Wednesday, 9 February 2022

Sobre el sesgo de confirmación

 Desde hace un tiempo he empezado a meterme en debates en twitter, sobre todo en temas políticos del momento. Muchos son debates interesantes con personas que tienen una opinión distinta de la mia y con que se puede hablar inteligentemente y sin levantar (metáforicamente) la voz. Otros son debates que degeneran rápidamente en acusaciones genéricas (a menudo sobre temas que nada tienen que ver con el tema que estamos debatiendo), descalificaciones personales, tópicos o incluso insultos. Estos debates son aburridos y no enseñan nada, por tanto los dejo inmediatamente. Cosas de las redes sociales.

 Hay una costumbre que, según lo que he notado, es muy difundida, y que encuentro preocupante. Mucha gente para "demostrar" un argumento o validar un dato pone, como si se tratara de una prueba definitiva, un artículo de periódico. De hecho, muchas veces ni siquiera ponen un enlace al artículo, limitándose a una foto del titular. Es decir, hay muchas personas que confirman opiniones y datos sólo con titulares de periódicos específicos.

 Se trata de una costumbre peligrosa sobre todo en un país latino como España. Aquí no hay la costumbre angosajona (un poco hipócrita, eso sí) de separar claramente hechos de opinión, y muchas veces, sobre todo en los titulares, se mezclan las dos cosas para proponer un argumento de carácter ideológico. Doy un ejemplo: una portada del periódico "La Razón" (esta costumbre no es, claramente, limitada a este periódicos: es muy radicada en la prensa española, pero "La Razón" recurre a ella muy a menudo, y este titular reciente me ha llamado mucho la atención). Tras la aprobación, muy rocambolesca, de la reforma laboral, "La Razón" titulaba:

 

La reforma laboral se convalida vulnerando los derechos fundamentales

 

Ahora bien, en este titular hay un hecho indiscutible: la reforma laboral se ha aprobado. La vulneración de los derechos fundamentales es pura especulación. Hay una carta del partido de la oposición que sugiere una violación del reglamento del Congreso. Que estas alegaciones sean ciertas y que, en caso de serlo, puedan constituir una violación de derechos fundamentales, es pura especulación. Si la cosa llegara a la justicia y la justicia se pronunciara en el sentido del titular, entonces el titular sería jurídicamente justificable. Así como es se trata de una acusación muy grave dirigida a uno de los principales cargos institucionales que no tiene ninguna base factual. Está claro que se trata de un titular que no quiere informar sino despertar emociones, que quiere fomentar la rabia y no el conocimiento.

Si uno sostiene que sí se cometieron irregularidades (y es perfectamente legítimo tener esta opinión), no puede razonablemente decir que este titular "demuestra" su opinión. Uno puede admitir que su opinión no tiene ningún fundamento factual (es legítimo, aún si no muy productivo, tener una opinión injustificada), pero no puede razonablemente decir que su opinión está "demostrada" por este titular. Desde el punto de vista lógico-analítico se trata de una afirmación sin sentido.

 Y, a pesar de eso, esto es lo que vemos muchas veces en estos debates y tengo la impresión que es una manera bastante común de formarse las opiniones (admito que esta afirmación no se basa en datos comprobables; por esto la llamo una "impresión"). El problema es que, para cada tema importante, hay interpretaciones de varios tipos. En este caso, hay periódicos que interpretan que hubo irregularidad y periódicos que opinan que no las hubo.   Entonces, ¿en que periódicos me baso? ¿Por qué uno tiene que creer en los que sostienen la tesis de la irregularidad y no en los otros?

Hay aquí un problema muy conocido (y muy estudiado) que se llama confirmation bias (o, sesgo de confirmación). Se trata de la tendencia de las persona en fijarse y dar más crédito a la información que confirma sus ideas que a la que las contradice. No se trata de un defecto o de una perversión de cierta gente, sino de una parte de nuestra constitución psicológica: a todos nos gusta vernos confirmados, ver que nuestras opiniones reciben aprobación social, y todos estamos sujetos al confirmation bias. Lo importante es darse cuenta que así es, e intentar corregir el sesgo (eliminarlo del todo puede ser imposible, pero hay que intentar llegar lo más lejos posible en su atenuación).

 Las redes sociales han multiplicado el número de voces que sostienen posiciones puramente ideológicas sin el freno de la deontología profesional de los periodistas, y esta misma deontología aparece a veces en crisis frente a las presiones del mercado y al imperativo del "click". Las redes sociales han multiplicado los efectos del confirmation bias, como demuestran variosestudios.

Pero, como decía Heidegger, allí donde está el peligro también está la salvación, e Internet, si lo usamos bien, puede ser un correctivo frente al confirmation bias. Internet nos pone a disposición proclamas ideológicos, pero, gracias a Internet, muchas veces podemos acceder no sólo a voces alternativas, sino también a los datos primarios. Hoy en día, tras leer un titular como el que he mencionado arriba, nada más fácil que meterse en la página del Congreso y echar un vistazo al reglamento y a las resoluciones de la mesa. No estaremos todos de acuerdo (ni sería deseable estarlo), pero por lo menos todos nos formaremos una opinión basada en los hechos, y no en los titulares.

En esto los mismos periódicos deberían ayudarnos publicando en la edición digital los enlaces relevantes para el artículo que estamos leyendo. Si se habla de una sentencia, el periódico debería publicar un enlace a una sentencia, si se habla de una ley o de una gestión del gobierno, el periódico debería publicar un enlace a la parte relevante del BOE. Los periodistas, se supone, consultan estas fuentes antes de escribir sus artículos (si no lo hacen, no se merecen ser periodistas), así que publicar en enlace no es mucho trabajo y así los periódicos harían un verdadero servicio público aumentando la calidad del debate político en nuestro país.

 

 

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