Buena parte de los católicos españoles mantienen una posición de firme rechazo de cualquier forma de aborto. Se trata, desde el punto de vista ético, de una posición de alguna manera comprensible, que pero se encuentra escondida detrás de una red de engaños semiótico que la sacan del plan ético para transformarla en una posición política mucho menos respetable. Los movimientos que quieren restringir el acceso al aborto se llaman “en favor de la vida” o “en contra del aborto”; así nos inducen a pensar que sus adversarios están en contra de la vida o entusiásticamente del lado del aborto.
No cabe duda que nadie está “en favor” del aborto, mucho menos las mujeres que se encuentran, por desgracia, en la situación de tomar una decisión tan difícil. Todos preferiríamos vivir en un mundo en que todos los embarazos son planificados, y donde nadie tendría que abortar.
Esto en abstracto. EN el momento actual, es imposible eliminar completamente la plaga del aborto, pero sí hay instrumentos que pueden reducir de manera substancial su incidencia: una buena educación sexual y una cultura difundida de la contracepción.
Si la Iglesia quiere de verdad ser consecuente a su postura ética y reducir el número de mujeres que toman esta durísima decisión, este es el camino que debería recorrer. Pero la iglesia condena al mismo tiempo el aborto y los instrumentos que lo podrían evitar. Condenando la contracepción la Iglesia se propone como la única institución importante que promueve el aborto, además de la difusión enfermedades como el SIDA.
Kant mostró que la racionalidad es una condición necesaria para cada moral que quiera ser verdaderamente universal. La evidente contradicción de su postura hace evidente la inmoralidad de la Iglesia Católica en este trágico asunto.
Saturday, 12 December 2009
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