La cosa me sorprende agradablemente. Francamente, pensaba que Don Juan Carlos hubiera adquirido un tal capital político durante la transición, hubiera creado una narrativa tan fuerte sobre la conexión entre monarquía y transición, que nada iba a pasar hasta después de su muerte. Mi previsión, hasta hace muy poco, era que Don Juan Carlos iba a morir Rey, que Don Felipe iba a ser Rey, pero que no habría pasado toda su vida como Rey. Quizás he pecado de pesimismo. El debate está abierto, y promete durar un tiempo. El problema fundamental (a parte las nostalgias de algunos monárquicos) es si una Republica representaría un avance democrático o no. Los monárquicos dicen que no con varios argumentos, uno de ellos bastante merecedor de atención.
Se apunta a que muchos países democráticos de Europa son monarquías constitucionales (Suecia, Noruega, Inglaterra, la lista es larga). Por tanto, si restringimos la mirada a Europa, la monarquía parece ser por lo menos compatible con la democracia, incluso parece favorecerla. (Restringir la mirada a Europa me parece, en este caso, lícito: es difícil comparar la situación de España con la de países que tienen una historia muy diferente de la nuestra.)
España es una monarquía representativa, de tipo burgués. Asumamos que, independientemente de las conclusiones de este debate, la forma fundamental del Estado no cambie (si no introduciríamos demasiadas variables, y el discurso ya es bastante complejo así). El problema, por tanto, es: ¿Cuál es la relación entre monarquía y democracia burgués? Hay cierta compatibilidad entre las formas exteriores de la monarquía y la democracia, pero ¿hay afinidad? Creo que la respuesta es “no”: la monarquía no es la forma de gobierno “natural” de la democracia burguesa y, consecuentemente, un paso de la monarquía a la república es (coeteris paribus) un avance en este tipo de democracia.
La democracia burguesa es hija de la ilustración, una filosofía que siempre luchó en contra de la monarquía. Montesquieu tuvo que dar muchas vueltas para justificar que Inglaterra, a pesar de ser una monarquía, era democrática. La revolución francesa y la revolución Americana, es decir, las dos revoluciones que implementaron desde cero los principios de la democracia burguesa, no tuvieron duda en elegir entre monarquía y Republica. En ambos casos se consideró que la monarquía violaba el principio fundamental de la igualdad de todos los ciudadanos frente a la ley, ya que había derechos políticos (ser el jefe de Estado) que no pertenecían a todos.
La monarquía es compatible con la democracia, pero es una especie de cuerpo extraño dentro de ella, algo con que se vive pero que no absuelve a ninguna función. Es significativo en este sentido que todas las monarquías se han convertido en democracias eliminando casi del todo el poder del Rey. No hay ninguna monarquía constitucional democrática en que el Rey mantenga un poder considerable. La monarquía se puede democratizar sólo vaciándola. Por el contrario, hay varios países democráticos en que el Presidente de la República detiene un poder considerable (USA, Francia, etc.). La figura del presidente es coherente con la democracia burguesa y, por tanto, puede tener poder sin violar los principios democráticos. El Rey no: el Rey puede participar en la democracia sólo eliminando su poder. Se trata de un cuerpo extraño que hay que neutralizar, y no de un componente con una función clara.
Las monarquías democráticas que existen en Europa son más un residuo de la historia que una afirmación activa de los principios democrático. En casi todos los casos (excepto uno) se trata de países que no han subido grandes revolcones internos, no han tenido dictaduras ni guerras civiles. En estos casos, la monarquía ha ido cediendo poco a poco, vaciándose de poder y consiguiendo así mantener su aparato formal. Todos los países que han tenido revoluciones, dictaduras o guerra civiles, han aprovechado la vuelta a la democracia para eliminar la institución monárquica e implementar la República, más adecuada a las exigencias de una democracia moderna. Todos excepto uno: España.
Sólo España ha mantenido una monarquía tras una dictadura. La cosa es aún más sorprendente tratándose de una monarquía que deriva directamente de esa dictadura. Esta consideración se refiere, naturalmente, a la institución, y es independiente del espíritu democrático que pueda animar al Rey. Por demócrata que pueda ser Don Juan Carlos, la monarquía española es heredera del franquismo, y el franquismo no se habrá acabado de verdad mientras que la monarquía subsista.
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