El otro día asistí a un pequeño incidente, casi imperceptible, que pero me generó mucha preocupación sobre del futuro de la cohesión social y de la idea misma de comunidad. Sabemos de sobra que el neoliberismo, la sociedad del consumo y la carrera suicida hacia el "privado" están haciendo desaparecer el sentido del "público" y las relaciones sociales, pero no está mal, de vez en cuando, recordar el problema.
Hace algunos días, sobre las 12, los trabajadores del Ministerio de Sanidad de Madrid organizaron una manifestación, y bloquearon el paseo de Recoleto en el sentido de Atocha a Neptuno. Durante el bloqueo se dieron cuenta de que una ambulancia, con las sirenas encendidas, había aparecido, cerca de Atocha, en el carril Bus (el de la derecha), y se encontraba bloqueada por el atasco que la manifestación estaba causando.
Inmediatamente liberaron el carril Bus y empezaron a hacer grandes gestos a los autobuses y los taxi que se habían quedado allí bloqueado para que circularan, liberando así la ambulancia. Pues, en cuanto el tráfico empezó a moverse, varios coches bloqueados en los otros carriles empezaron a invadir el carril Bus, de manera tal que la ambulancia siguió sin poderse mover.
Afortunadamente, cuando los manifestantes se dieron cuenta del problema removieron completamente el bloqueo, todos los carriles se movieron y la ambulancia consiguió salir del atasco.
Ahora bien, me pregunto: ¿que tipo de persona invade un carril Bus bloqueando a una ambulancia con la sirena encendida? ¿Una ambulancia que, se supone, tiene prisa para poder salvar la vida a alguien? ¿Que tipo de persona puede considerar que ahorrar diez minutos vale más que la vida de otro?
El incidente es pequeño, pero me ha dado escalofrío. Las relaciones sociales han llegado a un punto de ruptura. Décadas de sociedad materialista, de sociedad de consumo nos han transformado en islas. Vivimos barricados en casa o en comunidades cerradas, salimos encerrados en nuestros coche, no queremos saber nada de los demás. Lo que no es nuestro, lo que no aparece en el horizonte de nuestro egoísmo, es como si no existiera.
Esta tendencia es evidente incluso en el diseño de nuestro mundo, por ejemplo en la manera en que el diseño de los coches ha cambiado (no me siento de decir "evolucionado"): el capó se ha hecho más altos, las ventanillas más pequeñas. Los coches se parecen cada día más a máquinas de guerra. Ya no son coches sino tanques. Se trata de coches agresivos, dentro de ellos uno se mete como en un tanque, aislado de los demás, preparado par dar batalla.
Wednesday, 25 July 2012
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