitudinem faciunt, pacem appellant (crearon un desierto y lo llamaron paz). Lo mismo se puede decir de la "reducción" del paro de Rajoy:

crearon explotación y la llamaron empleo

Thursday 12 February 2015

¿Desde cuando existe el selfie?

¿Desde cuándo existe el selfie? La respuesta a esta pregunta puede resultar más complicada de lo que parezca. Si con "selfie" entendemos simplemente la foto que uno se hace a sí mismo sin usar el automático, ya estamos hablando de un tiempo considerable: el armlength portrait existe desde hace mucho tiempo, por lo menos desde que las máquinas fotográficas se hicieron más pequeñas que cajas de vino y que los tiempos de exposición empezaron a medirse en fracciones de segundo.

Pero no está tan claro que el armlength portrait y el selfie sean la misma cosa. Hay, para empezar, la cuestión semántica. El lenguaje no nombra objetos, los crea: algo que no tiene un nombre tiene un nivel de realidad menor que algo que lo tiene. Y en este sentido, el armlength portrait, simple modificación de una clase más amplia (portrait) es menos real que el selfie, objeto en si mismo, nombre autónomo en el lenguaje.

Este nombre nos habla también de un cambio de ambiente y de actitud. Armlength portrait es un término muy descriptivo: nos cuenta como se hace la foto. El acento es en la foto y en el procedimiento; el sujeto se queda un poco en la sombra. No es así en el caso del selfie: aquí el mismo nombre pone el acento no sólo en la persona sino en su independencia y, diría en su egoísmo (no podemos pasar por alto el posible juego de palabras: quien se hace un selfie es selfish). Se ha escrito que una de las características del neoliberismo es remplazar el “you must” con un “you can” que, al fin y al cabo, genera más presión y cadenas que la disciplina directa del “you must”. You can: por tanto si no tienes éxito, si no tienes dinero, la culpa es tuya y sólo tuya. Se crea una sociedad en que cada persona debe convertirse en emprendedor de sí mismo en lucha con los demás, una sociedad del rendimiento y del egoismo. El selfie es la foto de uno por uno mismo, es la renuncia a cooperar con los demás. Con el selfie la foto se sumete al imperativo del rendimiento y de la producción, un paroxismo fotográfico ordenes de magnitud más grande de lo que antaño levantaba la sonrisa a la vista de los turistas japoneses y de sus cámaras siempre al punto de disparar. El selfie es la eficiencia productiva aplicada a la representación se si mismo.

Pero la diferencia fundamental entre el selfie y el armlength portrait es de carácter técnico. La persona que se hacía una foto con una cámara con carrete no podía ver la foto hasta unos días más tarde, cuando ya era tarde para volverla a hacer si salía mal. Había por tanto no sólo una componente de azar, sino también una de irreversibilidad y de riesgo. El armlength portrait tiene un coste (hay que gastar película) y un riesgo de que no salga: estos dos elementos son esenciales para entenderlo. Podemos incluso considerarlo como una pequeña metáfora de una manera de ver el mundo, una postura sin miedo que acepta la imprevisibilidad,reconoce que es imposible controlarlo todo, y acepta el riesgo que esto conlleva con entusiasmo e incluso con alegría.

Comprado con esto, el selfie se presenta más como el producto de una sociedad obsesionada con el peligro, ansiosa de control, de previsibilidad, de seguridad. El selfie no supone riesgos: quien lo hace puede ver perfectamente lo que va a salir y si, por alguna razón, el selfie sale mal, la cosa no tiene consecuencias: se borra y se vuelve a hacer.

El selfie es una metáfora mínima pero reveladora de la sociedad ideal que se nos vende en este rincón del siglo XXI: controlada, determinada por un guión, sin sorpresas y sin responsabilidad. En fin, Disneyland.

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