Monday, 7 September 2020

Vuelta a la universidad con covid: los desafíos

No sé mucho de vuelta al cole pero, por mi situación profesional, sé algo de vuelta a la universidad. En la universidad en que trabajo (cuyo nombre no haré) la semana que viene empezarán las clases, y estamos en una situación que definiría de "caos controlado al límite del pánico".

En parte, claro, esto es inevitable. Vivimos en una situación epidemiológica en cambio continuo, y lo que parecía decidido y consolidado hace un mes ya no vale nada. En julio teníamos una tenue esperanza de poder empezar el curso de manera principalmente presencial, pero la multiplicación de casos en Agosto nos ha obligado a revisar todo: ahora se hará un mixto de enseñanza on-line y presencial (con prioridad de la on-line) para el Grado y una enseñanza esencialmente presencial para el Master, donde las clases son mucho más pequeñas y se puede mantener la distancia. Esta es la situación hoy, 7 de Septiembre. Lo que será la situación en una semana, pues... ¿quién sabe?

Organizar una clase usando un método de enseñanza completamente nuevo no es una tarea fácil, y todos, cada uno en su asignatura, estamos buscando la manera mejor de hacerlo y, en la medida de lo posible, de usar las nuevas condiciones como una oportunidad de mejorar en lugar de un obstáculo a la enseñanza. Muchos de nosotros han aprovechado el verano para preparar varios escenarios en que dar la asignatura. Habrá muchos intentos, errores, éxitos y adaptaciones pero espero que consigamos un buen curso.

La cosa es complicada sobre todo porque, a pesar de haber tenido un verano para prepararnos, desde el punto de vista de la organización logística y de los horarios el tiempo se nos ha echado encima. En parte esto depende de la inestabilidad de la situación, en parte de una costumbre latina muy difundida y dañina.

He tenido la impresión que en verano todo el mundo se ha quedado bloqueado esperando instrucciones de arriba: los departamentos esperaban el rectorado, el rectorado esperaba instrucciones de la consejería y del ministerio. Somos, parece, incapaces de descentralizar, de tomar decisiones a nivel local. Necesitamos un jefe que nos diga cómo actuar. Se trata de una costumbre que en el mundo de hoy no tiene lugar, de una mala costumbre que hay que perder. Necesitamos aprender a tomar decisiones, a correr el riesgo de equivocarnos y a asumir la responsabilidad de las decisiones que, autónomamente, tomamos.

La cultura de nuestro país no nos ayuda. España está siempre dispuesta a reprochar los errores de quien ha tomado decisiones y a alabar a los que no toman ninguna. Hacer quiere decir equivocarse de vez en cuando, mientras quien no hace nada y espera instrucciones no se equivoca nunca. Lamentablemente, a nivel social, se castigan los errores más que se premia la iniciativa a la hora de tomar decisiones.

Cambiar esta actitud, aprender a moverse autónomamente, aprender a apreciar quien decide y actúa aún si a veces se equivoca puede ser la lección más importante que nos dará este año académico.

En 1970, en el medio de la crisis del Apolo 13, el director de la NASA comentó que estaban en el medio del peor desastre de la NASA, y Gene Kranz, director de vuelo, contestó: "este no será un desastre, este será nuestro mejor momento". A todos los colegas y a todos los estudiantes universitarios: os deseo que podáis decir lo mismo.

Que este sea nuestro mejor momento.

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