Se trata, esencialmente, de otro ejemplo de “chorizismo” a la española, de los a que estamos ya tristemente acostumbrados: tenemos a Camps, Pujol, Bárcenas, los ERE de Andalucía. ¿Por qué no Valls?
Sin embargo hay en este caso un aspecto que llama mucho la atención. Parte de los beneficios que Valls (supuestamente) recibía eran en forma de patrocinio el equipo de fútbol de Lloret, del cual era presidente.
Es curioso que los políticos españoles estén dispuestos a hacerse corromper para financiar a un equipo de fútbol, pero nunca para financiar a un instituto de investigación. Aceptan ilegalmente dinero, ponen en riesgo su respetabilidad (su libertad no: cuentan con los indultos del gobierno) para el equipo, pero nunca para un círculo literario o filosófico, nunca para una escuela de música o un taller de pintura. Si no hay dinero para la cultura o la investigación, no hay problema: se recorta. Si no hay dinero para el fútbol, pues, el dinero se encuentra. Si es necesario pidiéndolo a la mafia rusa.
Los políticos son expresión del país que los elige. La corrupción es una señal preocupante de la falta de ética de los españoles, y las razones que llevan políticos a hacerse corromper son una señal preocupante de su incultura.
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