No podemos olvidar los grandes errores de la administración Zapatero, pero hablar de "herencia recibida" sin más es una estrategia política de corto plazo bastante burda que poco ayuda a la hora de comprender los errores del pasado, y sacar provecho para vislumbrar la dirección hacia que tendríamos que ir en el futuro. El juicio que daré aquí es, naturalmente, puramente personal. Soy, como todos, condicionado por ciertas ideas políticas que me hacen desear que las cosas fueran de cierta manera y no de otra, y esto puede polarizar mi visión de la cosas. Reconozco esta limitación, pero creo que es una limitación que todos compartimos, incluso los que pretenden hacer análisis "objetivos" de la política.
La administración Zapatero fue una administración muy compleja, con luces y sombras. No hay que olvidar, por ejemplo, que mientras Zapatero fue parcialmente progresista en materia social (sus leyes estrella, el matrimonio homosexual, la ley del aborto, la ley de dependencia, hicieron de España un referente europeo en materia de derechos sociales), económicamente fue un gobierno conservador, plenamente en línea con la economía neoliberal de la Europa de Merkel.
Hay, creo, que considerar tres periodos: (1) los años anteriores a la crisis, es decir, más o menos, el primer mandato, hasta las elecciones de 2008; (2) los primeros años de la crisis, 2008 y 2009 y (3) el año y medio que siguió a la reunión europea de Marzo de 2010.
En 2004 Zapatero se encontró una economía que aparentemente marchaba muy bien. España era la locomotora de Europa, con tasas de crecimiento casi Chinas. Se trataba, sin embargo, de la economía del ladrillo que Zapatero había heredado de Aznar, impulsada, al principio del siglo XXI, por medidas como la ley de costas y la nueva ley del suelo, que causaron una explosión en la industria de la construcción. Zapatero no vio (no supo ver, o no quiso ver) la debilidad de esta economía, y siguió en el camino trazado por el gobierno Aznar, sin tomar ninguna medida concreta para cambiar el modelo productivo de España. Es significativo, en este sentido, que la prensa de derechas, que hoy habla del desastre de Zapatero, en 2006-2007 escribiera que España iba bien porque Zapatero estaba siguiendo, prácticamente sin cambiarlo, el modelo de Aznar, que la economía de Aznar estaba tan bien que incluso el gobierno del PSOE no tenía otra opción que seguirla.
Hubo, es cierto, algún movimiento: se incrementaron (poco) los fondos para la investigación, se abrieron centros de biotecnologías (de manera muy desordenada), se impulsaron las energías renovables (sin mucha convicción). Poco. Sobre todo Zapatero no quiso (¿no supo?) hacer lo más importante: acabar con una oligarquía emprendedora de tipo pre-moderno, con la endémica falta de movilidad en el poder decisional de nuestras empresas. España no es un país moderno (económicamente) ni una economía burguesa. Hay un pequeño núcleo de familias, con relaciones que se remontan a muchos años, que mantienen un control muy estricto sobre la vida económica del país. Un sistema ineficiente, que echa a los mejores por falta de salida, e indigno de un país moderno. Zapatero no hizo nada para cambiarlo. Quizás incluso una acción decisiva no habría supuesto una gran diferencia. El modelo económico de un país no se cambia en cuatro años, y es probable que, en cualquier caso, el cambio no habría llegado a tiempo para salvar España de la crisis. En 2008 la construcción se desplomó. Las economías con una base industrial moderna pudieron recuperarse relativamente pronto, la española, dependiente en manera determinante de la construcción, no.
En 2008 estalló la crisis y el gobierno Zapatero no supo (¿no quiso?) verla primero y, cuando la vio, no supo juzgar su profundidad y su duración. En esto parte de la responsabilidad va al entonces Ministro Solbes. Solbes es un economista clásico, un economista del mundo de la producción más que del mundo de la financia. Supo manejar el país muy bien durante la crisis (clásica) de 1992, pero no supo entender la naturaleza de esta crisis. Se adoptaron medidas "parche", como el Plan E, que usaban el dinero del Superavit para crear trabajo temporal. Las medidas habrían funcionado en una crisis de corta duración, pero no en una que se va profundizando a medida que pasa el tiempo. Zapatero no tuvo el valor (o quizás la fuerza política) de adoptar medidas de largo plazo similares a las de Roosvelt en 1932: aumento drástico de los impuestos (hasta el 75% en la America de los años 30) para derivar recursos que permitan crear un programa sostenido de obras públicas (Roosvelt también tambaleó: tras dos años de recuperación, se dejó convencer a rebajar los impuestos y dejar que el mercado siguiera recuperándose autónomamente; como consecuencia, en 1937 America volvió a hundirse en la crisis: en una crisis no nos podemos fiar del mercado).
Todo esto cambió en Marzo 2010. Justo unos meses antes, en la inauguración del semestre Español de presidencia de la comunidad Europea, Zapatero había hecho un discurso valiente, que podía haber formado la base de una política económica nueva. Dijo, prácticamente: los bancos y las agencias de evaluación hace un año vinieron a pedir dinero para salvarlos y ahora que les hemos salvado pretenden decirnos que hay que recortar para salir de la deuda que hemos contraído para salvarles. ¿Como se atreven? ¿Que autoridad tienen hoy para darnos ordenes? Palabras esperanzadoras, que nunca se concretizaron. En Marzo Zapatero participó a la cumbre Europea y, cuando volvió, sus políticas habían cambiado radicalmente, transformándolo en el primer Presidente de los recorte y causando una huelga general.
¿Que pasó en Bruselas en Marzo? Es improbable que Zapatero fuera sustituido por un döpplegänger como en la película "The invasion of the body snatchers". Más probablemente se le recordó que, en la época del capitalismo neoliberal, el poder de la política es muy limitado, que las decisiones que cuentan no se toman en la Moncloa, y que el papel de los gobiernos en este comienzo del siglo XXI es ejecutar, mantener el orden, y jugar el juego bonito y vacío de la democracia y de la representatividad. Zapatero no tuvo la fuerza de resistir. Había tenido hasta entonces una política económica conservadora quizás en la esperanza que todo se pudiera arreglar y que pudiera volver a la situación del primer mandato, cuando todo le iba bien. Ahora tuvo que ser coherente con su elección neoliberal, bajar la cabeza y decir que sí.
Esto, según mi punto de vista, los errores de Zapatero. Con el gobierno del PP, cabe decirlo, las cosas han ido a peor. Los recortes se han intensificado, pese a los avisos de los economistas según que la austeridad sólo causa recesión y reducción del bienestar de la gente. La cosa es ya tan evidente que incluso Rajoy empieza a darse cuenta. Los tímidos cambios al sistema productivo de España que Zapatero había iniciado ya han desaparecido: la financiación a la investigación está por los suelos, los centros de biotecnologías no tienen dinero, y tampoco lo tienen las energías renovables. Los dos campos de desarrollo industrial más prometedores de las próximas décadas (bio y energía) ya no cuentan con una presencia española. El gobierno está promocionando otra vez turismo y ladrillo. Ya estamos preparando la próxima burbuja, y el gobierno nos dice que tenemos que estar contentos: antes de estallar, las burbujas tienen unos colores muy bonitos.
1 comment:
Se ha dicho de todo en estos años de crisis. Desde el 2008 no han faltado análisis, teorías, recetas o cualquier otra forma de repetir lo mismo. Cuando pensé que ya no quedaba nada interesante que decir sobre el tema tu entrada me ha sorprendido gratamente.
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