Tuesday, 13 October 2009

Nos hemos evitado las olimpiadas

Pues, al final hemos tenido suerte. En 2016, la gran feria mundial del comercio y de la publicidad, con su trascurable apéndix de deporte profesional hiper-espectacularizado no llegará a Madrid. Nos hemos librado. Otros tendrán que seguir los dictámenes del COI (una de las firmas de diseño más extensas del mundo) y gastar dinero público para que Coca-Cola pueda enseñar su marca en pantalla de televisión en todo el mundo.
Las estadístican nos dice que prácticamente todas las ciudades que organizan huegos acaban perdiendo dinero, por tanto podemos deducir lógicamente que la pérdida de la farsa olímpica deja a Madrid con un buen presupuesto disponible. ¿Que hacer? Propongo algunas ideas que, sin duda, parecerán demasiado ingénuas y sencillas para políticos y ciudadanos que ya se bañaban en la gloria efímera de la antorcha olímpica (ideada, no lo olvidemos, por Adolf Hitler).

El dinero presupuestado para infraestructuras de pública utilidad debería gastarse, pues, en infraestructuras de pública utilidad. Una ciudad moderna debería realizar estas cosas independentiemente de tonterías olímpicas y marcas de propiedad del COI, por tanto no hay razón por que todo lo útil que estos juegos debían aportar no se realice de toda manera.

Con el dinero presupuestado para unas pocas instalaciones deportivas profesionaales, donde pocos hacen deporte y muchos les miran (pagando), se podrían construir decenas de pequeños centros deportivos en que muchos hagan deporte, dándole igual que les miren o no.

En fin, con el dinero que sobra (y sobrará), ¿por que no fomentar un poco la cultura que en este momento, en la superficial Madrid, no se encuentra en su mejor condición? Trás la unificación alemana, Berlín consiguió transformarse en una de las grandes capitales Europea sobre todo gracias a la vitalidad de su escena cultural “underground” que se desarrolló en parte gracias a las ayudas del gobierno para recuperar a la antigua Berlín Este. En vez de puntar todo en unas efímera dos semanas de 2016, ¿por que no empezamo ahora a fomentar el renacimiento cultural de Madrid? Nos saldrá más barato y creará un valor que se propagará durante décadas.

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