Sin embargo, la misma ocasión que ha puesto en luz el poder de las redes, también nos alerta sobre sus posible limitaciones y ambigüedades, aspecto que hay que estudiar y entender si queremos transformar la red en un verdadero instrumento de progreso social.
Las redes sociales han demostrado su capacidad para coagular una generica insatisfacción en un movimiento real y activo, pero no es todavía claro como usar la red para elaborar el discurso político de este movimiento. Notamos, por ejemplo, que el movimiento del 15 Mayo proclama su desconfianza en el voto. Se trata de un planteamiento radical frente a una de las bases del estado liberal y de una sugerencia de nuevas formas de representación ciudadana. Un planteamiento de esta magnitud debe ser seguido por una elaboración teórica y política adecuada. ¿Cual será la contribución de las redees sociales en esta elaboración? ¿Que organizaciones de red son las más adecuada para favorecerla? Se trata de problemas abiertos que el movimiento ha planteado y que la red debe resolver.
Por el momento, parece, los medios de comunicación tradicional siguen teniendo la ventaja, por lo menos fuera del movimiento.
El lunes 16 los medios tradicionales, que ya no podían ignorar el éxito de la manifestación, resaltaron de manera prácticamente unánime la naturaleza no política del movimiento. Se trata de una afirmación por lo menos ambigua (es cierto que el movimiento se centra en temas económicos muy específicos, pero ¿como se puede afirmar, en esta situación, que cuestionar el papel de los banco y de las organizaciones financieras no constituye una acción política?) que el movimiento debe encontrar la manera de contrastar. Pero, ¿es suficiente contrastarla en las redes sociales? Los canales de extrae derecha (Intereconomía, VEO7) han intentado reducir el movimiento a una banal maniobra electoral insinuando que detrás de los manifestantes está el PSOE. Se trata de una mala interpretación interesada y vulgar, pero, ¿como contrastarla de una manera que llegue a quien ha sido sujeto a ella? Se trata, por un lado, de problemas políticos para el movimiento y, por el otro, de un problema semiótico nuevo para las redes sociales: como extender su código a las personas que, hasta ahora, han permanecido fuera de ellas. No todas las personas que esperan un cambio político tienen una conexión ADSL.
La importancia que todavía tienen los medios de comunicación tradicional (y la urgencia de quitarle el monopolio simbólico) es revelada por otro detalle. En la noche de martes a miércoles, para desalojar la Puerta del Sol de Madrid, la policía esperó que fueran las 5 de la madrugada. No se trataba simplemente de esperar el momento en que los acampados estaban más vulnerables (en todos los regímenes, los arrestos políticos se hacen a primera hora de la mañana), sino de esperar el momento en que no estuvieran los periodista y las cameras de la televisión. A pesar del poder de coagulación que las redes sociales han demostrado, todavía vivimos en la sociedad de Baudrillard, donde lo que no aparece en televisión no existe. Se trata de un problema que, en algún momento, el movimiento tendrá que resolver.
También hay que destacar que las redes sociales, así como están organizadas hoy, juegan un papel de alguna manera ambiguo frente a los movimientos progresistas. No podemos olvidar que la mayoría de las redes sociales se apoyan en sitios web como facebook o tuenti, controlados por grandes empresas. Se trata de organizaciones emblemáticas de la misma lógica neoliberista en contra de la cual protestan los manifestantes del 15 de Mayo. Y los recientes escándalos sobre el abuso de datos de usuarios por parte de facebook y la fabricación de información para dañar a google demuestran que no se trata de corporaciones al margen del sistema, sino de empresas que encarnan y usan todo el peso del poder económico propio del neoliberalismo.
Hay por tanto una contradicción de base en el uso de las redes sociales por medio de organizaciones progresistas: estamos combatiendo al capitalismo global usando armas en mano del mismo capitalismo global.
El capitalismo global pone la economía por encima de la política, y no duda en proporcionar servicios a movimientos políticamente anticapitalistas. Pero sería un error leer esta disponibilidad como una vocación al suicidio. El capitalismo ha demostrado muchas veces que sabe como defenderse, y no es claro lo que podría pasar si en algún momento estos movimientos progresista se hicieran bastante fuertes como para amenazar la posición económica de empresas como facebook.
Para que las redes sociales sigan funcionando como coagulante de movimientos progresistas, es imperativo que se cree una red fuera del alcance de las grandes empresas, posiblemente una red social de tipo perito-peer, sin servidores centrales y, por tanto, sin puntos vulnerables.
Se trata de una tarea tecnológica, cierto. Pero en este momento el desarrollo de esto tipo de red es quizás la ayuda más grande que la tecnología puede prestar al cambio político.
1 comment:
¡No lea usted a Baudrillard que es un "agonías"! Mucho más interesante Manuel Castells, que tiene esperanza en el género humano y las nuevas tecnologías.
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